Recomendación invitada por:
Angel Mazariegos Rivas
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"Carlos huye de los pensamientos que le lanza su cabeza en la permanencia. Se halla absorto por el despilfarro de mugre, por las clases sociales conviviendo tan cercanas en geografía y pretendiendo ser tan alejadas. El cansancio no es durante todo el rato, agobiador, los pulmones pueden respirar despacio mientras inhalan contaminación. Carlos baja el ritmo. Huir no siempre quiere decir que vaya a gran velocidad y con una maleta a la espalda. También se huye despacio y en silencio.
Visité las cercanías de Tijuana con la frontera de Estados Unidos hace algunos años y me pareció que era un sitio olvidado por la civilización. Desocupado por la humanidad. Aunque se ha demostrado que a muchos lugares les va mejor cuando la especie de los homo sapiens no deciden habitarlos. Pero no fue el caso de Tijuana –no es tan suertuda–, pues resultó ser un lugar de muchos transeúntes, de comercios, de población, de exceso. Welcome to Tijuana, welcome a un bajo mundo controversial.
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El porqué sale a colación un lugar así… porque es el lugar donde me posicioné luego de haber escuchado la nueva propuesta de XAC, una banda de rock progresista guatemalteca que se ha dedicado a hacer procesar mejor mi manera de percibir los trayectos. Además de su autodenominación como “hard rock fronterizo”.
Hace algunos meses lanzaron su sencillo La catrina y me pareció que ni siquiera debía importarme el origen de ese trabajo. Pero claro, luego importa para conocer más de dónde viene la propuesta. Esta era una pieza bastante interesante que podía pasar a estar entre las más sonadas del reproductor. La bienvenida rockanrolera de la canción hizo que se quedara.
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Y ahora me topo con Birth of the fifth sun, y es así como pienso en este chavo al que decidí nombrar Carlos, el chico de Tijuana. La rolita te encamina por un inicio bastante transcurrido, lleno de melancolía, desilusiones, hartazgos, suciedades, que se van mermando en la profundidad del esqueleto, y al rato los huesos se mueven al compás de XAC, sin remordimientos.
Luego, en ese momento en que, como Carlos, recordás que vas caminando porque vas huyendo, entonces la cabeza se te desmorona. El estómago se da un vuelco y el corazón te explota, sin que nadie pueda ver lo que sucede porque no existe representación física externa. Todas son hemorragias internas. Solo vos las sentís y mejor si te da igual porque tenés que seguir andando.
Y a eso se enfrenta Carlos, a una caída libre horizontal de la cual no puede escapar. Sería ocurrencia empezar a correr.
XAC no solo lo acompaña en la aceleración, parece que le marca el ritmo de los pasos y le explica cómo seguir caminando sin que parezca estar desmoronado el suelo.
Los pies resienten el asfalto de la calle bañada en robín, desechos y costras. Las rodillas pesan porque la carga puede ser mucha en determinados momentos. Hay persecuciones que te resultan fatigantes a pesar de que el número de personas que vienen detrás tuyo y que intentan alcanzarte sea nulo.
Huir no siempre quiere decir ir a gran velocidad, también se huye despacio y en silencio.
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