JONO JONES
| Facebook | Soundcloud | Youtube |
Por: Mariana Pinto.
Lo conocí hace más de un año en zona 4. Estaba interpretando canciones de los Arctic Monkeys en Karma de una manera impecable y propositiva. Su sonido quedó fijado en mi mente y decidí seguirle la pista.
Después de un par de encuentros fugaces, decidí escribirle al músico para saber en qué andaba y me contó que estaba en plena actividad creativa, produciendo dos EPs. «Ahora es cuando», me dije, así que lo invité a reunirnos por un té en un día caluroso en uno de los famosos locales del área más hipster de la ciudad. Cool y sencillo como siempre, el buen Jono compartió su historia con su servidora.
Yo, para hacerle justicia a la misma, se las conglomeré en capítulos, los cuales tienen la intención de fungir como un viaje sonoro que les contextualiza a mencionar qué escuchaba el artista en este momento. Y esto inicia algo así:
[toggle_box]
[toggle_item title=» CAPÍTULO 1: EL DESPERTAR MUSICAL» active=»false»]
Durante sus años de crecimiento, chiqui Jono vivió rodeado de sonidos provenientes de la invasión británica, según nos contó: “En mi casa no sonaban ni boleros, ni canciones en español ni nada similar a Rocío Durcal. Fue curioso porque mi padre ama la música británica, pues en su adolescencia recopilaba vinilos junto a sus hermanos y amigos, y eso sigue hasta la fecha. Entonces, crecí escuchando en la sala Supertramp, Pink Floyd y toda esta música a todo volumen. Era súper interesante, raro y cool” recuerda.
[/toggle_item]
[/toggle_box]
Tengo entendido que la guitarra es TU instrumento. ¿Cuándo inició esta relación?
Sí. Empecé siendo guitarrista. Yo tenía como 12 años y mi hermano tenía un amigo que tocaba guitarra, y lo convenció de formar una banda. Así llegó el primer equipo a la casa: una guitarra eléctrica y un amplificador. En ese entonces, yo como hermano pequeño quería ser como mi hermano grande, así que ahí despertó mi amor por la guitarra. Más por curiosidad y por tratar de emular los pasos de mi hermano.
¿Tu hermano siguió siendo músico?
No, no siguió. Lo curioso es que para él fue algo como un hobbie, pero para mí se convirtió en algo muy importante en mi vida. Pasó a ser un lenguaje, un brazo, una parte de mí. Nunca más la pude dejar.
¿En algún momento quisiste ser otra cosa, que recuerdes?
Pues desde temprana edad, me entró la seguridad de que quería dedicarme a la música. Probé varias cosas, como el skate o deportes, pero siempre regresaba a la guitarra… pura novela. Por eso, antes de ir a la universidad aquí en Guatemala, me dediqué a la música y formé la primera banda de garage con mi mejor amigo, que era baterista. Yo era feliz. Ahí es donde comencé a experimentar la adrenalina y pasión por esto.
¿Qué tocaba esta primera banda?
Es súper chistoso, porque empezamos haciendo algo como hard rock. En ese momento veníamos de la influencia del new metal y post new metal, como Korn, Limp Bizkit, Disturb, Deftones… toda esa música. Nos llamábamos Elima, creo que por una bebida que se llamaba “Lima”, o algo sin mucho sentido.
¿Era banda que se presentaba en lugares o se mantenía a puerta cerrada?
El concierto más importante o emblemático que he tenido, hasta la fecha, fue con esa banda. Resulta que por una kermese del austriaco tocamos en la Gran Sala del Teatro Nacional, siendo todos patojos de 14 o 15 años. Estaba la sala llena. Sin embargo, cuando mi mejor amigo salió del colegio, de repente un día me dijo “me voy a Viena a vivir”. Yo sentí que me rompían el corazón.
¿Tan así?
Te lo juro, que fue la primera vez en que sentí que me acuchillaban el corazón. Suena muy sentimental, pero era por el hecho de que yo ya estaba con la idea a futuro de qué iba a hacer. Ya teníamos la banda, tenía potencial, me encantaba y eso me veía haciendo. Tenía el panorama resuelto a un periodo de 5 años, cuando de la nada te dicen: “se acabó”.
¿Cómo reaccionaste?
