Entrevista a Gabriel Fuentes
Hace poco más de dos años conocimos a Gabriel Fuentes y su desaparecido proyecto llamado Vendaval—no relacionado con la canción del mismo nombre incluida en su EP. Que (Gabriel) tenía 17 años, dijo Max. Pero es cabrón, vas a ver. Que no tiene celular, dijo Victoria. Y efectivamente no tenía (¿no tiene?) celular.
Si bien dos de las tres canciones de esas Sesiones fueron covers, Gabriel y sus escuderos demostraron entereza y parecían limpios de inmadureces musicales. Gabriel, un pequeño rockstar, frontman con autoridad. Vendaval, banda garajera que, pues, terminó.
Unos meses después Max me mostró una maqueta del (entonces ya) solista Gabriel Fuentes.
¿Cuántos años es que tiene ese cabrón? dije, casi indignado.
No recuerdo la canción que escuché esa tarde, o si forma parte del Del Caos al Cosmos, pero recuerdo la madurez y limpieza de la canción.
Dos años después Gabriel lanza su EP. En ese tiempo Gabriel pasó de un pequeño rockstar a un reflexivo cantautor.

Teatral y dramático, la voz y el sonido de Gabriel se ha expandido. Del Caos al Cosmos compuesto de cuatro canciones es una sólida exploración musical con arreglos puntuales e incisivos. Con canciones cristalinas que reflejan la madurez de Gabriel como compositor. El disco se eleva. Sin embargo, debo agregar que por ratos las rolas parece que les cuesta tomar vuelo, y una vez iniciadas avanzan con la misma narrativa melódica que, por ratos, las vuelve tediosas—sugiero entonces, economía. Gabriel luego me comentó que esto fue adrede. No obstante, es valioso notar lo lúdico de Debajo de la Piel por sobre el resto del EP.
A pesar de que las canciones no dejan de ser unidimensionales, tienen un encanto propio y personalidad. Al momento que Gabriel explore más dinamismos melódicos y una narrativa intencionada, podrá agregar fluidez, energía y vitalidad a sus composiciones.
Del Caos al Cosmos demuestra el rango vocal de Gabriel, su capacidad interpretativa y el complemento atmosférico de la producción. Además el cariño y esfuerzo que el autor tienen en sus letras—debo aplaudir el uso de rimas asonantes— siempre sutiles y efectivas, agregan elegancia a las rolas.
Hiciste, prácticamente, una campaña para hacernos saber los músicos que tocaron con vos en esta producción. ¿Cuál fue tu papel con ellos? ¿Fungiste como director? ¿Cómo fue liderar una grabación con músicos como Meme Ruano y Alejandro Álvarez?
Sin el prácticamente. No todos los días un cantautor joven como yo tiene la oportunidad de grabar con músicos con tantísima trayectoria como quienes trabajaron en el disco. Además, para mí no consistió en liderar la grabación (porque para empezar, Juan Pablo Berreondo estaba ahí como productor), más bien me encargué de supervisar que conceptualmente el disco se dirigiera por el camino más cercano al que yo y Juan Pablo teníamos en mente.
¿Podés describir el proceso de grabación?
Grabamos diversas cosas en estudios diferentes. Las voces fueron grabadas en Optimus Sound, otra parte de las voces y guitarras acústicas en Crossroads, bajo y batería en el estudio de Juan Pablo, guitarras eléctricas en el estudio de Walter Monterroso, y los tracks de los músicos internacionales fueron grabados en sus propios estudios. Ahora no puedo recordar exactamente cuánto tiempo fue, pero es probable que la grabación se haya extendido durante unos ocho meses, así que en ese sentido fue bastante caótico.
Para mí el proceso significó un aprendizaje enorme, esos ocho meses de grabación me hicieron crecer más que los cuatro años de conciertos de los que venía. Principalmente me ayudó a descifrar —o por lo menos comenzar a hacerlo— en qué consiste el oficio del cancionista y en qué medida me conviene acoplarme (o no) a ciertos estándares que todos en la escena ya damos por hecho.
Una vez hablábamos con Max de tu madurez como compositor—del sonido de tus canciones. Especulábamos que era, simplemente, por la música que frecuentabas. Incluso en Vendaval (banda) había una sobriedad. No te quiero preguntar influencias sino, más bien, ¿cuáles serían tus referentes a la hora de componer?
