Julio Cúmez – (San Juan Comalapa, Guatemala, 1995). Poeta kaqchikel. Diseñador gráfico. Colaborador del proyecto para las artes Kamin. Ha participado en diversos encuentros y festivales de poesía. Uno de los ganadores del certamen Global Dialogs a nivel nacional e internacional (2014). Ganador del certamen Diálogos Globales Guatemala (2015). Algunos de sus textos se han publicado en blogs y revistas electrónicas. Oyonïk es su primer libro.
No sé si el fuego sea mi voz tras la muerte.
No lo sé, pero quisiera.
Para poder incendiar mis miedos
y decirme hacia qué camino debo de ir.
Pero aun así, temo que no me entienda
porque un fuego habla en fuego
porque arde en cada lengua que lo pronuncia
porque se consume a sí mismo.
Porque está limitado a lo eterno
y lo eterno
es lo que ya olvidamos.
–
En el viento, con un soplo de vida
reencarnar en un barrilete
con los hilos rotos
–
El tiempo aquí
es una culebra
enredada en nuestros ojos.
–
En este silencio encajan los rezos
En este silencio mentimos
En este silencio nos afligimos
En este silencio callamos
En este silencio buscamos vivir
En este silencio mi camino
En este silencio reposan las cosas
En este silencio duermen los sueños
En este silencio un niño llora
–
Obsidianas
I
Repetirás conmigo los pasos que hemos dado.
Mientras el cielo va cerrando sus venas.
Mientras las aves vuelan sobre lo que alguna vez
fue tu cuerpo.
II
Tu voz, tu sombra, tu alma
caen y forman parte de un ave que se sostiene
mientras se desmorona el mundo
y tu rostro se queda sin rostro.
III
Tu cuerpo se pierde en el viento
y desciende como un pétalo del cielo
tiñendo de sangre tus alas.
IV
Geografías de ausencia
la noche se refleja en tu sombra
como un espejo que se pierde
en su rostro.
–
Esas simples palabras fueron capaces
de hacerte creer:
en los dientes rotos siendo remplazados
por granos de maíz
en los corazones siendo molidos para curar
los males del alma
en el cielo cerrándose para ver reventar la flor de tus ojos.
Pero nadie en ti preguntó de dónde llegó esa voz
tú sólo hablabas.
Andabas entre las tumbas de los jóvenes que
sucumbieron al convertirse en estrellas
andabas entre las sombras desmembradas de Jun Keme
buscando las hierbas irreconocibles del alma
que de noche las hormigas se llevan cada vez más lejos.
Oyendo esa voz que repetía en ti
aquellas palabras, las del principio,
porque comprendiste
que la muerte al final
es el silencio de la voz que escribe.
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