A mediados de noviembre del año pasado comencé a buscar arreglos para bodas. Escribí mi correo en unas 72 o 73 páginas para que me mandaran ideas de decoración para las mesas, la iglesia, el civil y un nubarrón que aún no sé cómo asimilar. No me quejo. Solo sigo sin entender muy bien sobre ese mundo de finuras y romanticismo.
Visité varias páginas que trabajan con madera. Es trillado. Quiero que mis centros de mesa, tengan un tronco. En fin, entre mis sugerencias de Facebook me apareció Javier Lucero Wood Art. Me llamó la atención más allá de los planes de boda. Sus obras eran majestuosas y pensé “sí, lo tengo que entrevistar”. Javier hace pirograbado. Es una técnica que consiste en grabar imágenes en piezas de madera. Se hace con un instrumento de metal que enciende su punta para quemar la superficie y crear la obra.
Le escribí un mensaje privado y pocos días después nos juntamos en San Martín de Periroosevelt; en la calle había una bulla insoportable, típica de las cinco de la tarde y el clima cambiaba constantemente entre calor y frío; yo igual me tomé un café con leche y él una rosa de Jamaica, para refrescarse.

eQ: ¿Cuáles fueron tus primeras influencias artísticas? ¿Cuándo y cómo te comienza a interesar el arte?
JL: La verdad nunca me dediqué al arte; estudié y trabajé en otras cosas. Soy ingeniero industrial, pero estando en unas fincas me intoxiqué con algunos productos que crearon una afección en mi sangre y estuve por seis meses en el hospital y luego tenía que estar otros seis meses en tratamiento. Iba a la clínica, pero el procedimiento era muy fuerte e invasivo, entonces no me permitía seguir trabajando. Sin embargo, mi mamá siempre ha sido maestra de arte y me recomendó tomarlo como terapia. Tenía suficiente tiempo para distraerme haciendo otras cosas. Con el paso de los meses me comencé a dedicar a esto. Inicié en la pintura pero sentí que habían muchos que lo hacían y decidí probar el pirograbado.
Creo que el arte ya lo traía en las venas. Desde pequeño veía las clases de mi mamá y aprendía sin darme cuenta. Se me facilita y hasta mi mamá me lo dice. Nunca recibí clases formalmente, hasta que comencé esta nueva etapa de mi vida en 2015, cuando fue exclusivamente el pirograbado. Comencé con animales, luego con fotografías porque lo piden mucho.

eQ: ¿Qué instrumentos se necesitan para elaborar una obra en el tronco de un árbol?
JL: Es todo un proceso. Uno debe escoger la madera porque no todas son útiles para esto. He probado con varias y por ejemplo algunas se queman muy fácil y pierden el detalle. Luego, con la rodaja seleccionada, se debe lijar para que quede súper lisa. Comencé con la mano a hacerlo, pero con el tiempo te vas haciendo de más herramientas. Claro, adicional a ello hay, que tomar en cuenta la máquina con la que se hace el grabado. El pirógrafo es como un lapicero, como una máquina de tatuajes, pero la punta se pone roja por lo caliente y con eso se va quemando. Es difícil. Si uno quema rápido deja una huella suave y si se quiere algo más profundo se deja más tiempo y así.
eQ: ¿Por qué comenzar con este tipo de lienzo?
JL: Tal vez la forma, ver la rodaja me da una sensación distinta. No sé cómo explicarlo, pero tal vez es por lo diferente, por la forma en que se presenta una obra. Creo que me enamoré de la madera.

eQ: Hay variedad de diseños en tus obras como temas religiosos, de deporte, animales, libros… ¿cómo describirías técnicamente tu trabajo?
JL: He tenido etapas porque al principio buscaba mucho los animales. Después comencé con rostros y también me gustó porque uno le pone un sentimiento distinto. Vengo de una familia muy creyente y quise hacer una serie con los rostros de diferentes nazarenos de Guatemala. Comencé con el Jesús del Consuelo de la Recolección, ahorita estoy trabajando el de La Merced y es diferente.
eQ: ¿Cómo es tu proceso creativo, desde que comienza la idea hasta que finalizás la obra?
JL: Desde escoger la madera. Luego se lija y comienza la parte del dibujo. Yo lo hago en papel porque la madera se mancha y eso lo complica todo. Luego, tipo tatuaje, paso el contorno para tener idea de dónde quemar. El resto de detalles los hago a mano alzada y me puedo tardar entre dos semanas hasta un mes o un poco más, dependiendo el tamaño y los detalles.

