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Página principal > Columnistas > Texto > Pablo Bromo > Mezcal, música y anécdotas con Rubén Albarrán de los Café Tacvba
30 septiembre, 2016  |  Por: Pablo Bromo En: Columnistas, Destacados, Pablo Bromo, Texto

Mezcal, música y anécdotas con Rubén Albarrán de los Café Tacvba

Foto por Manuel Morillo

Por: Pablo Bromo

Hace dos semanas, las queridas amigas de Fridas en La Antigua empezaron a celebrar su 21 aniversario con una fiesta inolvidable como parte iniciática de una serie de conciertos con artistas de talla mundial. El invitado para tirar el mezcal y el purrún por la ventana esa noche fue Rubén Albarrán, más conocido por vocalista de los Café Tacvba y activista concienzudo en su México aguerrido, guapachoso y querido.

Su “NO DJ SET” fue el indicado para dinamitar la pista de baile con una seguidilla de cumbias, surf rock y destellos punk por más de tres horas después de las bondades eclécticas del queridísimo Aerofustán, otro gran adicto a los ritmos bondadosos y a las tornas tropi-fantásticas. Para resumirles, el deschongue estuvo de lujo, pa’ qué mentir. Las Fridas se mandaron una fiestecilla íntima con no más de cien personas, sonrisas por todas partes y flashes apresurados por tomarse una buena selfie con el príncipe barbudo de la canción.

Foto: Pablo Bromo
Foto: Pablo Bromo
Foto: Manuel Morillo
Foto: Manuel Morillo
Foto: Pablo Bromo
Foto: Pablo Bromo

Lo más chulo de todo fue que semanas antes me habían escrito por inbox para que lo entrevistara. El mensaje decía algo así: “¿Le interesaría entrevistar a Rubén para su columna de Esquisses?”. Mi respuesta fue más que obvia. Y así empezó una cuenta regresiva y agradecida que llegó hasta mi primer día de vacaciones, el viernes 16 de septiembre, tres días antes de mi cumpleaños y medio día después de haber subido un volcán.

Gracias, Fridas. Gracias, Universo:

El personaje o los recuerdos de mi ídolo adolescente

Llegamos al restaurante con Laura. Es nuestra segunda cita. La primera fue subir/bajar el Acatenango en plan “todo lo podemos”. Así que cansados y nerviosos, subimos las gradas y pedimos una ronda de cerveza y un GYT. Luego saludamos a mis amigas de Fridas y ellas rápidamente me cuentan cómo está la movida. Es noche de mezcal y Rubén estará relajado para que lo entreviste informalmente. Luego me dicen, “ya Rubén sabe quien sos y está súper entusiasmado en conocerte”. Suspiro y le doy dos sorbos a la cerveza. Platicar con tu ídolo adolescente, con el que creciste a través de la música y los noventa, no es algo que te pase todos los días. Y además, que esté entusiasmado porque lo entrevistés es algo que se agradece. Gracias, universo.

Al cabo de unos minutos, Rubén aparece con su chaqueta platinada y el chongo característico de sus últimos performances. Siento un nudo en la garganta pero no hay vuelta atrás. Me lo presentan, sonrió cortésmente y rápidamente le entrego unos libros de poetas guatemaltecos; entre ellos un libro del poeta tzutujil Pedro Chavajay, a quien su manager no le deja de tomar fotos al mismo tiempo que me pregunta, “Oye, ¿y esto es lengua maya?”. Sí, le respondo felizmente mientras intento acomodarme los nervios, la grabadora, las gafas, la chela y el cuaderno de apuntes. Así, luego de saludarnos efusivamente y de presentarnos como dos cuates cualquiera, empezamos a tirar casaca fina no sin antes brindar (con mezcal) por Frida Khalo y los 20 años del Fridas de La Antigua, del que me dice una minutos después, “sabes, yo ya había venido acá”.

La entrevista real dura hora y media, y lo que aparece acá son solo brillos y aristas del iceberg que fue el vacilón de conversar y conversar con la figura más importante del rock latinoamericano de los últimos 25 años.

Foto por Juan Pérez
Foto por Juan Pérez
Foto por Juan Pérez
Foto por Juan Pérez
Foto por Juan Pérez
Foto por Juan Pérez
Foto por Mel Mencos
Foto por Mel Mencos

Éramos un experimento:

Ciudad Satélite, Carlos Monsiváis y Café Tacvba

Empiezo mi entrevista. Le comento a Rubén que no me interesan las preguntas poéticas ni las fanaticadas esnob. Que lo que me interesa es su esencia como ser humano y que sencillamente quiero que me cuente un poco su historia, su camino y su vitalidad. Así empieza a hablarme de lo primero: el germen, el origen, el punto de partida. La espiral.

