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Página principal > Reportajes > Entrevista > ENTREVISTA: Tonibelle Che, “No sos artista si solo te querés presentar en un escenario”
6 marzo, 2019  |  Por: Alejandro García En: Destacados, Entrevista, Reportajes

ENTREVISTA: Tonibelle Che, “No sos artista si solo te querés presentar en un escenario”

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Había una época que veía a Toni seguido. Por ahí del 2011-2013, cuando empezaba en el periodismo cultural, en el Diario de Centroamérica. Son de esas figuras que, bondadosamente, quisieron hablar conmigo en esos años y me dieron de qué escribir. La entrevisté a ella y a Pancho(rizo) varias veces en esos años. Juntos. Como pareja. Por Panchorizo a la carte. Por Maukuto y Malaka. Solo a ella. El Circo Suicida. Y así. Es más, un reportaje que le hice a Toni, en el 2012, fue uno de los primeros textos que publicamos en esQuisses. Otra vez la grabamos tocando acordeón. Victoria le tomó fotos por Los hermanos Rex.

Luego ella y Pancho se fueron y, pos, les perdí la pista. O algo así.

O no del todo. Cuando volvieron habíamos dicho de entrevistarla por lo del Tonicrochet, luego que por lo de Escénica/Poética. Pero se nos fue. Luego, antes de irme a estudiar fuera, unos meses antes de salir, nos topamos y recuerdo me dijo que estaba buscando becas. Le conté de la mía. “Ahí me contás cómo te va”, le dije y nos despedimos.

Siempre he admirado a Toni. Su intensidad, cuán ecléctica que es, su sinceridad, entrega, lo capaz que ha sido de reinventarse, crear nuevos personajes, dinamizar su obra y pasión creativa. Etcétera. Y, siempre, por su sensibilidad, sentido crítico y compromiso social. Pero, no habíamos coincidido. O dejamos de coincidir. O algo así. Pero a finales enero aquella dijo que se iba, que le había salido su beca y pos le escribí, felicitándola. “Seremos hermanos de beca”, le dije. Cursi que es uno. Y quedamos en juntarnos, para té y galletitas. Cursi que es uno. Me hacía falta hablar con aquella. Pinche cursi que es uno.

Me contó que, al volver, quiere poner una escuela de arte. Una escuela de arte que tenga de todo: formación artística, desarrollo de creatividad, conciencia social, acompañamiento a grupos vulnerables. Y que para esta escuelona, quiere tomar un edificio de la zona 1. Le sugerí las bodegas de FEGUA, en Gerona. “Ahí está, ahí la haremos”, dijo. Y en lo que se va, Toni está haciendo un montón, y siempre con esa actitud desafiante, transgresora, rebelde. Esa rebeldía parece estar en todo, en su faceta como bailarina (contrastada con artes marciales), en su faceta como actriz (mezclándola con el performance y otras ramas artísticas), en su faceta como maestra (llevando a sus alumnos y alumnas a las cárceles).

Toni, pues, está haciendo de todo.

Las muñecas, está presentando una adaptación de Los monólogos de la vagina, sigue dando clases de danza, este jueves y viernes formará parte de las actividades del aniversario de la muerte de las 41 niñas en el incendio del Hogar Seguro Virgen de la Asunción, le otorgaron una Fulbright y está aplicando a universidades en Estados Unidos, está estudiando Kung-Fu, quiere, en Estados Unidos, comprar una van, modificarla, vivir en ella y no pagar renta. Yo le digo que lo haga. Loco y pobre que es uno. ¿Cómo no se me ocurrió a mi estando allá? Tiempo…

Toni, ¿estás estudiando Kung-Fu?

¡Sí! (Sonríe, estira el cuello y abre los ojos como en guardia)

Toni tras bambalinas, para una presentación de ‘Panchorizo a la carte’, 2011.
Tu formación ha sido súper ecléctica, ¿va? ¿Fue algo que necesitabas para complementar, fue un hobby, fue…?

Por el ballet, la tendencia es estar acá (se pone de pie y se yergue) y no en estas alturas (se agacha). Me metí en la cabeza que mis rodillas eran débiles y que no era buena para saltar, y este entrenamiento me cayó re bien. La primera vez que me acerqué a las artes marciales fue en el 2007 con Manuel Corletto. Él daba entrenamiento para artistas que no querían competir. Nos hizo exámenes. Saqué cinta blanca. Siempre he padecido de las rodillas. Luego, lamentablemente él falleció en el 2009 y lo dejé. Pero si necesito aprender a desarrollar la calidad de movimiento de las artes marciales.

Toni estirando, previo a una presentación de ‘Panchorizo a la carte’, 2011.
¿Por qué?