Le dije que estaba súper orgulloso por él, pero que se fuera y que no volteara a ver atrás nunca más. Estaba molesto porque no tenía ningún plan b… pero cuando estás en esos momentos, despierta en ti un instinto de supervivencia que te impide quedarte tirado y te ayuda a descifrar qué hacer. Lo que pasó fue que entré a una academia privada de música, conocí más personas, entré a la farándula guatemalteca y así fui sobreviviendo, al punto en que empecé una banda a la que le fue tan bien, que teníamos casi 6 o 7 conciertos por semana.
Pasaste al otro extremo.
Si, como que comencé a quemar cables. Hacíamos tanto, que sentía que estaba en una rutina, en automático. Y, en ese momento, me llama mi amigo, que por cierto estuvo desaparecido por dos o tres años, y me dice “venite, ahora es cuando”. Para mí fue como una señal. Compré un boleto a Viena y me fui al mes siguiente.
[toggle_box]
[toggle_item title=» CAPÍTULO 2: JONO JONES FUE Y VINO DE EUROPA» active=»false»]
El artista comeneta que en Viena las personas escuchaban tres cosas: composiciones clásicas, canciones mainstream (tipo Bruno Mars) o rock clásico de los 80’s y 90’s. Sin embargo, en un momento underground, sintió atracción por las fusiones de géneros como el jazz y hip hop o el blues con R&B, que lo llevaron a recordar su amor por el Groove y los híbridos que consiguen representarlo.
[/toggle_item]
[/toggle_box]
¿Cuál era tu objetivo al ir a Europa?
sin darme cuenta, creo que ampliar horizontes. Estudié musicología, también canto e interpretación, con una artista húngara.
Siendo Viena una meca de este arte, ¿cómo dirías que es este escenario para un músico?
Es un poco raro porque lo popular en esta región sigue siendo lo clásico o lo conservador. Si te apegas a este género, como músico, y eres bueno, te conviertes en una de las celebridades más grandes del país; ahora, lo contemporáneo no es tan popular. El jazz, la ópera y la música clásica, es “wow”. Pero si quieres llegar con tu hip hop, no eres nunca el centro de atención.
¿Esto influenció tu proceso?
Definitivamente. Este medio me sirvió para experimentar con sonidos, pedales, afinaciones y todo lo que pudiera en mi guitarra, este instrumento que llegué a amar tanto, que juré que iba a morir en ella. Además, conforme las circunstancias, llegó un momento en el que me di cuenta que ser solo guitarrista no era suficiente, así que aprendí a satisfacer las necesidades que tenía como músico, esos gaps que detenían mi progreso y sueños. Así fue que me convertí en productor, cantante y compositor.
¿Fue un proceso complicado el de descubrirte en estas nuevas facetas?
Soy muy exigente. Cuando empecé a cantar, por ejemplo, fue un gran reto, porque sabía si desafinaba o no estaba bien. Aún no me lo creo totalmente, sigo creyendo que soy un guitarrista que canta.
¿Cuándo llegó el momento de regresar?
Cuando estaba allá, después de casi dos años, identifiqué que estaba haciendo lo mismo que en Guatemala: tocaba guitarra principal y cantaba segundas voces. Al principio no lo sentí, por todos los cambios, pero después me fue evidente que me sentía medio miserable, medio vacío, porque mi ser me pedía superarme.
Y tu país te reclamó de vuelta.
Necesitaba cambiar de aire y vine a Guatemala… pero la vida hizo que me quedara varado en Cancún una semana cuando iba de regreso a Viena. Cuando faltaba un día para tomar mi vuelo pensé “no quiero nada, quiero regresar a mi casa”.
Me imagino que has de haber regresado cambiado.
Creo que sí, pero por alguna razón regresé a la rutina. Busqué a mi antigua banda y, después de un tiempo me aburrí porque no tenía el valor de hacer lo que mis entrañas me pedían.
¿Qué te pedían?
Que en vez de escribir canciones para otra gente, lo hiciera yo. No tenía el valor y me ponía muchas excusas. Llegó un tiempo en el que me di cuenta que el único pegue que tenía era por ser un guitarrista y llegué a pensar “ojalá no pudiera tocar guitarra”, porque si esa imagen no era nada. A las semanas, tuve un accidente que me sacó de la jugada un año.
Esto parece una película.