Para Café Tacvba, y creo que para muchos mexicanos, es vital reconocer ese origen. Ese es el legado sagrado de su identidad. Y no es para menos. Los cuatro tacvbos vienen de una ciudad que forma parte de la inmensa Ciudad de México, esta área se llama Ciudad Satélite y es cuna de un ambicioso proyecto urbanístico de los años cincuenta. Al respecto, Rubén me relata, ”los cuatro somos de Satélite, una zona agringada donde no había mercado municipal, ni plaza pública y donde se edificó el primer centro comercial de todo México, incluso de América Latina”. Entonces pienso en la transculturalización, un tema recurrente en la música de estos mexicanos, y no me queda más que pensar que todo es un mestizaje y una repetición de variables. “Éramos un experimento”, me dice a secas mientras le da sorbo a su mezcal. “¿Quieres?”, me dice ofreciéndome de su mismo vaso. Claro, le digo, mientras seguimos conversando sobre cultura, historia y población.

Al cabo de un rato, después de conectar varios temas en uno solo, me menciona al gran escritor Carlos Monsiváis, “¿Ubicas a Monsiváis?”. Y yo, “Claro, un gran escritor”. Continúa Rubén: “Pues Monsiváis era una gran luminaria, alguien a quien extraño mucho, una persona muy clara. Y él decía que Satélite sería el primer suburbio donde iban a nacer los primeros norteamericanos nacidos en México”. Interesante sentencia que me remonta a los primeros dos discos: Café Tacvba del 92 y el mítico Re del 94, donde la influencia de la música agringada (disco, punk y rock) se mezclan con los ritmos folklóricos de músicos regionales mexicanos. Es por eso que Re, es una joya musical que traspasa los géneros y la antropología musical. “Fue un impulso”, sentencia Rubén.

Luego continúa hilvanando su propia historia y me responde a la pregunta típica que todo el mundo le hace: ¿Cómo empezó Café Tacvba?. Sonríe, como repasando toda la película en su cabeza. “Son 27 años de puras bendiciones y experiencias que nunca imaginamos. Somos como hermanos que nos admiramos, pero al final es la relación más larga (suspira y se ríe) que cualquiera de los cuatro ha tenido. Ni siquiera con nuestros padres”.

Foto por Juan Pérez
Foto por Juan Pérez
Foto por Juan Pérez
Foto por Juan Pérez

Y es que eso es una banda, una armatoste de símbolos e influencias. Un estado gaseoso volviéndose líquido y sólido en cuestión de canciones. Un impulso, en todo caso, le digo. Luego él me dice algo verdaderamente hermoso: “Mira, muy muy muy al principio fuimos descubriendo la discoteca con la música de nuestros padres. Ahí empezamos a mezclar y a robar cositas. Por nuestras hermanas conocimos la música disco, el jazz y el bossa nova; pero nunca dejamos a un lado nuestra influencia rock. Por eso nos dijimos desde un inicio que no íbamos a encaminar todas nuestras influencias sino que íbamos a dejar salir todo lo que viniera… sin verguenzas, así de espontáneo. Y ese fue el inicio de Café Tacvba, descubrir la discoteca con la música de nuestros padres. Así fue”.

Foto por Mel Mencos
Foto por Mel Mencos

La música como medicina:

Revés/Yo soy, la otra música, los discos y los personajes

Sabemos que Café Tacvba ha sido comparado constantemente con bandas como Radiohead, por ejemplo. Tampoco es nada nuevo que los llamen el Radiohead latinoamericano o que su disco Revés/Yo soy del 99 tenga unos matices y texturas muy similares al mítico Kid A de los ingleses de un año después. Además, si no estoy mal, Kid A iba a ser un álbum doble junto con Amnesiac, pero la disquera tenía otros planes.

