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Página principal > Galeria > Literatura > Donde Enmudecen las Conciencias - Carlos Guzmán Böckler
23 agosto, 2016  |  Por: esQuisses En: Galeria, Literatura

Donde Enmudecen las Conciencias – Carlos Guzmán Böckler

Portada DONDE Enmudecen

Portada DONDE Enmudecen

 

 

 

Donde enmudecen las conciencias

Crepúsculo y aurora en Guatemala
Carlos Guzmán Böckler

 

 

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[toggle_item title=»INTRODUCCIÓN» active=»true»]El conocimiento del pasado está íntimamente ligado al método que se siga para estudiarlo; éste a su vez, se encuentra engarzado en las formas particulares que cada sociedad tiene de verse a si misma y de percibir a las demás. En el caso de las formaciones económico-sociales dependientes, las metrópolis tienden a dar las directrices del conjunto de creencias, ideas, mitos y teorías con la intención de explicar la vida social en función de los intereses de tales metrópolis y de los grupos privilegiados por la colonización. Esas directrices son, a la vez, justificación y programa. En otras palabras, es la ideología dominante.

Conforme a esta última se norman diferentes actividades de la vida cotidiana, tanto en lo que se refiere a la elaboración de teorías como en lo tocante a los quehaceres prácticos. La historia es producto de esta labor, pero tiene la particularidad de que, una vez escrita, se convierte en uno de los elementos que apoya y perpetúa a la ideología dominante que la generó. Tal como se ve, es un círculo vicioso que atrapa y aprisiona la memoria colectiva en moldes tan estrechos como insuficientes.

Por consiguiente, para poder romperse ese círculo y marchar firmemente hacia adelante, es imperativo hacer pasar por el tamiz de la crítica, en forma simultánea, a la ideología dominante y a la historia oficial, productora y producto de la misma.

En los tres ensayos que conforman la primera parte se intenta hacer esa crítica, desde diferentes puntos de partida. Del análisis del problemática global que envuelve a la Guatemala de hoy, se pasa al de las líneas principales de acción del proceso de colonización en Hispanoamérica, para terminar con el del colonialismo mental, sus características y sus límites. A lo largo de dichos estudios se sostiene que la única forma valedera del plantear el problema histórico de nuestra sociedades, es la de reconocer y valorar, en su total dimensión, a todos los actores sociales que han venido participando en el vivir colectivo, para lo cual es imprescindible abandonar, de una vez por todas, los esquemas coloniales racistas que tanto han falseado la realidad y ensombrecido la verdad.

Hoy, más que nunca, los pueblos que se tenía por derrotados –en todo el Tercer Mundo– están echando por tierra sistemas interpretativos, conceptuados como científicos, que los intelectuales apegados a la ideología dominante tanto de afuera como de adentro de Mesoamérica habían elevado a la categoría de verdades. Los asideros económicos en que encontraban sustento se tambalean ahora, víctimas de sus propias contradicciones. La impotencia del llamado pensamiento social  para entender lo que sucede es la mejor prueba de que sus logros y métodos pertenecen a ese pasado que naufraga junto a los sistemas que lo crearon y lo mantuvieron.

Ese fracaso es la mejor invitación a que remontemos el camino de nuestra vida colectiva y obtengamos de ella, sin ayudas colonialistas, las respuestas vitales que –al decir de un autor de nuestro agrado– nos hagan dueños y no siervos de nuestra historia.

Por el esfuerzo anterior quedaría trunco si, frente a esa ideología dominante, no pusiéramos al pensamiento genuinamente mesoamericano, concebido  en el seno de un proceso civilizatorio germinado y madurado en estas tierras; pensamiento propio de una civilización agraria consustanciada con la naturaleza en su dimensión cósmica y proyectada hacia la eternidad; pensamiento, en fin, que al establecer un nexo directo entre lo abstracto general y lo cotidiano concreto, se derrama en una religiosidad popular capaz de cobijar en su regazo la voluntad colectiva de mantener y de perpetuar la vida de un pueblo.

