Lenina García (1992)
Maestra de Educación Primaria y Profesora de Enseñanza Media en Lengua y Literatura por la Universidad de San Carlos de Guatemala. Estudiante de la Licenciatura en la Enseñanza del Idioma Español y la literatura e integrante del Colectivo Literatas que dan lata. Sus cuentos y poemas han sido publicados en La Revista Primeros Auxilios, Volumen 1, Chuleta de Cerdo Editorial (2016) y en blogs digitales. Ha leído su poesía en Ferias del Libro y en el Festival Internacional de Poesía Aguacatán 2017.
Además de escritora y poeta, mantiene un fuerte activismo por la Educación pública. De 2012 a 2017 coordinó el Programa Educativo del Niño, Niña y Adolescente Trabajador PENNAT y de 2017 a 2019, ocupará el cargo de Secretaria General de la Asociación de Estudiantes Universitarios “Oliverio Castañeda de León” de la USAC.
Inventario
No tengo voz
solo el silencio
de un mueble de cocina.
No tengo manos,
solo herramientas
para ser explotada.
No tengo pies,
tan solo figuras
que arrastran
cansancio infinito.
No tengo ojos,
solo agujeros
donde se cuelan
aguas negras.
No tengo piernas,
aparecieron mutiladas
en una banqueta.
No tengo espalda,
solo un muro
donde escalan otros
arrancándome la piel.
No tengo cintura,
solo un espacio
donde ser atada
a los demás.
No tengo vagina,
solo un rincón
donde parir soledades.
No tengo lengua,
No tengo brazos,
No tengo rodillas,
No tengo orejas,
No tengo senos,
No tengo vientre…
Expulsada del paraíso
condenada al destierro,
soy un espectro
que flota en el aire
con una corona de espina
Sabiduría de las abuelas
Las abuelas dicen
que hay que cortar los rosales
en Luna llena,
para que crezcan.
Que hay que tener buena mano
para sembrar.
Hablarles a las plantas,
echarles agua.
Así corto mi cabello
para remover las hojas secas.
Es el tiempo,
de la joven en flor.
Sexto sentido
Se apagan las luces
y la llama sigue encendida.
Mientras las repisas caen
y los rincones perecen
las imágenes van girando
en su órbita.
Detengo el tiempo
y lo abrazo en mi pecho.
Respiro, solo respiro.
Levito en el aire,
me hago polvo,
activo el sexto sentido
de mi ser en cautiverio.
Suelto el colibrí
escondido en mi lengua.
Me integro al ritmo
de este mundo inexplorado
no susurrado
no inventado.
Se mueven mis placas,
la venda se rompe.
Solo quedo yo
y mi sexto sentido.
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