Quise cambiar el enfoque de mis entrevistas. Comencé a buscar nombres de artistas guatemaltecas que han logrado transmitir nuevas sensaciones a través de sus piezas. “Buscá a Ale Bara. Tiene su página y sus obras son bien de ahuevo”, me dijo una amiga que conocía el proyecto.
Unos dos días después me mandó un correo. “De ella te hablé”, me recalcó. Cuando me metí a la plataforma de Ale, me di cuenta que había visto un par de sus murales en la capital. Los colores de sus piezas me cautivaron y los personajes me hicieron recordar parte de mi infancia—una buena parte—.
Le escribí por el chat de Facebook. Ella estaba de viaje, regresaría a Guatemala en unos días y luego volvería a salir del país. Después de unos cinco mensajes y varias llamadas que se perdieron en los cables, nos coordinamos y llegué a su nido.
Pensé que habría más tránsito para bajar a la Antigua. Cuando se abrió la puerta vi muchas gradas y nos fuimos directo al estudio, en la parte más alta de la casa. La mirada era espectacular. El clima estaba templadito y los banquitos estaban perfectamente colocados alrededor de la mesa cuadrada, al centro. Nos sentamos y comenzamos a hablar.
RO: ¿Cómo llegaste al arte, a la ilustración?
AB: Desde pequeña y siempre he dibujado comics. Era mi forma de jugar con muñecos. Siempre quise estudiar caricaturismo, pero la carrera no existía en Guatemala. Entonces estudié Diseño Industrial. Luego comencé a trabajar en un periódico de la universidad. Tiempo después viajé a Noruega, me trasladé a Nueva York y le vi un verdadero potencial al arte. Mi estilo se mantuvo en todo el camino, pero logré hacer la transición hasta llegar a entender que esto es arte. Comencé a hacer pinturas, participar en exhibiciones y finalmente logré dedicarme a esto.

¿Cómo han cambiado los autores que influencian tu obra a través de los años?
Ahora seguís a muchas personas en las redes sociales y son tantas que perdés la noción de cuántas… Una de mis favoritas hace tiempo fue Julie West, ilustradora y un chavo que se llama SupaKitch que es de Bélgica pero mi inspiración son los humanos, lo que veo a mi alrededor.
Por ejemplo mi estilo de ahorita comenzó en Kenia. Mis personajes comenzaron a ser más narizones, pelones. Me gustan mucho las pinturas aborígenes y las personas creen que es algo latino pero que en realidad comenzó en África. Cada etapa de mi vida me he inspirado en cosas diversas y con ello han evolucionado mis piezas. Además comencé en arte digital, luego collage y hace un par de años empecé a pintar con acrílico, técnicas de grabado y así.
¿Cómo llegaste a las técnicas artísticas que utilizas actualmente?
Cuando comencé en el arte digital no me gustaba solo imprimir, porque es todo en masa y la verdad no era el arte al que yo quería llegar, entonces comencé a cortar las piezas y a hacer collage. Evolucioné y decidí dejar por completo el arte digital y comencé con el grabado. ¿Cómo llegué? ¡No sé! Solo siento que te llama la atención y empezás a experimentar. Así lo hice.

¿Qué querés transmitir con los colores que usás?
Cuando comencé en el arte me di cuenta que los colores reflejaban mis emociones y todo lo que hacía mostraba mucho enojo, tristeza. Me enfoqué en que el arte reflejara lo feliz que me hacía. El arte te deja expresar y dejar ir las cosas. A través de emociones comencé a dibujar cosas que me sacaban una sonrisa. También quiero expresarle eso al público. Que se diviertan. Que el arte los haga felices. Por eso los colores vivos.
¿Cómo describirías tus obras?
Me gustaban mucho las caricaturas de Quino, eran muy simples y tal vez a eso quiero llegar siempre. Mis obras, siento que tienen ese tono de simpleza. Van al grano. Lo que quiero transmitir es fácil de detectarlo. Mis piezas son bien directas.

