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Página principal > Recomedaciones > Literatura > Top 5 cuentos cortos latinoamericanos para acompañar un martes por la tarde
18 agosto, 2015  |  Por: esQuisses En: Literatura, Recomedaciones, Sin categoría

Top 5 cuentos cortos latinoamericanos para acompañar un martes por la tarde

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Por Josseline Pinto y Mariana Pinto

Sin título-4

SEGÚN JOSSELINE PINTO:


[dropcap type=»square» color=»#ffffff» background=»#80c74e»]F[/dropcap]ue interesante descubrir que en realidad no había leído tanto como pensé que lo había hecho. Aun así sabía que tenía cinco cuentos especialmente reservados en mi colección de favoritos. Algunos me recordaron a clases de literatura con narradores que luchaban por no recomendar sus propios libros, aunque algunos no necesitaban hacerlo para cargarlos en mi mochila. Otros los descubrí en andanzas del camino y otros no sé cómo llegaron, pero los agradezco. Amo haber nacido en Latinoamérica, aunque también es lo que más odio… Gracias literatura.


-5-

El último rave de Gustavo Solís – Byron Quiñonez (2001)


"
 Había leído reseñas en varios medios y todas usaban palabras como horror, pesadillas, oscuridad, cinismo, vórtice. Se requirió valor y mucha curiosidad para comprar el libro, pero finalmente era mío. En cada cuento encontré horror, pesadillas, oscuridad, cinismo, vórtice, pero especialmente una escena vertiginosa, casi cinematográfica. Es muy fácil perderse en el ritmo ágil y las escenas concretas de la narrativa de Byron. Cada cuento es estar inmerso en el rave, la fiesta, la calle, la muerte y es en este cuento que se evidencia más claramente esa vertiginosidad.

Las oraciones tienen un ritmo rápido, que casi señala el ritmo que lleva la música. Es un relato en primera persona, que alterna la narración con divagaciones en la mente del personaje. Hay sexo, drogas y rock, pero si bien muchas de las narraciones de posguerra en Guatemala hablan sobre esta escena urbana de excesos, hay algo en la narrativa de Byron que logra que no sea una narración, sino un portal para vivirlo en carne propia y emocionarme o asustarme cada vez que lo leo, como si fuera yo a quien llevan al baño para “acariciarme”…

“Cuando Fabiola se arrodilló ante mí seguí escuchando la misma canción, una y otra y otra vez. En ese momento fue que perdí la conciencia del yo.

Y ahora –no me pregunten cómo– resulta que me he convertido en un árbol. Por eso no puedo moverme…”


-4-

Inflamable – Leonel Juracán (2009)


"
Fue en una cantina llamada El Güichito Central, atrás del mercado. En la esquina había un altar de la virgen de Guadalupe, pero se quemó a las semanas. Justo al frente una rocola nos mostraba porno al ritmo de narcocorridos. No sé quién estaba más atento a la rocola, si David o yo. Leonel leía el cuento y nos contaba que ese era el resultado de su investigación sobre el incendio del Hospital Neuropsiquiatrico. Dijo que encontró cosas extrañas, como un código que usaban con el nombre de una mujer. El cuento es tan inflamable como el riesgo que corre por investigar algo así y francamente no sé si lo sigue haciendo.Inflamable[1]. Juracan

La prosa de Leonel, así como su poesía, me parece una de las joyas inexploradas de la literatura guatemalteca. Está cargada de filosofía y su lenguaje está construido con erudición. A la vez que sus textos están muy bien pensados, también tienen algo de poesía visceral y mucha mucha instrospección. Leonel es estudiante de farmacia y de filosofía en la Universidad, por lo que el cuento incluye muchas alusiones a fármacos, que se combinan en el ritmo de la prosa como palabras especiales. Este cuento solo está publicado en la revista No. XX de la Revista de la Universidad de San Carlos, y tener esa edición en casa es uno de mis orgullosos. Jamás olvidaré esa noche de porno gratis, charlas con poetas malditos y uno de los mejores cuentos que he leído.


-3-

La señorita etc – Arqueles Vela (1922)


"
 Eran poetas, músicos artistas entusiastas de la experimentación y la escritura automática. Se reunían siempre en el mismo café llamado El café de nadie, fumaban, bebían, escribían revistas y manifiestos. Uno de los más grandes exponentes fue el guatemalteco Arqueles Vela, hermano del periodista David Vela. Su libro El café de nadie, lo cierra este cuento. Y es una amalgama de amor por el lenguaje y amor a una imagesmujer. Las palabras tienen un ritmo jugoso, que no es fácil, sino atractivo y vuelven las descripciones bellas metáforas poéticas. Nada de lo que diga la haría justicia al texto, por favor léanlo: AQUÍ 

“Sentado junto a ella, en medio de la soledad marina y de la calle, me sentía como en mi casa. Disfrutaba de un poco de música, de un poco de calor, de un poco de ella. Cuando empezó a estilizarse la decoración imaginista, me di cuenta de que había estado alucinado de un sueño”.  