Para no entrar en tanto detalle y salir de dudas le pregunto a Rubén qué piensa sobre Radiohead y el disco doble (el de ellos) Revés/Yo soy, al que le insisto es una belleza y que gracias por no dejarlo en el olvido. Me responde: “Es curioso, porque ese disco no tuvo tanta suerte. Aunque en realidad son dos discos que hicimos por separado. Primero hicimos el disco Yo soy, que es el disco cantado, pero a la disquera no les gustó. Y entonces no lo querían. Luego nosotros veníamos de un momento así intenso, de giras y todo eso, y cuando nos pusimos a trabajar lo que nos salió naturalmente fue Revés, que es el disco instrumental. Y nosotros como que profundizamos e interiorizamos mucho con ese disco. Nos amamos entre nosotros. Era algo que necesitábamos hacer. La música como medicina. Y viendo que había sido algo bueno para nosotros pues decidimos salir a defender ese proceso creativo… y entonces cuando la disquera nos dijo ¿ya tienen un disco nuevo? Sí, ya tenemos un disco nuevo. ¡Acá está! ¡Y entonces, pues se cagaron! Si no entendieron Ingrata, muchísimo menos iban a entender el Revés”. Luego toma un respiro y continúa, “Y entonces, no pos por favor hagan un disco cantado… ¡Pues claro, acá está este, el que no les había gustado. Y en ese momento dijeron está buenísimo (risas). Y ahí negociamos que fuera un disco doble. Son discos muy bonitos. Muy especiales”.

¿Y Radiohead?, le pregunto. “Uy, Radiohead. Excelente banda. Me los tenía que dosificar porque sí me afectaban mucho, no. Pero fueron épocas, al igual los dejé de escuchar y escuché otros géneros”.

Entonces para salir del tema y adentrarnos en sus gustos musicales le pregunto cuáles otras bandas le interesan. En ese momento llega el mesero con sus tacos vegetarianos (que por cierto son una delicia en Fridas al igual que los de carne), y Ruben le dice al mesero: “Pero me los puedes guardar un ratito porque se me van a enfriar”, y seguimos con la casaca que apenas empieza.

“Te voy a contar una anécdota que te va a gustar”, me dice mientras nos tomamos otro mezcal con naranja y tajín. “A ver”, le digo, y me acomodo para escucharlo perderse en sus recuerdos. “¿Conoces a David Byrne?” “Claro, le respondo” “Pues mira, como la disquera no nos quería apoyar con el disco Revés, decidimos visitarlo en Inglaterra para darle un mejor futuro a nuestro disco, siempre con la misma disquera pero la de allá. Y David, después de escuchar nuestro disco nos dijo que le gustaba mucho pero que le recordaba a la música de una banda. Y así conocimos a Tortoise. Y a toda esa movida del post-rock. En esa época amé la instrumentalización. Amé a Tortoise… y me clavé cabrón en su música”.

Foto por Juan Pérez
Foto por Juan Pérez

INSIGHT: A ver, vayámonos para atrás un poco. En los noventa la música electrónica estaba teniendo un renacimiento importantísimo luego de la decaída del synthpop inglés y el new wave ochentero. Bandas como Portishead, Aphex Twin, Massive Attack, Björk, Photek, Orbital, Jazzanova, Sneaker Pimps, Chemical Brothers, The Prodigy, Fatboy Slim, Faithless, Goldie, Moby, Underworld, Daft Punky y otras más; promulgaban la electrónica como la nueva vertiente de placer. En Latinoamérica pasó lo mismo pero a una menor escala. Bandas como Kinky, Plastilina Mosh, Nortec Collective, Sussie 4, Ely Guerra, Moenia, Belanova y otras también hicieron lo suyo. Entre todo este barullo musical, Café Tacvba saca Revés/Yo soy con el que le da un besito a la electrónica, regresa con el recopilatorio Tiempo transcurrido con diez años de historia, además le hace un hermoso homenaje a la banda chilena Los Tres: Vale Callampa, y regresa a los escenarios con un disco catapulta Cuatro Caminos en el 2004. Todo en menos de cinco años. Imaginen qué fuerza y derroche de talento. Una belleza, la verdad.

Foto por Juan Pérez
Foto por Juan Pérez

Regresando a la mesa, Rubén –a quien más tarde llamaré Cosme o G-3 o Gallo Gasss– me sigue contando sobre la música que escucha. Me dice que escucha de todo. Que la cumbia, el punk y el rock le gustan; y que en alguna época escuchó mucho U2, “sobre todo sus primeros discos”. Además, me cuenta que últimamente le parecen interesante bandas como Unknow Mortal Orchestra y los australianos de Tame Impala. Cuando los menciona hay un brillo en sus ojos. Y en los míos también.

