Por: Pablo Bromo
Desde que Soundcloud dejó de ser el tatascán de las plataformas para alojar y compartir música, Bandcamp se convirtió en la plataforma #1 para músicos, productores y talentos melómanos que exhiben su trabajo silenciosamente y sin pretensiones discográficas.
Además, esta plataforma que funciona “gratuitamente”, ha ido creciendo y creciendo desde hace unos cinco años al punto de convertirse en el rincón favorito de muchos –no solo mío– para encontrar música nueva, fresca, rara, obtusa, influyente y chingona.
Guate no es la excepción. Aquí abundan sonidos buenos y locochones. Si le entrás con ganas –y dedicación– estoy seguro que encontrarás lo mejorcito de la escena de música local entre sus tentáculos digitales. Desde bandas como Tijuana Love, Easy Easy, Hot Sugar Mama o Filoxera hasta proyectos más eclécticos como Gamezán, Fraaek, ROTZ, Tenta o Diëresis. Todo apunta a descubrir sonidos nuevos y alaridos sonoros a un solo clic de distancia, y sin necesidad de soltar el celular.
No es paja, en Bandcamp uno encuentra música local que ni se imagina que existe –para reproducir, o comprar, en el mejor de los casos–. Pero ahí está el documento sonoro y eso se agradece. La lista es enorme: Kontra, Ishto Juevez, KIN, Cosmopoli Jet, Rebeca Lane, Alex Hentze, Humus Fuga, The Killer Tomato, Doctor Nativo, Los Tiros, Skalda2, Adonis Muerto, Brüjas, Mabe Fratti, Dr. Tripass, These city lights, Miss Lilith, Bacteria Soundsystem Crew, Remolacha Beets, Evilminded, Volver, etc.
Pero hay tres proyectos que dan mucho para hablar, aunque seré breve.
Uno: BAJO PRESIÓN RECORDS y su repertorio de bandas con trayectoria.
Más que un sello discográfico, Bajo Presión representa una actitud, una postura y un movimiento que ha marcado tendencia en Guate desde hace diez años. Su creador, Jurek González –que con la desaparecida Los Mojarras y otro séquito de bandas, empezaron a hilvanar lo que sería la movida más vital de música de lo que va de siglo–, se puso sobre el hombro la tarea titánica de dar a conocer música que “a nadie le interesaba” en los circuitos regulares del “rock nacional”, atestado de convencionalismos “grunge alternativos” que nos dejaron los afamados noventa. Lo mejor de todo esto, es que Bajo Presión Records ayudó a dar a conocer y establecer una subcultura ansiosa e impregnada de punk, ska, surf rock, hip hop y otras delicadezas que aportaban una apreciación por la música sin formalismos estéticos ni poses rockeras. Pura diversión y sabor. Música y delirio, al final de cuentas. Muchos aplausos para BPR y Jurek por esa gran trayectoria.
Dos: KADMON, una banda que estimo mucho y que apenas conozco desde hace unos meses. Banda precisa, rigurosa y milimétrica en su afán por el perfeccionismo sonoro. Por momentos sicodélica –gracias a la presencia de Zidran Saur de Dinosaurio Records, quien les aporta vasta energía y buenos efectos–. Por momentos teórica y académica, como buenos músicos que son, juntos e individualmente. En sí, una banda que tienen que escuchar porque lleva todas las de volar lejos por su harto talento y genio en el escenario. Habrá que ver hacia dónde condensan toda esa energía progresiva y fusión. Por el momento, nos queda esperar sus próximos conciertos y su pronta participación en el XVIII Guatemala Jazz Festival del IGA que empieza en unos días. Pero su disco, “From everlasting to everlasting”, es una verdadera belleza rítmica donde sobre abunda la melancolía, la mística y el jugueteo amoroso entre el piano, el saxo y la guitarra. Todo esto hilvanado con efectos de Saur que aceleran en improvisación. Una delicia para oídos dispuestos.
Tres: Síndrome Voodoo, un proyecto electrónico del músico Marco Semanie que escuché hace unos días y quedé fascinado. Me recordó a lo mejorcito del nu jazz de finales de los noventa y a una colección que solía amar llamada “Future sounds of jazz” publicada por la disquera alemana Compost Records, maestros de los sonidos de vanguardia de la época. También me recordó al sonido poderoso de Miles Davis o Erik Truffaz con esa sordina profunda. Y aunque Marco no toque la trompeta, se puede percibir un manejo magistral del sintetizador para recrear el sonido y la compleja armonía. Una delicia de disco que baila entre el down tempo jazz, el dnb-acid jazz y el spoken poetry. ¿Para qué hablar más? Mejor escuchen las rolas y disfrútenlo ustedes solos. Felicidades, Marco, por esta joyita producida en solitario.
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