A la búsqueda y esclarecimiento de ese pensamiento, en su amplitud mesoamericana, destinamos el primer ensayo de la segunda parte, para luego, en el estudio siguiente, observarlo en el choque brutal que tuvo con el cristianismo, primera avanzada ideológica del invasor. A partir de allí, surge entre ambos esa interrelación dialéctica que dura hasta hoy y que, del lado colonizador, desemboca en la ideología dominante, en tanto que, del lado del colonizado, de paso a una estrategia social de resistencia.

Desde entonces, cada bonanza del colonizador apareja una desgracia para el colonizado; cada crisis del primero tiene como correlato un respiro para el segundo. Al conocimiento de la vida colonial, con sus relaciones socioeconómicas e ideológicas limitadas y tensas, dedicamos el resto de ese segundo estudio, en un ámbito espacial bastante más disminuido: el que correspondió a la Capitanía General del Reino de Goathemala, en el lapso de casi 300 años.

En el tercer ensayo de la segunda parte, el espacio geográfico por considerar se reduce aún más. Luego de ver la desintegración de la fugaz república centroamericana, se estudia el desarrollo de las interrelaciones que se dan entre los presupuestos económicos y sociales, por una parte, y las ideologías dominante y de resistencia, por la otra, en el estrecho marco de la República de Guatemala, desde el segundo cuarto del siglo XIX hasta diciembre de 1984. Se trata de encontrar las respuestas que tanto la historia oficial como la ideología dominante son capaces de dar, y se analiza el naufragio de un sistema económico-político que luego de un siglo de existencia, en un vano intento de salvarse, libra –sin éxito para sí– una guerra civil no declarada para el pueblo.

Por otra parte, es necesario tener en cuenta que el pensamiento indio, en sus líneas esenciales, ha permanecido fiel a sí mismo en la milenaria  vida de Mesoamérica. Ello no significa que, vuelto de espaldas al correr del tiempo, se haya anquilosado y desvaído hasta la fosilización. Por el contrario, lo que pone en manifiesto es el extraordinario vigor de sus basamentos, capaces de subtender a los elementos aglutinantes y estructurantes que conforman la férrea y, a la vez grácil urdimbre que configura todo un proyecto civilizatorio, plenamente capacitado para reproducirse en consonancia con los cambios provocados, tanto por el discurrir de los ciclos temporales, como por la incesante renovación  de las generaciones humanas.

Al estudio de dicho pensamiento consagramos la tercera parte. El mismo toma más relevancia si se considera que, en la guerra civil que desgarra a Guatemala, la población indígena es la que ha llevado la peor parte; no sólo ha sido perseguida y masacrada innumerables veces, sino que más de 50mil de sus miembros, que han tenido que huir de sus hogares y de su tierra, enfrentan hoy la áspera vida de los campos de refugiados, llevando con ellos mismos el dolor del exilio. Consideramos que es de utilidad establecer estos aspectos del vivir mesoamericano, máxime cuando los postulados que aquí se analizan dejan de ser enunciados puramente declarativos y pasan a ser la base de acciones que, irremisiblemente, están contribuyendo a modificar las posiciones y el futuro de los actores sociales que juegan en el drama que habría de cambiar nuestro destino.

Asistimos, en este atardecer del siglo XX, no sólo al fin de un milenio sino de una era. Aun cuando nosotros, –los pobladores del Tercer Mundo– no hayamos podido doblar el cabo de nuestras propias incertidumbres ni aplacar el creciente desasosiego generado por una época en la que los logros tecnológicos de la civilización occidental nos mantienen al borde del colapso multitudinario –sin que podamos impedirlo de firma directa–, todo parece indicar que hemos llegado a un momento en el cual la línea divisoria de las aguas históricas del mundo ha cambiado. El vigoroso renacimiento de las grandes civilizaciones milenarias de Asia y de África marca la pauta de lo que habrá de acontecer  en el siglo XXI. La también milenaria civilización mesoamericana –al igual que sus hermanas del mismo continente– tendrá mucho qué decir u hacer en la conformación de ese mañana cuya aurora se nos presenta preñada de promesas reivindicatorias.

Mixco, Guatemala, diciembre de 1984.[/toggle_item]
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