Por: Desirée Cordón
Los quinientos millones de personas que posiblemente nunca conoceré, son en mi mente una gran feria continua. Ahí también asiste todo lo que ignoraré, lo que nunca escucharé, lo que nunca leeré y de lo que nunca se me ocurrirá hablar. Pero lo tengo ahí, cerca con confeti y payasos en hipomanía. Dentro aquí, en mi casa, en mis neuronas, en mi electricidad, comparten perros calientes.
Los colores que todavía no se ven, los inventos que ni siquiera se han pensado, los niños que no han nacido, la piel que se ha tocado, los besos que no se han dado, todo eso también está aquí dentro dando brincos, esperando a meter el aro al cilindro.
Las cosas que nunca hablaré con mi padre tienen collares brillantes y ríen extasiados, con tantos colores encima.
Los lugares que nunca pisaré han estado viendo los algodones de azúcar sin decidirse de una vez a comprarse uno y mancharse los dedos de baba rosa.
Los aplausos que nunca daré se chocan entre ellos en la cola para el show de magia, tienen por naturaleza la inclinación hacia lo sorprendente. Y lo sé, aún, sin conocerlos.
La persona que nunca seré da vueltas con un vestido lleno de cuentas que pareciera que respiraran por sí mismas, que se inflan sin yo saber nunca por qué. Ella con cualidades que nunca tendré, con hábitos que nunca desarrollaré, con habilidades que jamás conoceré. Todo junto, todo conviviendo, todo brindando y nada nunca podrá reconocerme entre la multitud.
Los libero, los perdono, los dejo ser sin ser nunca nada para mí. He decidido no pretender invitación a este lugar. Está bien no ocupar un lugar ni participar de ninguna fanfarria que nunca me pertenecerá. Hoy me decido a olvidar esta feria a la que nunca asistiré.
Comentarios: 0