-2-

Mi vida con la ola – Octavio Paz (2003)


"
¿Cómo sería para el poeta descubrir que hay otras olas como la suya? Al poeta de Octavio Paz lo que más le gustaba era escuchar a su ola cantarle por las noches y pasear con ella por la playa. Este es un retrato sublime de ese amor cargado de imágenes que desprendidas de la narración son aguila-o-sol-octavio-paz-9681645103_300x300-PU754fce9e_1poemas por sí mismos. Amaestrar una ola o poseerla no es nada fácil, pero vivir en el mar con ella tampoco. De mis relatos favoritos del realismo mágico, de mis relatos favoritos de Octavio Paz.

“Ciertas noches su piel se cubría de fosforescencias y abrazarla era abrazar un pedazo de noche tatuada de fuego. Pero se hacía también negra y amarga. A horas inesperadas mugía, suspiraba, se retorcía. Sus gemidos despertaban a los vecinos. Al oírla el viento del mar se ponía a rascar la puerta de la casa o deliraba en voz alta por alas azoteas”.


-1-

No se culpe a nadie – Julio Cortázar (1956)


"
 El primero por si desea usar el cuento como manual y probar la dificultad que supone una hazaña como esta y la segunda para secarse el sudor del cansancio. También conviene leer el cuento a solas, por aquello de las risas indiscretas y es que este es uno de los cuentos de Cortázar que empapa de un humor  que sentimos, pero no notamos. ¿Qué tanto trabajo supondría ponerse un suéter azul en otoño? No importa que tantas páginas pasen, esa una acción que no nos cansa, sino nos revive, nos despierta nos intriga. Se debe ser un maestro de la palabra para poder escribir un cuento así, y no es secreto que Cortázar lo es. No se culpe a nadie es un cuento escrito desde la incansable observación de acciones pequeñas que son descritas con el mayor detalle posible y es por ese mismo detalle que están cargadas de humor y el maestro Liniers lo sabe:

“No es fácil, a lo mejor por culpa de la camisa que se adhiere a la lana del pulóver, pero le cuesta hacer pasar el brazo, poco a poco va avanzando la mano hasta que al fin asoma un dedo fuera del puño de lana azul, pero a la luz del atardecer el dedo tiene un aire como de arrugado y metido para adentro, con una uña negra terminada en punta”. 

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SEGÚN MARIANA PINTO:


-5-

La lámpara de Aladino – Luis Sepúlveda (2009)


"
 [dropcap type=»square» color=»#ffffff» background=»#80c74e»]Y[/dropcap]a saben, estando en la librería comentó ¿cómo es que no conoces a Sepúlveda? Y eso hirió mi ego de lectora empedernida. Lo bueno, es que lo que inició como una compra impulsiva, vino a regalarme una serie de cuentos que me transportaron a escenarios costumbristas menos cargados que los de Vargas Llosa, pero tan agradables como los de Carlos Fuentes.

Postulo la Lámpara de Aladino porque me sorprendió. Sepúlveda nos transporta a principios del siglo XX, en donde el capital (sea monedas de oro o piedras preciosas) comenzaba a mortificar la vida de las pequeñas comunidades. Nuestro protagonista es sepulvedaAladino Garib, un señor entrado en años que es acosado por familiares y ladrones por su pequeña fortuna. Cansado, planifica una estrategia con aires místicos, en donde su único confidente es su perro.

De un día para otro, la abundancia comienza a hacerse presente en la vida de este viejo, y el único elemento que justifica esta suerte es una lámpara. Les suena conocida la historia, ¿cierto? Dejen que su imaginación vuele tanto como desee, pero les aseguro que muy pocos asertarán en sus hipótesis. En resumen, lo que te atrapa de La lámpara de Aladino es el temperamento maduro de Aladino, la personalidad de su perro y, sobre todo, cómo lo mágico empaña nuestra razón.


-4-

Morgan – Francisco Alejandro Méndez (2002)


"
 Creo que en este punto es necesario recomendar algo más oscuro y el fantástico escritor nacional tiene justo lo que necesito.  Veamos cómo lo describe el mismo Méndez: “un cuerpo negro, negro, iluminado por blancos difuminados en el largo torso del animal con resplandecientes amarillos, casi naranja, entre las orejas y patas traseras. Era una bola de pelos humedecidos. Su hocico destilaba vaho de vientre de rata preñada…” No sé ustedes, pero cada palabra resuena en mi cerebro con fuerza y evoca una impactante imagen que me deja perpleja.