Porque son movimientos que yo asocio con el valor, la determinación, la valentía. Yo quiero ser firme y determinada. Y por eso regresé. No necesariamente buscaba artes marciales, pero quería obtener esa firmeza. Quería mantenerme en forma. Y pues Tania, mi hija mayor, hizo Kenpo Karate, llegó a cinta morada. Un día aquella me dijo, “ay, cómo extraño el Kenpo”. Luego nos vinimos a vivir a la zona 1. Es que la última vez que me entrevistaste…

Toni y su acordeón durante una escena de ‘El Circo Suicida’, 2013
Fue en San Lucas.

Fue cuando estaba con Pancho. Teníamos seis gallinas, dos gatas, la chucha, la niña, la Pinta y la Santa María. ¡Era el país de las maravillas! Luego vendimos todo. Nos fuimos a México en el Mamuth. Necesitamos haber guerreado más en la calle. Regresamos y lo nuestro se acabó. Me quedé además sin mi compañero de trabajo. Todo se derrumbó. Pero, empezar de cero es algo maravilloso. Es horrible. Pero el recuperarte de una devastación emocional tan grande, te hacer crecer dos chiches y dos huevos de este tamaño. Y entonces, aparecieron las muñecas.

Toni en escena, parte de ‘El Circo Suicida’, 2013.
¿Eso de dónde viene?

Cuando vivíamos en San Lucas yo veía a Pancho hacer sus videos. Él es bien activo. Yo no tanto. Y quería hacer algo. Sabía tejer. Le hice una a Eva. Luego se me ocurrió hacer unas para Los Hermanos Rex y venderlos fuera del teatro. Cuando regresamos de México, llevaba tiempo de no tener trabajo, entonces empecé a vender las muñecas. Necesitaba un ingreso. Luego pues regresé a dar clases de danza, a niñas de 3 y 4 años. Yo había jurado que no iba volver a dar clases…

Toni y Pancho bailando, ‘Makuto y Malaka’, 2013.
¿Por qué no querías?

A la fecha no me siento capaz del todo. Es algo que aún me falta dominar. Por eso también empecé el show de Tony Campana, que era una viejita que tocaba el acordeón. Luego vino la Poética/Escénica con Paula Acevedo y Carolina Escobar Sarti, y en ese librito, dejé escrito en mi biografía, “Próximamente estará ingresando a Kung Fu”. Ahí lo dejé dicho. Al rato empezamos con Tania.

Toni, tras bambalinas, junto a Eva, ‘Makuto y Malaka’, 2012.
¿Llevás todo ese tiempo, entonces?

Sí, ahorita en mayo cumplo dos años. Ya tenemos la cinta amarilla, la segunda. Y el 29 de marzo queremos hacer el examen de la siguiente. Y, ¿sabés? También necesitaba algo que me endureciera después del embarazado. Lo de las muñequitas era todo suavecito, y este mundo es bien cabrón, no da tiempo de ser sutil.

Toni y Pancho, ‘Los Hermanos Rex’, 2013.
¿No tenías miedo, digamos, que el Kung Fu cambiara tu postura o tus movimientos a unos más rígidos?

No. Vieras es un gran esfuerzo sacar estos movimientos. Y no han desplazado mi faceta delicada. Ir a Kung Fu, para mi, es un acto de disciplina y determinación. Lo hago también por mi salud. Recuerdo que cuando trabajaba con los chicos de Mojoca y las patojas de la Alianza, después de pasar el día entero escuchando realidades súper fuertes, me dejaban toda triste y golpeada, y resultaba con migrañas. Estas clases me sacan el jugo, hacen que libere todas mis tensiones. Si te sentís triste o enojado, ponete a hacer despechadas, a sudar como coche; es maravilloso. Yo entraba con migraña, salía sin la migraña.

Toni y Pancho, ‘Los Hermanos Rex’, 2013.
¿Te ha influenciado esto en tu trabajo como bailarina?

Sí, definitivamente, y como maestra. Casi me echan de la Escuela Superior de Arte porque me metí a dar Técnica II, pero mi pensamiento es que si querés bailar danza contemporánea, no les des ballet. Dales acrobacia, artes marciales; ejercicios que integren tu cuerpo. El Kung Fu te diversifica el lenguaje, te da una capacidad de movimiento que no te da ninguna rama de la danza contemporánea.

Toni y Tania practicando Kung Fu.
De tus héroes de la danza, heroínas, ¿habías visto a alguien que practicara artes marciales?

Fijate que como me alejé del mundo de la danza, dejé de tener héroes bailarines. Mis héroes creo que son artistas de otras disciplinas, no necesariamente bailarines. Encontré, por ejemplo, este chavo de la india, que incluye artes marciales…

¿Parkour?