¿Qué representan tus personajes? ¿Son extensiones de ti misma, aspiraciones, pura ficción?
Representan la vida. Es lo que veo. Siempre he sido fóbica a las multitudes pero miro personas por todos lados y algunas son divertidas para dibujar. Los personajes siempre son lo más importantes de mis piezas. Los colores son solo un complemento, el fondo es lo mejor relevante. Siempre parto de mis personajes.
Has vivido en Nueva York, Taiwán, exhibiste en Canadá, Inglaterra, Berlín, etc. ¿Cómo influyen todas las culturas, estas ciudades en tu estilo, tu sello y obras?
Sí, fijo. Muchísimo. Por ejemplo, como lo decía antes, mi estilo actual nació durante mi paso por Kenia. Me encanta el arte de los indios americanos también; los símbolos tribales, cómo se pintaban la cara y trato siempre de ponerlo en mis piezas. El diseño industrial me llevó a viajar un montón y ahora que me enfoco en el arte pues el camino me ha dado otras posibilidades.

¿Cómo es tu proceso creativo? ¿Cómo abordás un nuevo dibujo, una nueva obra?
La verdad es más mental. No me gusta bocetar tanto. Para mí, los bocetos son preliminares, se ven feos, no me gustan. Cuando ya tengo la imagen mental, hago el boceto, veo si está bien y lo hago. Incluso hay veces que no hago boceto, ya con la pieza en la cabeza, agarro los utensilios y lo dibujo.
Ahora para que nazca la idea, tengo dos líneas o dos formas. La primera es cuando tengo exhibiciones porque siempre hay un tema. Es más planificado. Propongo un tema, veo cuántas piezas puedo sacar, cómo lo construyo y listo.
Por otro lado, siempre cargo un cuaderno de boceto y cuando veo una persona divertida para dibujarla, lo hago. Si siento algo en determinado momento, dibujo. Este cuaderno me ha servido para perder el miedo, porque dibujo con lapicero y si me equivoco, debo ver la forma en cómo corrijo y que se vea que es parte de la obra.

Trabajás con distintos materiales. Agua, madera, concreto y demás. ¿Cuál es tu favorito y por qué?
Me gusta mucho la madera. Cómo se ven las vetas y aunque a veces lo cubro casi por completo, trato de dejar espacios en donde se vea la madera. Es la vida que llevó un árbol. Tomás la vida de algo y lo aplicas a una obra. ¡Eso es arte!
¿Cómo impactó en tu vida dedicarte a la ilustración, al arte?
En todo sentido. No me gustan las multitudes y eso me hizo quedarme en casa. Prefiero estar en un lugar solita y dibujar. Si estoy en un lugar, aburrida, tomo mi cuaderno y me voy a mi mundo. Es mi forma de alejarme de esa fobia. Además pinto mucho de temas sociales y eso afecta las percepciones. Es mi zona de confort, el cuadernito me protege. Me siento súper tranquila cuando dibujo.
¿Podrías describir más a fondo lo que sentís cuando dibujás?
Tranquila, feliz, cómoda. Mi vida sin el dibujo sería re aburrida. No sé ni quién sería. No sé qué otra cosa podría hacer. Me gusta mucho patinar, ir en bicicleta. Me encanta la naturaleza porque te inspira, pero al final sigue siendo parte de lo mismo.
¿Hasta dónde soñás ver tus obras? ¿Cuál es el siguiente paso para continuar luchando por ese sueño?
Solo quiero hacer arte. Si puedo seguirlo haciendo y vivir de eso, seré feliz a donde quiera que me lleve. Que me siga dándo de comer y que a la gente le siga gustando lo que hago, soy feliz. Mi vida también la quiero simple. Actualmente me quiero enfocar más en viajar. Estoy participando en muchos festivales de graffiti.

Además me gustaría motivar a más mujeres a involucrarse en el mundo del graffiti, en el arte urbano. En Guatemala hay pocas.
*Todas las fotografías de esta entrevista son cortesía Ale Bara*
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