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Página principal > Reportajes > Narrativa > Reflexiones bienales: lo público, lo democrático y el juego PARTE 1
27 junio, 2016  |  Por: Josseline Pinto En: Destacados, Narrativa, Reportajes

Reflexiones bienales: lo público, lo democrático y el juego PARTE 1

BIENAL 4

 

Reflexiones bienales: lo público, lo democrático y el juego
PARTE 1

A una semana exacta del final de la 20Bienal de Arte Paiz, aquí un breve recorrido, por entregas, de cada pieza y algunas reflexiones sobre la experiencia a manera de despedida.

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Lo público y democrático

“Ordinario / Extraordinario: La democratización del arte o la voluntad de cambiar las cosas” es el tema general de la 20Bienal de Arte Paiz. Alrededor de él corre no solo el discurso curatorial y la selección de las piezas, sino la experiencia general del espectador que se enfrenta a obras de arte que le proponen un reto físico, un involucramiento directo, un protagonismo y una responsabilidad, pues sin su participación las obras solo serían inertes estaciones en espera. Pero este enunciado sombrilla puede ser aún más desmenuzado. Nos habla primero de lo “ordinario”, refiriéndose a lo conocido, lo cotidiano, pero con un leve tono peyorativo que más invita a pensar en lo que por común no destaca. He allí entonces que los artistas dentro de la Bienal tomen estos elementos ordinarios y los vuelvan extra-ordinarios al extraerlos de su contexto y exponerlos con un discurso individual ya filtrado, modificado y singularizado por el artista, que por ajeno a su “nuevo espacio” despierta preguntas en el observador que además está condicionado a un carácter de contemplación dentro de la galería. Pero no solo la relocalización del objeto es suficiente para la “extraordinización”. Es necesaria esa forma única, ese proceso individual del artista de apropiarse de él, darle importancia y problematizarlo para añadirle una incógnita discursiva. Creo que en este punto particularmente todas las obras dentro de la 20Bienal sí transformaron acciones tan ordinarias como respirar, caminar o ver televisión, en algo extra-ordinario, poético, político y sensible.

El subtitulo del enunciado, “la democratización del arte o la voluntad de cambiar las cosas” responde más a la parte política de lo que supone sensibilizarnos ante  lo común y tomar una postura sobre la realidad. Me llama la atención sobre todo la palabra “democratización”. Pienso que puede referirse tanto a lo público, como a lo participativo, lo “para todos”. Arte que es accesible para una mayoría, pero en el que todos también tienen decisión y acción; y es justamente esta parte en la que el público tiene soberanía sobre los resultados y en la que la colectividad tiene una participación activa que el arte tiene el poder de afectar y ser afectado. Esto se ilustra perfectamente obras como «Ghost Town» de Alexandra Grant y Vania Vargas o “Variations sur l’escalier» del Groupe de Recherche d’Art Visuel (G.R.A.V) que está presentándose en el Antiguo Edificio de Correos. Esta está compuesta por una serie de escaleras que no llevan a ninguna parte y solo están erguidas, esperando ser activadas y utilizadas por el espectador que se vuelve cómplice, que deja de observar y comienza a participar. Es una obra en la que la soberanía la tiene no el objeto, sino quien lo utiliza. Aun así las escaleras continúan siendo inútiles, no acercan ningún piso ni ningún objeto, solamente funcionan para crear interacciones y relaciones objeto-espectador y espectador-espectador.

Este ejemplo también nos hace ver que la participación del público en la obra de arte tampoco es nada nuevo. Desde mucho antes los artistas han buscado romper la hegemonía de una obra estática que reclama una presencia mayor que la de su mismo lector. Los dadaístas proponían, por ejemplo, métodos para que cualquiera pudiera escribir un poema dada y acercar el arte lo más posible a la vida cotidiana y viceversa. Pienso en la pregunta ¿si un árbol cae y nadie lo escucha verdaderamente cayó? Igual, ¿si una obra se exhibe y nadie conversa con ella, existe? Aun así, pienso que han sido muy pocas veces las que el público guatemalteco ha estado frente a la oportunidad de no solo tocar una obra de arte, sino ser parte fundamental de su desarrollo. Exposiciones como Juannio, por ejemplo, nos muestran como la concepción moderna de la distancia entre obra-observador, sigue estando presente con una dominación sorprendente. Galerías ya contemporáneas como The 9.99 y Sol del Río también prefieren obras “de distancia”. Esto no crea solamente poca experiencia de “participante”, sino una timidez colectiva y un recato casi religioso ante el poder de afectar y actuar. Esta Bienal, así como lo mencionaba la curadora Alma Ruiz en el catálogo conmemorativo, creo se concibe en un momento clave en el que la población civil del país comienza a tomar consciencia de su poder participativo, de su posición de agente de cambio, y comienza a actuar, a demandar, a manifestarse colectivamente en las marchas y manifestaciones que comenzaron en abril del 2015 y que resultaron en la renuncia del Presidente y Vicepresidenta del país. Esa “voluntad de cambiar las cosas”, es central para que esta Bienal justo proponga el mismo nivel de confianza, de demanda colectiva, de manifestación personal. Aun así, me resulta sumamente interesante que la Bienal que representa al país continúe siendo propiedad de una empresa privada como lo es Fundación Paiz, que si bien hacen una labor clave para la escena del arte contemporáneo en el país, el contraste entre lo público de su apertura, y el origen de su financiamiento y su estructura, siguen siendo antagónicos a la utopía de una representación nacional verdaderamente pública. Pero pensar en una Bienal de Guatemala lejos del involucramiento principal de una entidad privada está a siglos de concebirse.

