Por Pablo Bromo.
Seré un desencanto: las fiestas electrónicas en Guate no empezaron hace cinco años en The Box o hace unos días con el lanzamiento de la preciosa revista Plomo. Pa’ que les voy a mentir. Tengo más de quince años de estar como espectador y danzante de la movida electrónica en Guate y ha sido una parranda ardua para poder contar todo esto.
Desde hace varios meses, muchos compas de la onda electrónica me han dicho que debo hacer un mapeo de las fiestas y antros por donde ha pasado el “punchispunchis” en Guate. Me alucina la idea. Pero bueno, eso lo dejaré para otro momento.
Ahora he estado pensado en tres momentos importantes de la música electrónica en Guate. Acá van. Una exploración honesta y reflexiva de tres colectivos que andan haciendo cosas, eventos, llámenle purrún.
A) CUBE
Los que están familiarizados con Cube Rec saben que cada parranda y pincelada electrónica de estos chavos son muy apreciadas porque son de lo mejorcito del istmo centroamericano. Por eso no es casualidad que DJ Casta (Andrés Castaño) esté a cargo de todo este festín músico-creativo. Aquel se conoce la movida. Es de los pocos que aún sigue en pie desde su inicio, o tal vez el único, que con el corazón latiéndole a buenos BPM pone la mejor música que he escuchado en fiestas interminables, siempre con la sobriedad y claridez que sólo él conoce.
Nunca olvido, por ejemplo, allá por el año 2006 cuando las fiestas electrónicas se habían mudado del stage itinerante a los clubes de moda: El Templo, Diambossia (no recuerdo si se escribe así, pero quedaba en Play Zone… los cines Las Américas, pues, donde ahora está Fox) y otros tantos bares llenos de fulgor minimal o electro donde las almas respiraban música y sólo eso. En estos antros la fiesta se ponía buena, tan así que Satoshi Tomiie, y mi favorito, Hernan Cattaneo tiraron pari como los dioses hasta tempranas horas (derretidas) de la mañana. Esas noche fueron memorables, al igual que las de Holden o Saiz, también organizadas por los queridos Cube.
Sí, Cube fue la culpable de toques memorables como el de Miguel Miggs en un parqueo de la zona 10 y tantos otros que olvido con el pasar del MDMA. E incluso, hace poco (eso sí lo recuerdo), dejaron ir la casa por la ventana con dos toques que nos dejaron con la cabeza encendida en beats memorables: el dúo de alemanes COMA y la presentación del EP de Alex Hentze, amigo querido, que a pesar de ser amigo lo sigo considerando el mejor productor de música electrónica de Centro América.
Pero bueno, CUBE vino para quedarse por largo rato. Son los culpables del festival de música electrónica más importante de la región (hablo de producción y pensamiento musical, no de DJ’s tocando sus tornas hasta el amanecer como pasa en el Sunjam). El festival se llama SMA (Semana de Música Avanzada) y es un experimento maravilloso de creación y pensamiento electrónico con sus intérpretes o genios musicales, como fue el pequeño homenaje al maestro Joaquín Orellana (nuestro Bach chapín y mucho más).
Por eso hay que estar pendientes de lo que venga de su agenda. Que no les sorprenda que de repente nos traigan a Nils Frahm, Jon Hopkins, Sascha Ring (Apparat) o James Holden (por segunda vez). O bueno, otra sorpresa que ni nos imaginemos, pero que seguro nos reventará el “coco” hasta más no poder.
Los Cube están “en todo”, por eso denle Like a su página y ténganlos en la mira.
B) DANZÓN PÉREZ
Cualquier fiesta del Danzón Pérez es algo necesario e invaluable. Digo esto no por mamón (escribo en su revista El Danzante, y además, los quiero mucho), pero la verdad es que no había existido un movimiento electrónico que dibujara un panorama electrónico de Guate de la manera que estos chavos lo hacen. Y lo hacen de manera groovy, funky y hasta poética. Su manera de organizar eventos no sesga géneros ni posturas.