Luego me insiste en que no se puede quedar quieto, “tienes que estar despierto todo el tiempo, a veces escucho música que me fascina con la que hay cierto paralelismo, pero luego la dejo de escuchar y ya”. Digamos que no pasa largas temporadas con bandas específicas. “Son épocas –me dice–, igual me pasa con los libros. No te puedes quedar en una sola cosa porque sino no avanzas. Lo mismo es con la creación. Con Cafeta siempre queremos hacer algo nuevo. O tal vez no nuevo, pero que salga espontáneo y natural. Por eso no tengo un disco favorito. Todos lo siento como algo vital, algo qué pasó”.

Cuando menciona la palabra grito pienso en todos sus personajes: Cosme, Anónimo, Massiossare, Nrü, Amparo Tonto Medardo In La Kech, G-3, Rita Cantalagua, Gallo Gasss, Elfego Buendía, Ixaya Mazatzin Tleyotl o Zopilote.

Cuando le pregunto al respecto me dice, “no es algo tan profundo, me gustaría que hubiera más magia detrás de todo eso, pero sencillamente es una manera de no aburrirme”. A lo que le respondo, ahí es donde está la magia. Encontrar algo para no aburrirse.

No estamos solos:

El tiempo transcurrido, las batallas y las plantas sagradas

Seguimos conversando, cada vez nos adentramos en algo más profundo que nos lleva a otro sendero. No puedo hacerle una entrevista lineal, siempre terminamos conectando distintos puntos energéticos. Como una conversación sincera y honesta, una nervadura real donde percibo a Rubén como un tipo de casi cincuenta años, lleno de luz, un ser humano cabal, sin poses, dejándose llevar por sus impulsos creativos a lo largo de casi 30 años de carrera artística y con un sentido social imprescindible. Al final, pura honestidad y pura belleza. Me dice, “he logrado comprender que no estamos solos, todos estamos conectados y todos formamos uno solo”, mientras vuelve a beber de su mezcal y se nos acercan varias personas a pedirle fotos, pero él les dice que “después de la entrevista, ¡todas las que quieran!”.

Esto me dice que está entretenido, que se está disfrutando hablar lo que sabe, lo que practica, lo que ama. Entonces pasamos al tema del activismo, y él se detiene ahí por largo rato. Pareciera que luchar por todas las causas por las que lucha son un corazón viviente y una necesidad que prevalece ante cualquier otra cosa. ¿Cómo empezó todo?, le pregunto.

“Pues mira, creo que por ser el vocalista de una banda que tiene mucha exposición empecé a tomar cierta participación. Ahí me di cuenta que había mucho más y que todos estábamos conectados por diferentes causas. Así que empecé a involucrarme y a conocer muchísima gente con la que participé en ceremonias de temascal, ceremonias de medicina, ceremonias de búsqueda y visión, la danza del sol, etc. Ahí es donde me doy cuenta que hay otro paso más a la sensibilización de la problemática de los pueblos originarios. Y también que debemos apoyar ese sentido de pertenencia a algo más grande contrario al sentido de individualidad y de que estamos solos. Por eso escuchar la palabra de Abuelos que brindan y que dicen que somos parte de la Madre Tierra y que debemos cuidar nuestro entorno, porque somos nuestro entorno. Que debemos cuidar nuestras relaciones porque somos nuestras relaciones… me hace sentido en el corazón porque todo es un tejido, todos somos un tejido. Y todas las luchas son una misma lucha”.

Así, Rubén, involucrado en la lucha por pueblos indígenas, por el uso de la bicicleta, por el respeto a los animales, contra la minería, a favor del agua, por el respeto a la tierra, etcétera, etcétera; es un tipo que celebra la vida como se puede, ya sea cantando, leyendo literatura prehispánica o dedicándose de lleno al activismo.

De media hora hablando sobre activismo, los 500 años de resistencia de los pueblos indígenas y muchos más temas, terminamos hablando sobre la Madre Tierra; y como tengo esta pregunta que me da vueltas la cabeza se la pregunto de una, así sin escabullirme: ¿Peyote o Ayahuasca?

Me observa, sonríe y pierde la mirada en el mezcal.

Luego responde como un futuro Tata, un Comisario de la naturaleza o un Chamán clarividente que lo ve todo: “Creo que las dos son muy diferentes y sagradas en su tiempo y espacio. Además, tienen un poder de sanación diferente pero ambas vienen de la tierra… y la tierra como te decía, es nuestro entorno. Es nuestra raíz”.

