Por: Pablito Bromo
Hablar de Filoxera no me resulta difícil. Su composición sonora –y su actitud frente a lo que significa “hacer música”– siempre me ha parecido de lo más atinado, estructurado, admirado y hasta envidiado. La música les sale fácil, pues, y su nuevo disco es el mejor ejemplo. Acá les comparto unos apuntes sobre su música. Una chulada creada con mucho talento. Con abundancia de ensayos, furia sonora y… por qué no, con pasión y sobriedad chingona.
Si ubicamos bien la movida musical de Guate de los últimos veinticinco años, nos podemos dar cuenta que el grunge noventero ha sido el “mainstream” o ecuación cuasisagrada y dominante hasta la fecha. Me refiero a reefs intensos (¿hasta walls of sound diletantes y exagerados?), batacas “sonámbulas” y “en peda”, gritos exasperados, ganas de “coverearlo todo en antros”, líneas de bajo influenciadas por Pixies, Soundgarden, Nirvana, Pearl Jam, Alice in Chains, etc.
Claro, hay excepciones, pero… ese registro sonoro o inspiración “aduladora” nos dejó perdidos por muchísimos años en sonidos amigables y hasta escuálidos del siglo pasado. Para mí, Filoxera, es una de las bandas que interpretó otra realidad desde su primer álbum y, ahora, hay mucha madurez y solidez para trascender.
El disco arranca con una furia espectacular, de esas que te presagian solo sonidos buenos. En esta intro está demostrado lo que Filoxera podría hacer como banda sonora para filmes espectaculares y hasta épicos. Luego sigue una tonadita “casi caribeña” que te mueve los pies: «Dance for me now, dance for me now… y baila y baila y baila». Sus sonidos son pulcros, bien cuidados y con una voz de David Lemus excelentemente articulada –de las mejores vocales de Guate–. La rola derrocha talento con Alejandro Guerra en el bajo y Andre Gamez en la guitarra, al igual que en la rola que sigue “Wondering”, donde una excelente armonía nos abraza desde el inicio, acompañada de reefs donde tienen que estar puestos. Mucho funk, garage rock y presagios jazzeros que todo lo pueden.
El único inconveniente que les encuentro (por momentos) es que David cante en inglés, tomando en cuenta la riqueza del español como nuestra lengua madre. Pero eso también enriquece e internacionaliza a Filoxera –algo que siempre he defendido cuando me encuentro amigos que les molesta que canten en inglés–.
Tener la facilidad de hacer crossover de inglés a español es un talento y no una equivocación. Además, su música habla por sí sola. Y sus composiciones en español son directas, pegajosas y súper atinadas. El ejemplo lo vemos en “Aquí estoy” y “Sin control”, donde un derroche mágico invade los oídos y provoca unas ganas locas de bailar y abrazar la vida: «Tengo el corazón… latiendo sin control».

Pero no hay duda que “Fuel” y “Facing the sun”, sus primeros dos sencillos de este tercer álbum, son una delicia descarada y multidisciplinaria. El excelente manejo de la voz en David, los acordes precisos de Andre y las líneas magistrales del bajo de Alejandro se lucen completitas y nos muestran a una banda poderosa.
¿Dije poderosa? Me corrijo: ¡Poderosísima!

Pero hay un elemento detrás que todo lo hace brillar y relucir: David Chinchilla en la batería. Su precisión e incisión para golpearla es una delicia. Por momentos hay intensidad y por momentos tantísima sobriedad. Pareciera que cada rola late por sí sola –como un corazón o un mar profundo lleno de vitalidad–. El ejemplo es la instrumental “Underwater Greenology”. Una exquisitez de rola donde se muestra la sincronía que la banda produce en el oído y en el resto del cuerpo. Los sonidos avanzan como una marea profunda que todo lo invade. Aquí se lucen todos los artilugios y capacidades exploradoras de la banda. Hay melancolía, hay crudeza, hay emoción, hay misterio, hay magia. 100 puntos para Filoxera por esta rola.
Pero aquí no termina el álbum, y eso es lo excelente. Cierra con “Girl”, una rolona contundente con muchas influencias, pero con un sello muy propio de Filoxera: la dulce y melodiosa voz de David, a quien vengo siguiéndole los pasos y el crecimiento de su talento desde la desaparecida Woodser.
En general, una belleza de álbum que nos envuelve con sutileza, cariño y fuerza. Perfecto para ponerlo de soundtrack en un viaje por las carreteras de Guate mientras olvidamos las tristezas, los rencores y los malos ratos. También, por qué no, para disfrutarlo al lado de tus personas favoritas… y bailar, bailar, bailar con vino tinto –al que el nombre de la banda le hace de alguna manera referencia y reverencia–.
Un álbum, que deseo llegue lejos porque tiene todo para hacerlo. En conclusión: Toda mi admiración para los Filoxera por este gran aporte a la música de Guate.
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