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Página principal > Columnistas > Texto > Sebastián Salvador > Registros en movimiento
26 agosto, 2016  |  Por: esQuisses En: Columnistas, Sebastián Salvador, Texto

Registros en movimiento

Viaje3

Por: Sebastián Salvador

01 – movimiento: No sé, siento como si este cuaderno de bitácora aún no hubiera empezado a rodar. ¿Creés que cuando llegue a un cierto número de entradas o a una fecha en particular habrá nacido? Últimamente todo es una extraña asociación entre números y un lugar al que llegar; digo extraña porque me entretiene.

Esta mañana salí de casa con la valija bajo el brazo y la certeza de que llegaría a ciudad B al final del día, mi primer destino en este viaje que comenzó desde ciudad A. Sin embargo un retraso en la conexión y una serie de algoritmos que usan las compañías para calcular cuántos asientos vender de más en un vuelo, me dejaron en ciudad C hasta mañana. (Escribo desde un tren casi vacío, sentado en un asiento de gamuza naranja, avanzando hacia la estación central).

Aprovechemos y hagamos algo, ¿no creés? Mejor empecemos mañana que es primero de mes. En estos asuntos del movimiento confirmo una y otra vez eso de que caminando en línea recta no puede uno llegar muy lejos.

02 – los viajeros: Si queremos avanzar será necesario entender cómo vamos a construir este cuaderno, al menos mientras dure el viaje. De hecho he estado pensando en el tema y la conclusión a la que he llegado es que llenaremos este cuaderno con mensajes que te iré enviando sobre el mundo de los viajeros. Serán historias sobre aquellos que se lanzan al movimiento; de todas las clases y tipos que vaya encontrando por ahí, o que se me vayan ocurriendo, que en definitiva puede que sea lo mismo.

Es un tema que desde siempre me ha dado curiosidad. La creencia popular dice que todo viajero sale a buscar algo que no tiene pero que sospecha lo encontrará en un camino desconocido, en lo imprevisto. Yo, sin embargo, estoy convencido de que nunca nos sucede nada que no hayamos previsto, nada para lo que no estemos preparados.

(Por cierto, sigo en ciudad C).

03 – testigo: O tal vez uno se lanza a viajar para luego poder tener historias que contarse, o contar, y así imaginarse que en la vida le ha sucedido algo. No sé, se me ocurre. No todo viaje es movimiento. También puede uno quedarse quieto y hacer viajes imaginarios y luego contarse esas historias mentales, también para consolarse de que le ha sucedido algo en la vida.

En mi caso hubo un tiempo en que fui un viajero. En el fondo se trata de estar disponible creo yo. Al menos lo estaba cuando era un aventurero. Moverme era mi actividad principal; era un movimiento inconsciente, no como ahora. Entonces podía levantarme en mitad de la noche y salir a andar, o en la tardecita y ya no volver hasta el día siguiente. Me podía subir a un tren o a un autobús de línea urbana y andar hasta que decidiera bajarme, casi siempre eligiendo mis paradas, o pueblos, según el sonido mudo que hacían sus nombres en mi oído interno. Podía bajarme y andar por calles desconocidas, pasar la noche en un hostal y cenar entre extraños (mochileros, comerciantes, extranjeros, viajeros, quién sabe, tal vez también criminales). Era un viajero anónimo, una especie de soplido de otro lugar que observaba e imaginaba. Ésa era para mi la aventura, la cual casi siempre tenía forma de viaje.

Pero para esta aventura necesito un testigo, alguien que me escuche con atención y desde lejos. Un testigo como vos, que en realidad soy yo.

04 – contratiempos: Algunos contratiempos inesperados me obligaron a cambiar mis planes estos últimos días. Me tendrás que disculpar por no haberte dicho nada antes; cuando se trabaja no hay tiempo para cumplir con compromisos literarios. Ya habremos de encontrar el modo de encontrarnos.

(Por cierto, ya estoy en ciudad B).

05 – ruido: Ya nadie habla bien de esta ciudad. Se ha vuelto casi imposible que una conversación no gire en torno a un descontento. Pero no es por eso que yo ya no vivo acá. Hoy me preguntaba si de vivir en esta ciudad sería parte de ese ruido quejoso del cual lo único que sale es siempre el mismo barro crudo en el que ningún sonido se anuncia. ¿Estaría aturdiendo -y aturdiéndome- si viviese entre estas cuatro paredes que no llegan a tocarse?. No lo podré saber nunca.

Creo que sólo Hernán mantiene un entusiasmo cuando habla de ciudad B; a decir verdad, no sólo cuando habla. Según él es porque no le interesa la política, lo cual me hace pensar que en esta ciudad la política es un ruido hueco. En todo caso creo que por eso busco su compañía siempre que estoy aquí, porque lo que a él le gusta es la música. Su gusto por la armonía le mantiene el espíritu joven pienso cada vez que nos vemos, aunque esto no se lo digo, no sea que le revele el posible secreto de su entusiasmo por la ciudad y entonces ya no me lo pueda contagiar.

Ayer en la madrugada bajé a la calle a pasear al perro y a tomar un poco de aire. Al girar en la esquina me quedé mirando cómo trabajaban unos tipos que entraban y salían por una de esas alcantarillas de aguas sanitarias que hay en las veredas. Trabajaban bajo un silencio cómplice. Por otro lado están lo que actúan -pensaba mientras mi perro se volvía a verme desde la distancia-, ellos están antes que las palabras. El aire de la noche era agradable y apenas pasaban autos por la avenida. Sólo se escuchaba el discurso de la acción.

06 – estrecho: Justo antes de que Jorge cumpliera 37 años me acuerdo que me dijo que el mundo se había convertido para él en un terreno cada vez mas estrecho. «No salgo de acá. Reduje mis poderíos a este espacio» – y abría los brazos sentado junto a la ventana que daba a la autopista. Me sorprendía la seguridad con la que me hablaba, con esa voz grave que retumbaba en ese espacio casi vacío. Yo entonces tenía 27 años, exactamente diez menos que él, y pensaba que esa separación de edad, tan redonda, era más bien un vínculo entre los dos. Pero hoy lo fui a visitar y sentí todo lo contrario. Jorge, que durante tantos tiempo había sido algo familiar, alguien similar, ahora era muy distinto a mí. Tal vez ese sería nuestro nuevo vínculo, pensaba mientras volvía caminando. «De vez en cuando miro por la ventana y viajo. ¿Qué veo? Las sierras. Veo las sierras» me dijo mientras yo me reía de él.

07 – imágenes

Viaje1
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Viaje3

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