Por Jorge Campos.
“¿Es el camino de la unidad un constructo? Sí, en tanto comprensión humana, conclusión sobre la realidad.” – Javier Muñoz Salas
«El camino de la Unidad» es una peregrinaje a través de la historia de la evolución del pensamiento humano, y revela en sus páginas procesos integrales de adaptación del conocimiento en la formación del individuo como ser social que no necesita de un abandono ni abstracción absoluta del mundo, sino que aspira a una realización humana a través del compromiso, puesto que: “…mi existencia depende de otros y por tanto la relación se constituye como el fundamento del Ser.”
Tal y como lo advierte el autor en su introducción: “estas meditaciones no corresponden a una religión, una teoría científica, una ideología política o una filosofía al estilo académico […] no representa un ismo, un dogma, un “unitarismo” o un “todianismo”. Por ende debe ser asumido y leído alejado de cualquier consideración absolutista, a pesar de su a veces lenguaje académico-científico, filosófico-racionalista, religioso-oficial o hermético-esotérico.
Es una obra entretejida con arte, poesía y fe, dividida en diez capítulos, que no se resigna a una simple observación, sino que desvela una propuesta sencilla como solución a los paradigmas que han sido heredados por tradición a través de los tiempos; y además una obra circular como la vida misma, que proyecta de manera casi cinematográfica las grandes escuelas del pensamiento filosófico, desde donde se gesta la visión de Javier Muñoz Salas: “…Un camino a la unidad, en tanto un proceso individual de autodescubrimiento que se realiza en el vínculo con todas las cosas”, porque la vida es energía vinculante.
“Una conciencia individual que logra la unidad, no debe temer, pues la energía de la Vida continuará en otras formas y su conciencia se fusionará con la conciencia de lo Uno, en la que desaparece todo amor egoísta, convirtiéndose en universal. Ahí están todos los que amamos para siempre.” –Javier Muñoz Salas.
Finalmente Muñoz Salas responde a sus propias grandes interrogantes a través de la sencillez de la esperanza en la búsqueda desinteresada, en la lejanía del Yo divinizado, y nos comparte su Espíritu de vida en “El camino de la Unidad”, en el que expone al individualismo, consecuencia del miedo, como mentor de nuestra decadencia, y al Uno despojado y empático como único remedio conciliador con el Todo, a través de una verdadera revolución, la revolución de la conciencia: “Reconocerse a sí mismo conduce a la curación, pues descubre la propia voluntad en sintonía con la unidad, no para alcanzar la perfección, sino para realizarse en la manifestación de la profundidad de la gratitud.”
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