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Página principal > Columnistas > Texto > Silvia Trujillo > Del valor de una “princesa” para vender un feminismo inocuo
24 mayo, 2018  |  Por: esQuisses En: Columnistas, Silvia Trujillo, Texto

Del valor de una “princesa” para vender un feminismo inocuo

collage-Megan

 

 

 

Por: Silvia Trujillo

A los medios de comunicación les ha resultado una mina de oro “la boda real” porque les ha servido para mantener ocupada a sus audiencias en las trivialidades del caso, los atuendos, los peinados, lo que dijo o dejó de decir la reina Isabel y un sin número de tonteras por el estilo.

Tonteras o no, muchas personas, de hecho, muchas jóvenes se levantaron el sábado 19 de mayo muy de madrugada para no perderse la cobertura del magno evento.

“Una princesa feminista que rompe moldes” tituló Clarín en Argentina, “una feminista en el palacio” publicó La Nación un par de días después, “La que conquistó al movimiento feminista” fue tapa en España, mientras que otro medio de ese país se refirió a “los gestos feministas” de la otrora actriz. No faltó quien sutilmente enfatizara quien es la que manda “una feminista en la corte de Isabel II” y así sucesivamente muchos de los grandes medios del mundo eligieron darle a Meghan Markle la identificación de feminista.

¿Y eso que tiene de malo? Se pueden estar preguntando en este instante. Pues, de malo nada, sin embargo, hay que mirar con mayor detalle que hechos fueron los enfatizados o, mejor dicho, que idea de feminismo nos han querido vender los medios de comunicación.

Y que quede claro, que no le estoy pasando el “feministómetro” a ella, a quien ni he visto en el programa en el que trabajaba como actriz. Lo que me preocupa es ese énfasis que han puesto en los tratamientos informativos en ciertos aspectos que centran su atención en detalles de forma, pero no amplían la visión para analizar el contenido. Leí hasta el hartazgo -porque todas las coberturas, con uno u otro cambio, dijeron lo mismo -que ella es feminista porque rompió el protocolo, entró sola a la iglesia (no con su papá para que “la entregara”) y no pronunció el verbo “obedecer” en sus votos matrimoniales.

Sin pretender minimizar “esos gestos” de la persona en cuestión, a menos que sea un timo, me parece de muy poca monta querer reducir el feminismo a ese remedo de autonomía en el marco de un ritual arcaico en una monarquía medieval.

Los mensajes más sexistas daban cuenta del ascenso social que implicaba para ella haber “cazado” al príncipe (por las redes aparecieron una serie de memes del estilo “esta es la cara de una mujer que nunca más deberá preocuparse por lavar platos”), mientras que otras coberturas pusieron énfasis en los privilegios que ella gozará a partir de esta boda… y es que ser una princesa de Windsor no es poca cosa, solo les faltó decir “¡es a lo que todas las mujeres aspiran!”.

Para ser ecuánime debo decir que algunas piezas sí se refirieron a las renuncias que ella tuvo que hacer para casarse, pero lo que pudo ser un buen comienzo, fue un desastroso final, ¡otra vez cuestión de enfoque! En esas notas me enteré que ella ya no podrá cruzar las piernas como se le antoje (“hay una sola forma de hacerlo en Windsor”), que no podrá vestirse como se le dé la gana (“hay un estilo real”), que debió renunciar a su trabajo (obvio ¿quién no va a querer renunciar a todo por un príncipe?), que ya no podrá tener contactos cercanos con la gente (¡¡??) ni tampoco seguir sosteniendo sus redes sociales.

Tal y como los medios nos vendieron el cuentito la protagonista no hace más que seguir el rol que le han asignado históricamente, aprender bien lo que le toca hacer para ganarse el beneplácito de su entorno, obedecer (aunque no mencione el verbo en sus votos) a todas las estrictas reglas que el patriarcado monárquico manda para las mujeres, ser más bien complaciente, dejar su autonomía económica para que la mantenga su marido y ¡cómo debe ser! dedicarse a la filantropía en las fundaciones que –obviamente- le pertenecen a él.

Díganme que feminismo es ese, porque de todos los que conozco no me cuaja con ninguno.

¡Ah! Sí claro, es el feminismo que a los medios les conviene difundir por lo inocuo, porque es de esas propuestas llanitas que simula cambiar algo, pero en el fondo no cambia nada. Que Meghan haya hecho algunos cambios cosméticos en su boda no es justamente el tipo de cambios que harán que cuestionemos de fondo la institución matrimonial, que ella entre sola a la iglesia no nos dice que se ha empoderado, nos habremos empoderado el día que dejemos de repetir ese tipo de tonterías y nos atrevamos a cuestionar de fondo esos mandatos tan férreos para las mujeres que hacen que casarse sea sinónimo de renunciar a seguir siendo ellas mismas.

Así que cuando leas en un medio de comunicación titulares como el de “princesa feminista” ponele cuidado y analizá…. porque esas dos palabras juntas en una misma oración son un contrasentido. Y, además, porque te están timando si te logran convencer que eso es feminismo. Si no cambia nada de lo que nos oprime…..mmmm entonces, no lo es.

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Escrito por esQuisses

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Comentarios: 6 respuestas

  1. Valentina 26 mayo, 2018 Responder

    Una real feminista podría ser la princesa Diana , porque rompió los paradigmas del matrimonio al romper con ello. Y ofreció una libertad a las mujeres que se engalan siendo la sombra en el ámbito privado cuando serían más capaces aun de administrar mejor un país al igual que lo han hecho con la economía en sus hogares, los roles que la sociedad remota impuso y que aún castiga a las mujeres , aun en la academia se enseña el patriarcado y aun los jóvenes tienen el tinte machista

  2. elcirculosemiotico 25 mayo, 2018 Responder

    Silvia viste con ojo certero el tema. A mi me preocupó que la llamaran activista social. ¿Activista social? Me pregunté. ¿Activista social? No hombre, me dije era que hacia actividades de carácter sociales: como repartir regalitos a los ancianos, a los niños con cáncer, que no es nada malo. NO. Pero eso no es ser una activista social. Eso es parte de un esquema eminentemente paternalistas de compartarse.

  3. Claudia Rosales 24 mayo, 2018 Responder

    Cuando leí en algún lado eso de la finista que encontró su príncipe, me entró algo así como una basura en el ojo. Gracias por escribir

  4. Gabriel Dary 24 mayo, 2018 Responder

    Muy acertado el análisis, Silvia. Una mera pantomima de la vergüenza que representa una monarquía en pleno siglo XXI. La gran batalla del feminismo es ahora una cuestión de fondo y no de forma, todos los demagogos saldrán con la palabra bajo el brazo, pero sus verdaderas intenciones se delatan con un poco de ojo crítico y ahondando en el tema, el problema es que aquí casi todos se quedan con lo primero que les dicen. Hay que ser más críticos, dudar mas.

  5. Javier 24 mayo, 2018 Responder

    Vaya basura, esta Silvia es una feminista radical cagada que ensucia el movimiento . Sus críticas destructivas ya aburren, todo por querer quedar más cool o culta, inocuas son sus notas y su aporte al feminismo. Ver con lupa y minuciosamente para dar críticas totalmente subjetivas delata mucho su plumero, envidia pura. En fin, con basura así pierde legitimidad el movimiento.

  6. Olga Villalta 24 mayo, 2018 Responder

    De acuerdo amiga. Muy buen análisis para aquellas que andan en la "lucha por los derechos de la mujer" pero que no han tenido la voluntad de profundizar en la teoría feminista y se quedan con el "feminismo ligth"

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