Una de las últimas veces –la última en la que participé– organizaron una maravillosa fiesta con lo mejor de lo mejorcito del panorama musical actual de Guate: Dubvolution, The Killer Tomatos, Easy Easy, Contra y más. A lo que voy es que el Danzón Pérez está en sintonía con lo que debe de ser una “movida cultural” llena de mística y parranda. Tienen publicación impresa (El Danzante), programa de radio (Danzón Chileado), toques (Danzón Nights), disquera (Danzón Records) y hasta hay domingos en que te los encontrás haciendo yoga, ejercicio y piruetas “afterparty” en Pasos y Pedales de La Reforma. Qué belleza de gente. Por eso los celebro y recomiendo que sigan en sus redes sociales.
Incluso hace poco presentaron el nuevo EP de FRAAEK junto a dos bandas interesantísimas: Tenta y Duophonic. Algo memorable y que dice mucho del Danzón, porque aquellos están en sintonía con lo mejor de lo mejorcito.
Por eso no me extraña que Gonzo-Gonzo y Lujo Prado se hayan ido a tocar a NY hace unos días en una gira endiablada que llega desde Costa Rica, Colombia y mucho más. Eso sí, haciendo sonar los sonidos funky-groovy-poderosos con un mixblend de Guate que toca sensibilidades.
Eso significa que el Danzón va para rato y que hay que disfrutar todo lo que venga de estos compadres.
Búsquenlos en Facebook y stalkeénlos un poco. A ellos les gusta.
¡Y luego… a bailar pelado y pesado se ha dicho!
C) TIPO TRANQUILO
No hay que recordarse del toque de Digweed en un hángar hace como diez años para decir que la fiesta tiene que ser exhaustiva. Pero es que han habido fiestas de horas y horas (desde psy hasta progressive). Y eso es mucho de los inicios de la electrónica en Guate: largas y extenuantes sesiones de baile, y aquellos han logrado hacer de la fiesta electrónica algo interesantísimo: volverla a sus orígenes. Y eso se agradece.
Quien haya ido a raves de La Fosa Común o el Rave del Castillo en los noventas entenderá lo que estoy hablando. Quien no, le explico:
En los noventa no habían espacios culturales dedicados a la música electrónica como abundan ahora (Folk, Solemne, Analógicos, La Erre, Secret Garden, etc.). La idea era más precaria y, digamos, un poco más “punketa”: hacer la fiesta donde se pudiera y se nos diera la gana.
Si habían tornas, audio, guaro y mara… era más que suficiente.
Por eso se hacían fiestas clandestinas y en espacios en los que nunca (o siempre) te hubieras imaginado una fiesta: terrazas, sótanos, bodegas, casas con piscina, etc.
Así surgió la movida electrónica en Guate a finales de los noventa.
Felices escuchábamos Fatboy Slim, Propellers Heads, Prodigy, Chemical Brothers, Moby, Faithless e incluso Sargent García o Manu Chao porque la fiesta era musical y no tenía fronteras (la música no tiene fronteras, a excepción del reguetón y esa onda de la bachata).
Yo aún recuerdo fiestas de La Fosa Común con 3 ambientes hasta el amanecer: electrónica, latina y área de fumar en las que se la pasaba muy chingón. Los culpables: Julio Hernández (cineasta que todos conocemos o tal vez más afuera de Guate), Fidel Celada (el eterno melómano y editor completo de revistas como Monitor, Magacín o cualquier otra bonita cosa que venga del diario Siglo 21), Básico 3 (#miercolesdecumbia) y más.
Pero a lo que voy con los TT (Tipo Tranquilo), es que organizan sus fiestas de una manera similar, sólo que a manera de movimiento “secreto”. Te mandan sus coordenadas por correo o por el grupo de Facebook para que sepás donde va a ser la siguiente fiesta. No llega mucha gente, porque esa es la idea, que no sea comercial, y eso es “tranquilo”. Lo chulo de la onda.
Y bueno, lo mejor es que tenés DJ’s de la talla de Gabriel Cazali, Rafa 3 o Alex Hentze tirando pari en sus escenarios. La chela es barata, los vodkas también y el ambiente es retranquilo para pasarla “fresh” sin que te chingue ver a tanta gente pretenciosa y desconocida en la fiesta.
Por eso busquen, investiguen y manden peticiones de amistad para enterarse de esos purrunes. Se ponen buenos, sólo que si van a ir a tomar micheladas mejor llévenlas hechas o tómenselas en otra parte porque son muy malas.
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