¡Sí! Ya ves que la muchachada ahora experimenta más. A mi me toca estar como en medio. Ellos ya tienen activado ese chip. Veo que en los campamentos ahora tienen clases de capoeira y parkour. Y como te digo, para moverte en las artes contemporáneas tenés que hibridar. A mi todavía me cuesta. Estoy como con un ojo en cada lado. Sí me formé como una bailarina clásica: ballet, hice gimnasia, pero luego otras ramas me salvaron de la monotonía.

Pero, no sé. Después de tanto proyecto como que ya no solo sos una bailarina, ¿no? El baile solo es uno de los complementos de tu camino artístico. ¿Te considerás todavía una bailarina?

No, fijate. Creo que si me tengo que definir sería una artista escénica. Me gusta estar en escena, pero recobré la palabra. Ya ves que los bailarines no hablan en escena, no trabajan su voz. Eso sí lo he recuperado. Y ahorita estoy más engazada por ser payasa, pero una payasa súper corporal… (alguien en la sala de Toni estornuda) ¡Salud! (Risas. Toni me ve como diciendo, ¿qué pasa?) En el 2016 vino Mario González, que es este maestrazo, de los grandes del teatro guatemalteco. Se fue a Francia. Es un maestro de maestros. Juliette Binoche (The English Patient) fue su aluna. La cosa es que vino a dar un taller acá, con Sabrina Castillo y su taller se llama De la máscara neutra al payaso. Quedé engasadísima. Los últimos dos años mi proceso creativo ha estado vinculado con Mario y el teatro. De hecho, voy a estar en el Festival de Teatro, por primera vez con un monólogo que trabajé con él. Todo eso es quien soy ahora, no solo una bailarina.

Toni atando su cinta amarilla.
A veces creo también que tu diversidad proviene de la tenacidad de Tania. A aquella siempre la veía estar involucrada en varios proyectos, no solo con ustedes. ¿Qué crees que te ha enseñado la tenacidad de Tania?

No sé si la describiría como tenaz. Creo que es más fluida. Ella fluye y si ella me enseña algo es a fluir. La tenacidad la trabajamos juntas. Si por nosotras fuera, nos quedaríamos en casita viendo películas. Pero ella quien a veces me empuja que vayamos al Kung Fu. Creo que ni yo he sido tenaz. No es algo que haya aprendido de mis papás. Todo fue siempre muy cómodo. Mi papá me apoyó siempre en todo. He ido desarrollando la tenacidad por esfuerzo propio. Ella se adapta con facilidad a todo.

¿Crees que ese formación de casa fue la semilla de tu carrera y de que haya sido tan diversa? El hecho que decís que siempre te apoyaron me parece clave para formar quién sos ahora.

Puede ser. Sí sentí plena libertad durante toda mi vida. Mis papás se encargaron de darme una plataforma estable desde la cual siempre me sentí libre. El decirle, “Vos podés hacer lo que querrás”, a un niño, le estás afirmando su potencial; esos niños crecen con convicción. Es un gran regalo.

¿Lo has replicado de forma natural en tu trabajo con poblaciones vulnerables, o fue algo más pensado?

Sí, mi papá dejó instalado eso en mí. Fue también saber que tenemos una responsabilidad con todos los seres humanos. Yo a los 10, 11 años ya lo acompañaba a La Limonada a las actividades que él había organizado, a ir a dejar juguetes.

Toni y Tani posando con Boris Alvarado, sensei de la academia Shaolin Chuan.
¿Tu papá qué es?

Él es un vendedor (sonríe). Siempre lo ha sido. Nació en Cobán de una familia matriarcal. Él estudio el bachillerato en Alemania, era súper cool, había viajado, sabía alemán, tenía buen trabajo, entonces mi mamá babeaba por él. Pero sabía de dónde venía. Creo que cuando venís de un origen humilde tenés activa esa conciencia. Él mantenía una búsqueda espiritual muy fuerte. Meditaba. Él leía muchos libros de psicología. En la casa teníamos conversaciones del universo y el por qué estamos acá. Él también afirmaba mi sensibilidad. De repente lo llamaban, “Le hablamos del colegio. Su hija Tonibelle recogió un gato y acá está, así que venga a llevarse el gato”. Y él nunca me regañaba por cosas así.

¿Eso sí pasó, lo del gato?

Sí (risas)

¿Nunca te recriminó?

No. Siempre me dio alas.

Pero tuviste encontronazos con catedráticas, supongo, u otras figuras de autoridad.

Toda la vida.

¿Y por qué regresaste a ser catedrática?