Actualmente tengo ya unas siete máquinas porque, como se calientan, no se puede trabajar por lapsos extensos entonces comienzo con una, unos 15 minutos y luego descanso 10. Trabajo como tres horas pero sumando todo son unas seis horas. Es un proceso largo, de mucha paciencia, yo soy súper paciente.
eQ: ¿Cómo crees que se refleja Javier Lucero en estas obras?
JL: Definitivamente en la paciencia. Gente que se dedica al arte me ha dicho que no podría hacer arte en madera porque lleva mucho tiempo. Soy alguien a quien le gusta desarmar y armar cosas, meterme a hacer algo que requiera mucho tiempo y esto es así. Soy paciente.

eQ: Tu trabajo ¿tiene la influencia de algún otro artista o artistas que plasmen sus obras en el mismo tipo de superficie?
JL: Siempre busco artistas o tutoriales de dibujo, sombras. Los artistas que más miro son de pintura, entonces no es que tengan influencia directa. Por ejemplo sigo a un artista mexicano de hiperrealismo que se llama Mar Martínez, pero él hace óleo. Tal vez un par de canadienses que sigo en Instagram que me motivan a hacer algo distinto y así voy buscando cómo innovar. Además ayudó la relación de mi mamá con el arte; eso siempre estuvo en mi vida. Acompañarla a comprar pinturas, ver los lienzos… todo eso.
eQ: Tus obras tienen una estructura muy limpia. Sé que en la madera se pasa el borrador, el bosquejo pero, ¿esa primera fase también es limpia?
JL: Al dibujo no le pongo mucho tiempo porque no es donde se quedará la obra. Es un desperdicio. Es más que todo para tener una idea del contorno y en la madera ya se van viendo las sombras, los efectos, los detalles y todo lo que le da un sentido.

eQ: ¿Cómo describirías la evolución personal y como artista que has tenido desde la primera obra que hiciste hasta la última?
JL: De los primeros que hice fue el escudo de mi familia, el apellido Obiols. Era un como leopardo y yo me doy cuenta en los trazos porque los miro y si se me ha soltado la mano. Va cambiando. Ahorita en un rostro me puedo tardar unas dos semanas y al inicio el doble de tiempo. Ahora me emociono, empiezo y no quiero dejar de hacerlo.
Además me dedico por completo al arte; cuando me enfermé perdí parte de la memoria, no recuerdo al cien por ciento todo lo que viví antes de enfermarme y fue un proceso largo y que nos pegó mucho a mí y a mi familia en lo emocional y económico también. Pero el arte me ayudó a salir. Sin el arte no habría podido estar donde estoy.

eQ: ¿Alguna de tus obras es más especial para ti? ¿Cuál sería y por qué?
JL: Yo creo que el primer rostro de los nazarenos que hice. Mi familia, como te decía, es muy católica y para mí fue algo especial, como una oración. La mirada de ese Jesús es lo que más llama la atención porque es profunda, me hace sentir algo diferente.

eQ: ¿Te gusta más el detalle de los rostros, de los cuerpos? Tu catálogo es variado, así que has hecho obras con distintos detalles.
JL: De los rostros creo yo. Me he vuelto muy observador, me fijo en las sombras y en los tonos. Cosas en las que no me fijaba antes.
eQ: ¿De qué depende el tiempo para terminar una obra? ¿Cuántas horas se invierten en las distintas obras?
JL: Una obra tan pequeña tampoco hago. Hacerlo con mucho detalle puede ser más complicado y tardarme mucho más tiempo. Obviamente más tiempo es más caro. Las más pequeñas que recomiendo son trozos de unos 30 por 30 centímetros. Por ejemplo, con el Jesús que ya hice me tardé un poco más del mes por los ojos, que yo comienzo mi obra siempre con eso: con los ojos y en el pelo que podés hacer con líneas pequeñas o ciertas técnicas que aprendí en el camino. Quemé, no sé cuántas maderas, pero comencé con las tablas y paletas de la cocina de mi mamá.

También hay que tomar en cuenta el tiempo de secado porque todas las rodajas deben pasar por eso. Si están húmedas la obra no queda bien. Son alrededor de tres meses.
eQ: Mientras estas haciendo alguna obra ¿te gusta escuchar música, tomar café, caminar o hacer algo más?
JL: Me gusta primero que nada trabajar de noche porque por el quemado sale humo y no me gusta oler así. No soy mucho de tener distracciones, me gusta quedarme totalmente concentrado en lo que estoy haciendo. No me gustan los ruidos o hacer algo más.
Excelente trabajo, y un artista con mucha profundidad y paz.
Increíble, y me encanta lo que hace.