La trama continúa y nos sentimos preocupados por la relación enferma que este gato 36-Francisco-alejandro-mendez-dossier-galeria-otrolunes33acosador tiene hacia el narrador. Hay violencia y malas intenciones entre ambos, pero de alguna forma la cerveza en sus encuentros no falta. Es un mundo bizarro. No sabemos bien qué es lo que trama el otro, y no hay que bajar la guardia. Eso me fascina de leer a Méndez: encontrar una agradable esencia oscura “muy a lo Poe”, combinada con las más contemporáneas tendencias de novela negra y, por supuesto, mucho de su propia cosecha. (Me pregunto si él vivió algo similar con un gato alguna vez… no me cuesta imaginarlo)

Morgan se puede encontrar en el libro Crónicas suburbanas o Reinventario de ficciones, así como en diversos compilados de literatura (como Ni hermosa ni maldita, Lava negra). Así que no hay excusa para no leerlo.


-3-

El otro yo – Mario Benedtti (1968)


"
 Como buena parte del trabajo del genial escritor uruguayo, su contenido hace énfasis en momentos íntimos, instantes decisivos y un constante proceso filosófico. (Sí, sean libres de notar mi inevitable crush por su legado literario)

En la historia conocemos a Armando Corriente, un preadolescente que era casi normalbenedetti porque«en los pantalones se le formaban rodilleras, leía historietas, hacía ruido cuando comía, se metía los dedos a la nariz, roncaba en la siesta», pero tenía Otro Yo.

Pausa dramática.

No, no es como el filme Los Otros. Más bien lo que plantea este simbólico cuento es esta pelea que muchas veces se gesta en nuestro ser, por tratar de definir nuestra identidad al momento de vernos sobrevivir en sociedad. Muchas veces tratamos de silenciar rasgos muy nuestros porque nos idealizamos de otra forma, sin tener presente todo lo que implica esta pérdida (para nosotros y para el mundo…). Como ven, aunque la base sea aparentemente sencilla, la complejidad en la trama es indiscutible.


-2-

Cortísimo Metraje – Julio Cortázar (1969)


cortazarEste conteo no podía dejar fuera a uno de los grandes narradores del relato corto, la prosa y la poética: el nacionalizado argentino (y francés) Julio Cortázar. Es bien conocido que dentro del grupo de esQuissitos (como nos han llamado y nosotros seguimos repitiendo por costumbre) hay un declarado amor hacia este autor. Es algo real, contagioso y en extremo adictivo, pero se gana su lugar a pulso en cada recomendación.

Entremos a ver qué es el Cortísimo metraje.

"
Para mí, es una narración completa, que emplea la abstracción máxima de una serie de eventos (con sentimientos, colores, formas y escenarios). Cortázar siendo Cortázar rompe el molde tradicional y nos hecha en cara que puede obviar muchos elementos discursivos ornamentales, para presentar una idea que bien desarrollada en solo un par de oraciones. Y lo hace como ningún otro.

Para que se den una idea, inicia así: «Automovilista en vacaciones recorre las montañas del centro de Francia, se aburre lejos de la ciudad y de la vida nocturna». Hasta ahí me quedo. El cuento es tan deliciosamente corto, que temo hacerles algún spoiler involuntario. Les recomiendo buscarlo y leerlo en un break cotidiano.


-1-

Muchacha Punk – Fogwill (1992)


"
 Empieza de golpe y sigue una lógica orgánica, que toma cuerda cuando el narrador ve a una rubia que atrae su atención. Pero el punto de inicio es este:

«En diciembre de 1978 hice el amor con una muchacha punk. Decir «hice el amor» es un decir, porque el amor ya estaba hecho antes de mi llegada a Londres y aquello que ella y yo hicimos, ese montón de cosas que «hicimos» ella y yo, no eran el amor y ni siquiera –me atrevería hoy a demostrarlo–, eran un amor: eran eso y sólo eso eran. Lo que interesa en esta historia es que la muchacha punk y yo nos «acostamos juntos».»

Te atrapa, ¿verdad? Fogwill siempre es una maraña de aclaraciones, un adicto a apropiarse de las palabras, que gusta de dotarlas de un significado muy suyo. Su polaridad sentimental suele ser extrema: odia o ama. Y esto se aplica tanto a personajes, situaciones o ambientes. En Muchacha Punk, por ejemplo, hace una denuncia connotada a las clases pudientes (movilizándose en Daimlers, Jaguars o Bentleys, cínicos y siempre arreglados) y desvía la mirada a otras realidades como «algunos desgraciados sin hogar, muchacha-punk-fogwillque se ilusionaban alrededor de un fueguito de leñas y papeles improvisado por un negro de kiosko de diarios». De igual manera, repudia a las acompañantes de la muchacha punk (a una la lama gorda y a la otra cara de sapo), pero mira con ojos de admiración a «su rubia».

Entonces, en casi quince páginas, conocemos a este narrador argentino (un rasgo muy Fogwill), que deambula por las calles de un invernal Londres sin rumbo, hasta que conoce a esta joven aristocrática-punk (con aires de Grace Kelly o Catherine Deneuve) y su mundo. Bien podía ser un fragmento de Rayuela, si tan solo el auge de lo punk le hubiera tocado a Cortázar.

 

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