Finalmente, treinta y dos obras conforman el discurso de la 20Bienal de Arte Paiz, que después de casi un mes ha sido visitada por más de veintidós mil personas (y contando). A continuación algunas reflexiones personales sobre algunas obras, con fotografías de los mismos asistentes a la bienal, ya que sin ellos no existirían las piezas. Esta primera parte habla sobre las piezas en la primera sede de la Bienal, y diariamente se publicarán las reflexiones sobre las siguientes sedes en la sección de Pluma Invitada.

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ArteCentro Graciela Andrade de Paiz

Chini Ayarza

La obra de Chini Ayarza es una de mis favoritas. El proceso de la artista consistió en grabar los anuncios de televisión en Chile y reproducirlos mientras la imagen que nos revela es ella viendo la televisión en pijama, «desarreglada», pero al natural. La artista va repitiendo en modo automático todos los anuncios, hasta que hay una referencia a los roles sociales que cumple la mujer en una sociedad estereotipada. Es allí cuando la imagen cambia y el personaje ahora es una parodia actuada de esas representaciones.  Hay varias capas detrás de esta sencilla acción. La primera, la exposición de un automatismo ante los medios masivos de comunicación y la publicidad diseñada por moldear nuestros hábitos de consumo y socialización.  Me recuerda un poco a las descripciones de Ray Bradbury en Fahrenheit 451, cuando comienza a describir que los libros comenzaron a ser quemados cuando las personas comenzaron a pensar que era más fácil dejar que la televisión les contaran las historias. Una segunda capa en la obra es el humor de la parodia, ese sarcasmo explícito que es justamente lo que impulsa la reflexión sobre la falsedad de estos personajes, la idealización de la mujer perfecta, del objeto sexual, del ama de casa, de la mujer indecisa. John Berger mancionaba en su libro Ways of Seeing que justamente en el arte, la presencia de la mujer en la obra era muy diferente al de un hombre, pues la mujer debe siempre verse a ella misma. «A woman, must continually watch herself», menciona Berger. «She is almost continually accompanied by her own image of herself», y esta imagen está moldeada por la idea colectiva de ese «self». Por eso creo que Producto Nacional de Ayarza justamente magnifica esta «mirada externa» de la mujer, al momento de exagerar los propios personajes y de mostrarlos todos juntos como el mismo bombardeo televisivo.

 

 

Glenda León

Para hablar de Mar Interno necesito tomar un momento previo, pues la sutileza del pequeño gesto poético de León me sobrepasa. Mika Hannula mencionaba en su texto The politics of small gestures, que un pequeño gesto es político porque “genera oportunidad de pensar, sentir y escuchar alternativas» y es acerca de la belleza de actos ordinarios. Pero además de despertar esa curiosidad reflexiva, el pequeño gesto metaforiza las acciones para volverlas trascendentes en un contexto en el que su gravedad de «pequeño» gesto no tendría relevancia. Es al momento de «poetizarse» que el pequeño gesto se vuelve pesado. Por eso, en Mar Interno Glenda León justamente toma el pequeño gesto de grabar su propia respiración y lo metaforiza al colocar las olas del mar en el fondo. El mar comienza a respirar, nuestros pulmones comienzan a sentirse en calma o agitados como el mar. La tierra está respirando y nosotros nos unificamos con el fenómeno de un movimiento lento e inmensamente inabarcable como lo es la fuerza del océano. El montaje, aunque me hubiera encantado ver el vídeo con una mayor resolución, justamente nos permite una contemplación sin ninguna distracción. El cuarto completamente oscuro nos sumerge, nos aísla de cualquier otro sonido que no sea la respiración de Glenda y la nuestra.

