Septiembre 1987.
Nací, crecí, aún no me reproduzco ni muero.
Narcisista, terco y poco común, prefiero leer que hablar,
escuchar que discutir.
El año 2015 fue y será el inicio de un nuevo porvenir para Guatemala.
Camino empedrado y difícil, es cierto, pero un camino que conlleve a grandes cosas no se presenta nublado y poco aliciente. Tal vez el gran Jacobo Árbenz por fin pueda descansar en paz luego de ver cómo es la inspiración de muchos de nosotros los jóvenes para generar cambios profundos en nuestra sociedad.
Justo a inicios de este año, en una charla muy amena, nos reuníamos a comer y charlar dos jóvenes y dos personas ya mayores, estos últimos relataban cuánto les dolía ver a la Guatemala de su niñez sumida en la corrupción, la falta de servicios, falta de fe, una sociedad agresiva y violenta, pero sobre todo cuán grande era la indiferencia de sus mismos hermanos de patria. Me decían cuánto ellos quisieran volver a las calles como lo conocieron de los años cuarenta u ochentas cuando el miedo era el alimento del que salía a la protesta, cuando todo el pueblo salía a manifestar su descontento de un régimen bajo un dictador que con poca conciencia social reprimía los ideales. Imaginaban cómo desde el pueblo podríamos enviar un mensaje directo y al corazón del estado, para rechazar aquello que envenena nuestro país, eso que tiene nombre y apellido “políticos nefastos y corruptos”. Políticos que venden a su patria por grandes cantidades de dinero, para volverse mezquinos y aumentar su indiferencia hacia las necesidades sociales.
El día llegó, un 25 de Abril de 2015 empieza la historia, un día sin igual, un día que parecía más una euforia de momento que otra cosa, un día en el que solo existía un mismo ideal, un día en el que por vez primera después de mucho tiempo no existían las clases sociales, un día en el que era posible caminar con fervor y con los sentimientos a flor de piel por las calles, un día en el que todos los caminos seguían un solo rumbo, todos llevaban a un lugar casi sagrado del cual tantas historias inician, lugar en el cual la historia iniciaría de nuevo, lugar en donde gritar por lo que muy dentro se sentía no era visto de mala manera, lugar en donde ver tantas banderas azules y blancas colgadas de brazos sin miedo era un paisaje más que inexplicable, lugar en donde a muchos las lágrimas por los sentimientos brotaron y cayeron como alimentando los suelos sagrados de mi patria, lugar en donde ver a un joven ondear la bandera a lo alto de un camión gritando a todo pulmón que amaba Guatemala era más que sublime.
Ese día marcaba la pauta para muchos de nosotros los jóvenes, para saber que a nuestra sociedad aún le queda garra para forjar un cambio, saber que mi país tiene todavía fuerza para luchar contra todo aquello que contamina el espíritu de un estado al servicio del pueblo, fuerza que no desapareció en los ochenta con el conflicto armado interno, fuerza que ni las masacres en Quiché pudieron esfumar, fuerza que ni la falta de actitud en contra de todo aquello poco honesto de varios gobiernos pudieron opacar, fuerza que salió de nosotros mismos, de niños, jóvenes y adultos caminando detestando y rechazando a la política tradicionalista.
Ese sábado marco un nuevo futuro que concibe una nueva Guatemala, tal vez aún existen personas poco objetivas, tradicionalistas y mezquinas que dicen que no ha cambiado nada y que no hemos hecho nada, que falta mucho por hacer y bla bla bla. ¡Pero cambiamos, y mucho! Cambiamos la visión del político ladrón, por qué los estamos observando y lo seguiremos haciendo, por que el político deshonesto pensará dos veces antes de vender mi derecho a salud, seguridad, cultura, pero por sobre todo paz. Cambiamos la visión de una nueva generación para rechazar todo aquello incorrecto, cambiamos la cultura de conformismo e indiferencia, cambiamos, y mucho.
Generamos un cambio sustancial y paulatino, el porvenir está ahora más cerca que antes, tal vez lo creo por mi arraigado amor a mi país, tal vez lo creo porque fui parte de las movilizaciones, tal vez lo creo porque lo quiero, o simplemente por sé que así será.
Ese sábado mi visión ciudadana cambio, ese sábado no lo olvidaré en mis días venideros, a partir de ese sábado muchos no somos los mismos, porque ese sábado Guatemala despertó. Y el 2015 es marcado en la historia como el día en que volvimos a ser país y sobre todo volvimos a luchar de la mano.
Comentarios: 0