Recomendación invitada por:
Marco Montes
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"Eso sí, siempre noté esa gran característica que tiene: Crear frente a nosotros un mundo distinto y aunque etéreo (bueno más que en el que vivimos), un mundo diferente. Gracias a muchas recomendaciones y algunos descubrimientos, el cine se volvió en mi vida algo más que un simple pasatiempo, encontré en él, un arte donde convergen otras artes, un arte que te da la oportunidad de observar fotografías asombrosas, escuchar soundtracks envolventes y vivir guiones alucinantes en sólo un fragmento de tiempo.
El cine sin duda, me hizo ser un poco más crítico, sensible, hizo que cambiara mi forma de apreciar las cosas. Dicho esto, el cine hizo lugar en mis temas de conversación, y fue así, en una conversación que tuvimos en algún lugar de Xela, entre Manuel Rodas, David Pellecer y Joss Pinto como llegué aquí, a tener este espacio, donde desde un punto de vista personal, haré algunas recomendaciones de las películas que movieron algo en mí. Quiero comenzar recomendando no sólo una película en especial, si no a un movimiento cinematográfico que desde mi opinión de una o de otra manera se grabó en la historia del cine.
“Juro que me abstendré de crear una obra, porque considero que el instante es mucho más importante que la totalidad”
Bajo este voto de castidad, cuatro artistas de cine daneses, sellaban un 13 de marzo de 1995 el manifiesto de Dogma 95, movimiento que intentaría romper con los planteamientos de las altas productoras de cine estadounidense. Dejaban en claro que para hacer una buena película, no se necesita un alto presupuesto y que la pureza de lo real en los instantes puede llegar también a ser calidad cinematográfica. El manifiesto está basado en diez mandamientos primordiales, que son la esencia misma para el desarrollo de las películas.
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El rodaje debe realizarse en exteriores. Accesorios y decorados no pueden ser introducidos (si un accesorio en concreto es necesario para la historia, será preciso elegir uno de los exteriores en los que se encuentre este accesorio).
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El sonido no debe ser producido separado de las imágenes y viceversa. (No se puede utilizar música, salvo si está presente en la escena en la que se rueda).
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La cámara debe sostenerse en la mano. Cualquier movimiento -o inmovilidad- conseguido con la mano están autorizados.
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La película tiene que ser en color. La iluminación especial no es aceptada. (Si hay poca luz, la escena debe ser cortada, o bien se puede montar sólo una luz sobre la cámara).
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Los trucajes y filtros están prohibidos.
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La película no debe contener ninguna acción superficial. (Muertos, armas, etc., en ningún caso).
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Los cambios temporales y geográficos están prohibidos. (Es decir, que la película sucede aquí y ahora).
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Las películas de género no son válidas.
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El formato de la película debe ser en 35 mm.
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El director no debe aparecer en los créditos.
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Dogma 95 se convirtió entonces, en la plataforma para crear un nuevo cine, haciendo consciente el animo de los cineastas por revolucionar el séptimo arte y darle así un nuevo aire. El movimiento tomó mucha más fuerza después del éxito del Dogma #1
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[tab_item title=»La Celebración – Thomas Vinterberg»]
Vinterberg haría de una fiesta de emociones contrarias, que jugarían por turnos en el tiempo de un instante, al hacer que lo que parecía una simple fiesta de cumpleaños de un padre de familia burguesa, se convierta en el espacio ideal para que uno de sus hijos revele un secreto de infancia no tan grato, que involucra tanto al festejado como a su hermana suicida. Bajo éste contexto, todo se torna en una puesta de cartas sobre la mesa, con una sátira a la doble moral y a los elegantes rituales característicos o incluso estereotipados de “las grandes familias”. Festen (nombre original) es una película que recomiendo, con una producción diferente, pura, revolucionaria, que hace honor a los mandamientos con los que se formó el movimiento y marca el inicio de algo con altas expectativas. Así iniciaría el preludio para lo que se esperaba serían las siguientes películas basadas en el manifiesto. “La Celebración” obtuvo la mención especial del jurado, en el festival de Cannes en 1998, con una aceptación de la critica y de muchos amantes del cine, poniendo al dogma 95 en la expectativa, y ganándose así su lugar a pulso como vanguardia del séptimo arte.
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[tab_item title=»Los idiotas – Lars Von Trier»]
La emoción crecería aún más, al estrenarse casi simultáneamente el Dogma #2 del cofundador del movimiento Lars Von Trier, que lograría consolidar el experimento con “Los idiotas” una película en la que un grupo de amigos se reúne para salir de su aburrida y cotidiana vida, y fingir ser idiotas (enfermos mentales) por un rato, para poder así, burlarse de lo que tanto odian. Idioterne (nombre original) es una exposición del descontento por el deber ser dentro de la sociedad, es un grito rabioso, una carcajada de frente que se convierte de a poco en un paulatino dolor en el pecho, síntoma, de la nostalgia y la melancolía que provoca en muchos la realidad. La película toma un giro importante cuando una mujer se une al grupo y abandona todo para hacer de la idiotez su nueva forma de vida. Von Trier logra con los idiotas un dialogo fuerte e interpretativo para que el espectador pueda ir descifrando la película desde una visión social, política o filosófica.
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El Dogma 95 era una avioneta despegando, la peculiaridad de sus producciones minimalistas y sus guiones y dramas complejos, fueron buen viento para que la avioneta tomara su lugar en el cielo. Debido a la popularidad que ganaba, muchos directores quisieron hacer también el voto de castidad y experimentar con el Dogma 95. Muchas películas se fueron produciendo y fue así como llegó la turbulencia que haría que la avioneta del Dogma 95 regresara a tierra.
Algunos directores comenzaron a faltar los mandamientos primordiales, y se hizo cada vez más complicado observar que la película cumpliera con todos los requisitos que se requerían para ser parte del movimiento, otros utilizaban el dogma para proyectar sus carreras cinematográficas y poder así incluir sus películas posteriores en productoras gigantescas o creaban películas mediocres, sin ningún valor cinematográfico, haciendo que todo lo que buscaba el movimiento se perdiera en el hambre por la fama. Después de siete años de su fundación, el secretariado de Dogma 95 en 2,002 decide manifestar el fin del movimiento con estas palabras: “El manifiesto Dogma 95 se ha convertido en una fórmula genérica, lo cual nunca fue nuestra intención.
Como consecuencia de ello detenemos nuestra mediación e interpretación de cómo hacer films Dogma y cerramos el Secretariado”.
"Se produjeron más de trescientas cintas alrededor de Dogma 95, algunas de ellas de mala calidad, y muchas otras, productoras de sensaciones fuertes e indescriptibles. Dogma 95 no fue un simple intento de vanguardia en el cine, Dogma 95 creo un antecedente, hizo que se produjeran películas increíbles, profundas, cuestionables y dignas de ser vistas. Dogma 95 dejó huella, una gran huella que aún puede ser disfrutada o criticada, en la que podemos lanzarnos a bailar por horas o sentarnos a ver el ocaso con Philip Glass sonando en nuestros auriculares.
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