 

 

Sergio Valencia Salazar

Geografía de Sergio Valencia es también una obra con varias capas de lectura. La primera es un aspecto formal. Acercarse a cada grabado es suficiente para revelar el dominio del artista sobre la técnica y es sorprendente y refrescante estar frente a un proceso tan elaborado que aún así carga un discurso. La segunda capa ya nos transporta a preguntarnos cuál es el hilo conductor entre las doce imágenes. Vemos tomas de estadios, puentes, desniveles, edificios colapsados, la plaza central de Guatemala, ruinas de civilizaciones antiguas, y edificaciones que a la modernidad la parecerían la propia utopía alcanzada, el progreso social e industrial del mundo. Pero como toda utopía el sueño no se alcanza, y toda construcción es una destrucción a su vez. El concreto destruyendo lo natural y el tiempo destruyendo el edificio, la naturaleza cobrando su propio espacio, y la intervención humana creyéndose invencible y permanente. La segunda obra de Valencia, Superficie, una cama de piedras lijadas colocadas frente a los grabados, inician a su vez un diálogo sobre la intervención del hombre sobre la naturaleza y su aparente facilidad de dominio, pero me hubiera encantado ver una superficie mucho más grande, que abarque por sus dimensiones mucho más de la sala, y se aleje de su concepción de «escultura» para volverse una magnífica instalación.

 

 

 

Raqs Media Collective

La obra del colectivo de la India es una gran introducción a la reflexión general sobre esta bienal. Los artistas nos dicen que por favor no toquemos la obra de arte, pero continúan con un juego absurdo del lenguaje donde nos invitan a no trabajar, a complacer a la obra, a hacer el arte de tocar y siguen combinando la misma oración hasta que pierde completamente el sentido. ¿Qué es lo que perdió sentido? ¿El arte o la distancia que debemos tener con la obra? Pero, sin responder la pregunta explícitamente, Raqs nos deja al lado de la pieza, de la manera más discreta, postales con la obra a escala que podemos llevarnos a casa. Algo más llama mi atención y son los materiales. La base de madera luce precaria, básica, como si fuera solamente la superficie sobre la que se colocará algo que la cubra, pero lo único que tiene encima son las palabras en color oro. Leo esto como una misma crítica al mundo del arte clásico y moderno que ve al objeto como un preciado tesoro invaluable con un preciosismo religioso, pero que la misma base sea tan precaria cuestiona entonces su propio valor. ¡Genios!

 

 

Juan Maurilio Mendoza

Las esculturas de Juan Maurilio son de los objetos más curiosos de la 20Bienal. La primera reflexión viene de la simple observación del objeto. Una pelota de fútbol hecha de concreto, tan pesada que es imposible patearla. Además, los objetos que tiene incrustados, como argollas, clavos y varillas de hierro prohíben siquiera hacerla rodar. Esta facultad de imposibilitar los objetos es algo común en el arte contemporáneo, sobretodo en el arte conceptual, pero las pelotas de Juan Maurilio tienen además una cierta clase de personificación. Al cada una tener un elemento distinto, se vuelven personajes. Algunas están gastadas, como si el tiempo hubiera pasado por ellas, otras parecen amenazantes por sus espinas. Por eso creo me resulta más interesante el diálogo escultórico de los propios objetos, que el discurso sobre la crítica al fanatismo por el fútbol en el país.

Hamish Fulton

Algo que sin duda agradezco de esta Bienal es la oportunidad de tener al frente obras de los grandes nombres del arte contemporáneo, como lo es el caso de Hamish Fulton. Pero más allá del misticismo de su nombre, es el proceso de su obra lo que despierta las primeras reflexiones y mi entera admiración. Fulton, antes de considerarse un artista, se llama así mismo «a walking artist», pues no solo sin la caminata no solo no le interesaría producir, sino lo que él produce en sí son sus caminatas. Por largas temporadas puede irse completamente solo a caminar por una montaña o hacia una comunidad en alguna parte del mundo, y al volver el resultado que presenta es solamente un esbozo tipográfico, casi un letrero publicitario, que solamente menciona el lugar, la fecha y la duración de su recorrido. Fulton bien hubiera podido mostrarnos fotografías de su viaje, un vídeo o un diario que nos diera aún más información, pero entonces el espectador no tendría ningún papel. Al Fulton mostrarnos solamente un enunciado, su viaje queda completamente a nuestra imaginación. Es entonces el deber del espectador el de continuar la narrativa del recorrido, mientras la experiencia del artista continúa siendo completamente personal y no nos desvía a pensarlo como un fotógrafo o un artista del vídeo. Hamish Fulton camina y ese es su arte. Además, la pieza conserva su concepción pictórica pues las gráficas de las cordilleras y el volcán sí ilustran de cierta manera el viaje. Así, el artista conserva ambas partes del arte conceptual por la utilización del lenguaje, y del Land Art por su referencia única a la naturaleza.

 

*El recorrido por las demás sedes será publicado por entregas diariamente.

Parte 2: http://goo.gl/yMqQ3E
Parte 3: http://goo.gl/9eqrKP
Parte 4: http://goo.gl/LRb17X

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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Escrito por Josseline Pinto

Investigadora independiente, poeta, y curadora de arte contemporáneo. Si el día tuviera 48 horas, igual no dormiría. Co-fundadora y directora del proyecto curatorial MANIFESTO-espacio.
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