Totalmente. Mientras estaba en cama, en reposo, empecé a cantar blues y a tocar piano, porque no podía hacer otra cosa. En esos momentos tan duros, fue cuando resurgió esta luz y me enfoqué en producir, en cantar.
Si tuvieras que resumir esta época en una gran lección, ¿cuál sería?
Adaptarse es vital para sobrevivir. Cuando lo logras, descubres otras cosas y, al final, descubres que no está tan mal. Cuando me pasó eso, empecé a “desetiquetarme”. No me malentiendas, yo amo a Guatemala, pero fue cuando empecé a ver más allá de mis propias barreras imaginarias que probé ser ciudadano de mundo, porque el mundo es de todos.
¿Alguna costumbre europea que te hayas traído contigo?
Allá fue donde conocí la cultura del té y el agua pura. Me di cuenta que me gustaba cómo me sentía yo al tomar té, así que le fui agarrando amor.
[toggle_box]
[toggle_item title=» CAPÍTULO 3: EL BOYANTE HOY » active=»false»]
Jono Jones dice gustar hoy en día de “la música buena en general”. Por tanto, últimamente combina sonidos de down tempo, con mezclas de R&B y funk… pero eso sí, lo que no puede faltar en su entorno es el Groove.
[/toggle_item]
[/toggle_box]
Después de haer aprehendido todo este bagaje, ¿cómo defines tu propuesta actualmente?
Exactamente como un híbrido. Todo lo que he pasado, me ha llevado a este punto. La paz, la pasión y la libertad que tengo hoy, me hace pensar que estoy en el mejor momento.
Ahora, ¿has encontrado amigos en el medio?
Sí, después de lo que me pasó y todo, he encontrado un par de muy buenos amigos que me han marcado y ayudado bastante en la decisión de ser yo mismo… me han hecho no sentirme como el único, ¿sabes? En tal vez regresar a mi raíz con los pies en la tierra, al punto de inicio donde el Groove es lo más importante para mí en la música, tomándome todo más tranquilo, con buena vibra. Una de estas personas es Estefani Brolo, que la amo con toda el alma porque estuvo ahí cuando volví a la escena bastante vulnerable y me hizo sentir como en casa, siendo un este ser transparente, libre, claro que es ella.
¿Te sientes satisfecho con tu proceso?
Creo que lo que se siente correcto, hay que hacerlo. Sea lo que sea. Soy un artista independiente, no estoy bajo ninguna disquera de renombre ni compromiso, que puedo darme libertades y emprender un proceso de crecimiento personal, sin más expectativas que disfrutarlo yo. Si gusta demasiado, va a ser genial… y si no, no importa mucho porque lo tenías que hacer, ¿sabes?
¿Cuál es tu gran reto actualmente?
Romper todas las reglas. Para empezar, tengo un EP terminado en inglés y estoy grabando un EP en español, lo cual nunca vi como realista, porque no es parte de mi cultura musical y nunca supe cómo, hasta el año pasado; en este tiempo tuve varios viajes, todo me empezó a tocarme el pecho y empecé a componer en español. Ambos tienen 5 temas, pero son dos mundos diferentes. Y, con suerte, lanzo a fin de año el LP completo, con unos 8 a 10 temas.
¿Y en instrumentos? ¿nuevos horizontes?
Quiero ponerle más atención al piano, a la batería. Y, como la mano que me operaron quedó como a un 80%, quiero aprender a tocar guitarra con la otra, hacer un mind fuck.
¿Qué te alimenta como artista?
La curiosidad, para saltar las limitantes que nos ponemos nosotros mismos. Lo que pasa mucho con los artistas que es que el alma se convierte como el estado del tiempo, que expresa sus estados de ánimo a través de instrumentos.
SI JONO JONES ESCUCHA ______, ESTÁ:
Triste/melancólico: John Mayer, Ryan Adams y Chris Martin.
Feliz: Michael Jackson o Bruno Mars.
Enojado (o con actitud): Corey Taylor, Black Keys o Deftones.
Meditativo: Rhye, sobre todo Fool.
Hiperactivo: Lack of Afro. Un playlist llamado Nonstoppers, con canciones como Cocaine Blues.
[tab]
[tab_item title=»Fotos del encuentro»]
[/tab_item]
[tab_item title=»Fotos de archivo»]
[/tab_item]
[/tab]
*Fotografías de archivo obtenidas del Facebook de Jono Jones.
Comentarios: 0