Bueno, primero era una posibilidad de trabajo (risas). Luego ya me enamoré. Yo me recuerdo de un grupo de niñas que llegaron a las clases de ballet todas rígidas. Yo les decía, “Muchá, relájense. Vamos a la barra y vamos a hacer este movimiento” (Toni se pone de pie y empieza a bailar el charleston). Y ellas, “Eso no es ballet”. Y yo, “No, no es ballet, pero no van a poder llegar al ballet con una mente cuadrada, rígida”. Y la que era la mejor para el ballet, no podía. Un día me puse con ella y le dije tantas cosas, “vamos, tu puedes”, y así, mientras le hablaba, ella mejoraba, hasta que lo logró. Como docente tenés el poder de cambiarle la vida a la gente.

Pero son solo tus métodos, es tu energía, ¿va?

La gente piensa que estoy loca, no sé. Que abro mucho los ojos, que soy súper engazada. Creo que la gente se siente intimidada. Me topo con alumnos más tradicionales y cuadrados, y se asustan. He tenido alumnos que me odian y han pedido mi cabeza, que dicen que no sé nada. Quizás son alumnos a los que he confrontado un poco. Creo que un estudiante universitario y un artista debería tener el valor de ir a dar una clase a la cárcel, al basurero, al relleno sanitario; a cualquier lugar. No sos artista si solo te querés presentar en un escenario. Pero digo eso y todos ponen el grito al cielo, que cómo se me ocurre, que qué peligroso. Por eso voy a abrir mi propia escuela.

En Gerona están las bodegas abandonadas de FEGUA, que llevan años así, desde los noventa. Siempre pensé que sería chilero crear cabal una pequeña ciudad artística ahí. Contrastar con el edificio tenue y muerto del MP. Contrastar las corbatas con instrumentos. Las bocinas de los carros apurados con tambores. Y que esté disponible cabal a las y los niños de La Limonada, de Gerona, del resto de Zona 1, Zona 2, Zona 5, Zona 6…

Pues ahí está. Ahí la haremos.

¿Cómo crees que la docencia ha complementado tu lado artístico?

El intersticio entre el arte y la academia, ése es mi tema de tesis (sonríe). Ya me preguntaron de mi tesis en una universidad, y ya dije eso. Quiero enfocarme en la investigación en las artes, donde usas tu medio artístico y medio creativo para contrarrestar o informar la teoría. Siento que la investigación en arte, o basada en arte, puede servir no solo para la creación, sino para la docencia. Esto lo he amarrado a mis clases. Hacemos bitácoras. Ando obsesionada con las bitácoras. Cuando Mario (González) vino a Guate, él me preguntó que qué quería hacer para el montaje. Y yo, “Pues, tengo un cuaderno”. Le mostré mis diarios, me pidió que los leyera. Los editamos, hicimos un mapa; me di cuenta que me estaba obligando a ser más consciente. Estoy obsesionada con el proceso creativo y cómo cada mente tiene su forma de crear. A mi me estimula dar clases, me obliga a leer, a estar con jóvenes, a ver cómo piensan y crean. A veces me han acusado por ser psicóloga, dicen “¿qué tienen que ver las emociones en el arte?”.

(Silencio)

Ay, Dios. Hago la cara esa de Robert Downey Jr. Ahí la ponés. Entonces, como te decía, a veces me han acusado por ser psicóloga, dicen “¿qué tienen que ver las emociones en el arte?”

¿Qué esperás ahorita que te vas, de todo este viaje que incluye el retorno?

Primero acceder a un cuerpo de conocimientos de forma rápida e intensiva. Quiero dejar amistades y vínculos para la colaboración futura. Pero, principalmente, quiero volver con toda la fuerza y poner la escuela. Formar a mi equipo. Hacer un pensum de ahuevo, que afecte a las nuevas generaciones. Que los estudiantes salgan siendo unas máquinas para pensar, crear y criticar; para crear con incidencia, que sean capaces de ir a contagiar esa energía a lugares de mayor vulnerabilidad. Hay una palabra que me encanta, “medrar”. Significa crecer sanamente. Sí quisiera tener un gran impacto, revertir toda la violencia, y que la nueva generación pueda medrar. Quiero venir a socar de proyectos. Poner varias sedes. En Petén, en Toto…

Fotos Victoria Castañeda y Maria José Vielman

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Toni
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Escrito por Alejandro García

Zurdo. Soy fiel creyente en la comunidad y colaboración. Inquieto noctámbulo. A veces leo, a veces viajo, a veces tomo fotos, a veces hago música, muchas (muchas) veces escribo, a veces no. Orgulloso piloto de un Subaru intergaláctico.
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Comentarios: 1 respuesta

  1. Wendy Herrera 7 marzo, 2019 Responder

    Una persona muy original, espontánea tuve la dicha de compartir con ella incluso me dio clases años atras te contagia su buena vibra deseo de todo corazon que logre cada una de sus metas. Además es una persona a quien le guardo mucho aprecio.

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