No creo que uno sea plenamente consciente de sus referencias, menos en un proceso tan intuitivo como el de la composición musical y la versificación. Pero estoy seguro que durante la composición del EP tuve presentes a nombres como Ángel Stanich, Leiva, Andrés Suárez, Marwan y por supuesto, Jorge Drexler.
También hay un especial cuidado sobre las letras de las canciones. ¿De dónde viene ese interés?
Crecí rodeado de libros, acompañado por el trabajo de grandes poetas y novelistas que mi papá me recomendaba y me invitaba a leer. Posteriormente mi hermana introdujo la canción de autor en mi día a día. Para mí es algo inevitable, no conozco otra manera de componer canciones.
¿Cuál es tu proceso al escribir las letras?
Es más bien un proceso de exploración que se divide en una parte racional y en otra intuitiva. La racional abarca el estudio de la lingüística y la versificación castellana, en ese aspecto soy muy metódico. La intuitiva consiste en el proceso de composición per se. Esa segunda parte del proceso inicia siempre con una frase, por lo general es el primer verso de la canción, y es ese verso del que voy jalando para conseguir que los demás que le siguen se queden en el papel.
Antes había escuchado versiones acústicas de las canciones. Ahora que ya pude escuchar el disco pude notar cómo los arreglos visten a las rolas, le dan dinamismo y ayudan a las canciones a caminar. ¿Cómo fue el proceso de producción en agregar estos detalles? ¿Qué tanto te involucraste en instrumentos ajenos a los tuyos?
Fue un proceso completamente orgánico. Con Juan Pablo sabíamos que habría dos caminos a tomar. Producir maquetas para cada canción o grabar demos acústicos. Fue él quien se decantó por la segunda opción, y a mi criterio fue una decisión acertada, porque provocó que los músicos tuvieran una especie de libre albedrío musical que enriqueció la producción y elevó su nivel. Querer lo mejor para el proyecto implica soltar un poco las riendas y confiar en tu equipo; por eso decidimos que fueran ellos quienes grabaran las canciones del disco.
Estuve presente durante todas las sesiones de grabación, edición y mezcla. Como músico—y como productor audiovisual—me gusta supervisar todos los procesos, desde la pre hasta la postproducción. Soy minucioso, y por lo general quienes trabajan conmigo lo saben y se preparan para pasar un rato aplicando mis observaciones.
¿Te hacen falta esos detalles a la hora de cantar en vivo estas canciones? ¿Cómo los sustituís o cómo adecuás las canciones cuando estás solamente vos?
No se trata de sustituirlos porque sería imposible. Me parece que tampoco hago mayor adecuación. Cuando tengo que tocar las canciones del disco en acústico las toco como fueron escritas. Estoy más acostumbrado a tocarlas en ese formato que con mi banda, así que no me hacen falta. Pero también pienso que, con el acompañamiento, las canciones se enriquecen y personalmente me siento más a gusto cuando esos detalles están presentes.
Otra cosa que he notado es la teatralidad de tu voz, añadís dramatismo con ella—algo que incluso ha cambiado desde la primera vez que te escuché, cuando eras más recatado. ¿Qué tan importante es agregar esos detalles teatrales a tus rolas?
No es una decisión que sea tomada adrede (risas). Yo canto así, ¿qué podemos hacer?
Te voy a ser sincero en un aspecto. Siento que las canciones no tienen un dinamismo narrativo o melódico. La mayoría mantienen una misma meseta y humor. A excepción de Debajo de la piel—que tiene mayor diversidad—las otras las percibo como canciones con un solo rostro, que no resuelven sino solo avanzan. Es tu voz las que les da dinamismo. ¿Buscás una narrativa sonora en tus canciones? Tengo la impresión que te enfocás más en la letra y el dramatismo.
Sí, es muy cierto. Es un disco bastante homogéneo. Narrativamente lo es porque el objetivo del disco es explorar los momentos de una misma relación sentimental (aunque yo escribí cada una de las canciones durante cuatro relaciones diferentes), así que podríamos decir que el EP se maneja a través de micro-emocionalidades. Debajo de la piel resalta mucho rítmicamente (me atrevo a decirte que ni siquiera melódicamente), pero mantiene la misma línea lírica.
Lo que decís, eso de que es mi voz la que les da dinamismo, sí que fue pensando. Te doy el ejemplo de Incendio, la canción instrumentalmente es bastante plana, pero se debe a que Juan Pablo y yo queríamos que lo único que la sostuviera fuera mi voz, y lo que ella estaba diciendo.
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