“Yo no sé de dónde soy,
Mi casa está en la frontera.
Y las fronteras se mueven”
Jorge Drexler. Frontera
Por: Silvia Trujillo
¿Qué tipo de preocupaciones habrá tenido Lucio Fontana en Buenos Aires en el año 1946 sobre el espacio vacío cuando redactó el Manifiesto Blanco?, ¿qué suscitaría en Yves Klein en 1958 cuando presentó en París una muestra sin objetos? Luego vendrían, en 2008 Ivo Mesquita, el curador de la Bienal de San Pablo, quien no ocupó 12.000 metros cuadrados y en 2009 una muestra retrospectiva sobre el vacío en el Centre Pompidou de París donde participaron Maria Eichhorn, Roman Ondák y Robert Barry. ¿Por qué la experiencia estética del vacío ha concitado tanto interés en artistas en los últimos años?
Ideas en torno al vacío, a la obra, al espacio que las dictamina (o ¿es quizás la obra la que determina el espacio?). Ideas y preguntas en torno a las paredes de una galería que se desnudan cuando una muestra culmina y cómo volver a ocuparla fueron los puntos de partida de Mario Santizo y Alberto Rodríguez Collía cuando comenzaron a idear Irregular, la exposición colectiva donde participan Moisés Barrios, Inés Verdugo, Antonio Pichillá, Camila Fernández y Jorge De León. Al principio hubo algunas preguntas ¿qué hacer en el espacio si la obra de un artista, en lugar de tener que irse cuando llega el siguiente, se queda habitando el lugar? ¿Como coexisten obras de temporalidades distintas en el mismo espacio? ¿coexisten?, ¿habitan a las demás? ¿las intervienen? Para comenzar a responderlas invitaron a artistas a vivir la experiencia.
Sobre estas ideas el primero en llegar fue Moisés Barrios, quien propone una “imagen/acción/experiencia” a partir de la cual “ha tendido un puente de doble vía entre el árbol y el papel. En medio, la palabra, la voz viva que se despliega y se desplaza a través del bosque – ese espacio húmedo, oscuro, que remite al vientre y sugiere protección”, como establece Luis Méndez Salinas a partir de su propuesta. Luego llegó Inés Verdugo con su Segundo Acto donde problematiza las conexiones entre los objetos y su cotidianeidad, “el movimiento, el lenguaje, el pensamiento. Gestos que parecen insignificantes, pero que evocan lo cotidiano”.
Con sus propuestas dialogan las de Antonio Pichillá y Camila Fernández que llegaron posteriormente. Y el último en habitar el espacio fue Jorge De León con Ruido.
¿Por qué Ruido? le pregunto “porque mi trabajo es una unidad fragmentada, me ha preocupado siempre el ser humano y su relación con la ciudad, con su entorno. Con esta propuesta evoco el ruido lo que nos acompaña permanentemente en esta ciudad”, me responde y porque “de los capítulos que me perdí y no volví a ver solo me queda la estática y el ruido”, plantea desde su texto que es una invitación a pensar de cuantos de esos capítulos de la vida que nos perdimos nos queda sólo eso…el ruido.
Ruido/silencio. Fuego que quema las hojas / bosques – resistencia. Muerte/vida. Modernidad/contemporaneidad.
Ingresar a esta exposición colectiva es atreverse a estar en dos o tres espacios en el mismo tiempo- lugar. Es permanecer en un espacio de fronteras que se difuminan, fronteras entre el tiempo de una obra que fenece y una que nace o el renacer de ambas en ese nuevo tiempo que se forja de su estar juntas. También, entre el árbol, el papel y el fuego. Fronteras que dialogan en un tiempo que marca el propio espacio de la galería, antes una imprenta, con sus grandes máquinas -signo irrefutable de la modernidad que hoy se oxida (n)- en dialogo con la contemporaneidad -surrealista- del paisaje que se conforma en el dialogo de las piezas. De las y los artistas.
Que las fronteras artísticas son móviles, migran, se transmutan eso ya lo sabíamos, “se mueven” como canta Drexler, pero a mí Irregular me obligó a pensar en los bordes, en las expansiones de las obras más allá de sus confines, de sus límites, de las convenciones. Irregular es una invitación a pensar/vivir/sentir esos límites/fronteras, las que nos marcan un “hasta aquí” pero que el arte puja irrefrenablemente por romper, gritando en nuestra cara que los límites, esos límites, muchas veces, no tienen sentido. Es, además, una invitación a pensar no solo la expansión de los espacios del arte sino del propio tiempo de la obra ¿cuánto tiempo vive una obra?
Irregular se cierra este sábado 9 a las 18 horas. Habrá una nueva oportunidad para visitarla, dialogar y obtener el catálogo. Esta también es una invitación para que no se la pierdan.
Comentarios: 0