Chavorruco punk:

“Hazlo tú mismo, hazlo con lo que tengas y esto es ahorita”

Así, Rubén se me dibuja en el corazón como un chavorruco punk que defiende toda causa que quiere/puede defender. Además, un tipazo con una luz enorme y una sensibilidd ulterior que todo lo evoca. Un compadre que te puede dar muchas enseñanzas en una plática, y que además te puede contar anecdótas tremendas o sencillamente traducir a palabras sus procesos creativos (ya sean con los Cafeta o con Hoppo!, su proyecto alucinado con el que está haciendo cosas loquísimas y experimentales).

No hay duda que la música es su energía, pero también el olor a tierra viva y ese sol que tiene la gente sencilla y sin poses. Solo virtudes tremendas.

Después de conversar por más de una hora, Rubén pide sus tacos vegetarianos y otro octavo de mezcal, se sacude la chaqueta, besa a Celia (la perra de Fridas) y me da la mano dándome las gracias. Yo le devuelvo el gesto y le digo, ¡Salú! Él sonríe, yo sonrío y repaso esa frase en mi cabeza, la que me dijo media hora antes cuando hablábamos de los 500 años de resistencia de los pueblos indígenas, cuando aquella tonadita de Los Fabulosos Cadillacs en el 92 era tan necesaria como ahora: “No hay nada que festejar”.

Foto por Juan Pérez
Foto por Juan Pérez

Luego nos quedamos mudos, como dos compadres que se hablaron intimidades por horas. Pido otra cerveza, un mezcal y nos quedamos escuchando a Mercedes Escobar, quien nos acaba de erizar la piel con ese vocerón que tiene. Veo que Mercedes está presentando un video nuevo, o algo parecido. Invita a Rubén a cantar y cantan una rola juntos, Llorona. Se me eriza la piel con la voz de los dos juntos, así como un show íntimo y poderoso. Saludo al querido Juan Pablo Romero, uno de esos pilares del trabajo social en Guate con el proyecto Los Patojos en Jocotenango. Luego la gente se acerca y acerca a nuestra mesa, se toman fotos con Rubén y platican por un rato. Yo aprovecho para tomarle unas fotos con Celia, que duerme en su muslo. Rubén también tiene un perro (Pancho, creo) y parece tener un amor y respeto profundo por los animales. Me dice que lo extraña, “pero que siempre hay ojos de los animales queridos en otros animales”.

Foto por Pablo Bromo
Foto por Pablo Bromo
Foto por Pablo Bromo
Foto por Pablo Bromo
Foto por Pablo Bromo
Foto por Pablo Bromo
Foto por Pablo Bromo
Foto por Pablo Bromo
Foto por Pablo Bromo
Foto por Pablo Bromo

Yo sigo en shock, ahora con la sonrisa de Laura enfrente y las risas de Rubén al lado. Brindo con ella, luego con Rubén. Platicamos un rato los tres y pareciera que somos amigos de hace rato. Rubén tiene esa accesibilidad de ser tu amigo en segundos. Así que nos tomamos las selfies respectivas y con una mirada divertidísima nos da la bendición.

Foto por Pablo Bromo
Foto por Pablo Bromo
Foto por Pablo Bromo
Foto por Pablo Bromo

Al siguiente día es la fiesta, la gran fiesta de aniversario de Fridas. Todo es una exquisitez bailable y una celebración insomne. Rubén toca la mejor seguidilla de ska, cumbia y punk. Viste la camiseta mítica de “Donald eres un pendejo”. Baila, canta y se deja consentir con fotos. La noche es enjambre de felicidades, momentos inolvidables, carcajadas, abrazos con amigos, buenos beats, margaritas aciditas y puro corazón.

Foto por Pablo Bromo
Foto por Pablo Bromo
Foto por Manuel Morillo
Foto por Manuel Morillo

Después de bailar un rato con Laura, pedimos un taxi y nos vamos sin despedir. Ya en casa, al día siguiente, me quedo pensando que no me tomé ni una solo foto a solas con Rubén.

No importa, pienso, si he visto a los Tacvbos cinco veces en vivo es seguro que nos volvamos a encontrar. Al final, como dice Rubén, “somos respuesta de nuestras propias acciones”. Y este nuestro camino recorrido es la respuesta inmediata de lo que aún queda por hacer.

Por cierto, ¿ya se escucharon la nueva rola de los Cafeta?

A ver con qué nos sorprenden esta vez.

Gracias, Cafeta.
Gracias, Fridas.
Gracias, universo.

Todo se alinea y cobra sentido.

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Escrito por Pablo Bromo

Poeta, narrador, melómano y editor. Lee más de sus columnas musicales en este link: http://www.esquisses.net/columnistas/texto/pablo-bromo/
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