Ay, Kurt, ¿realmente merecemos saber tanto? Me voy a tragar mi problema moral por un momento para el bienestar de esta recomendación.
Si quieren entender realmente quién fue Kurt Cobain – después de haber consumido sin medida su música claro, ver Last Days y uno que otro documental – esta película es la culminación, es el retrato más íntimo y eficaz de Kurt. No de un rockero, no del vocalista de Nirvana y mucho menos del “vocero de su generación”, sino Kurt Donald Cobain, hijo de Don Cobain y Wendy O’Connor; el niño nacido en Aberdeen.
Podemos tomar las letras de las canciones de Nirvana como el mejor reflejo de la vida y testimonio de Kurt, pero esas rolas se sitúan apenas como retrato ambiguo de lo que realmente fue en comparación a este documental. Brett Morgen no pudo haber logrado un trabajo más incluyente y eficaz a la hora de diseccionar la vida y psique del pequeño Kurt.
De un grungero de corazón puedo testificar abiertamente que, un 90% del material de este filme, quizás más, no lo había visto antes; pero habló de una foto inédita de Nirvana abrazando a los Guns ‘n Roses, no, vemos los dibujos de su niñez, grabaciones inesperadas, primerísimos demos de Breed o Been A Son y claro, entrevistas, muchas y muchas entrevistas.
En poco más de dos horas el director logró condensar los 27 años de vida de Kurt. Este trepidante viaje va desde la época de cortejo de sus padres Don y Wendy hasta su sobreexpuesto y fatídico deceso. Sin embargo, esta visión, que hemos visto ya miles de veces, permanece original y única en la obra de Morgen; la fragilidad de Kurt, su inocencia, nobleza, rebeldía y pasión nunca habían sido capturados con tal honestidad como con Montage. Hasta ahora, gracias a esta película, conozco y sé cuán prolífico y compulsivo era Kurt respecto a su arte.
La principal fuente de material de esta película, además de las entrevistas que permiten esa línea narrativa, son grabaciones caseras que van desde el pequeño Kurt apagando las velas de su segundo cumpleaños o molestando a su hermana Kim, fotos festivas con la familia de su primera novia, narraciones de su adolescencia, hasta viejas letras de canciones, indicaciones para llegar a un toque, cartas a sus compañeros de músicos, las primeras risas de Frances. Es a través de las grabaciones en casette que hizo el mismo Kurt que podemos entrar en los rincones más íntimos de su vida y proceso creativo, acompañas de unas fantásticas animaciones que recrean la escena a su cabalidad, resulta un adaptación exquisita de la soledad fructífera que aprovechaba y sufría el cantante.
Sabemos abiertamente de los padecimientos de Kurt, de sus problemas digestivos, el dolor físico, el trauma psicológico que sufrió de pequeño –quizás por su propia voluntad-, sin embargo, por la cantidad de trabajo mostrado en la cinta no podemos ignorar cuán enfocado y disciplinado era. Letras, grabaciones de melodías, solos de bajo, línea rítmica, ensayos escritos, anotaciones, ideas, versos sueltos, pinturas, dibujos, arte secuencial, comics, todos salidos del puño de Kurt son gran parte del material visual de la cinta. El contenido revela el trabajo de una persona afectada personalmente, pero la cantidad y frecuencia del mismo son la evidencia del compromiso de un creativo con altas aspiraciones.
Durante la primera hora no llegamos ni siquiera al Bleech, y es, para mi, la parte más interesante de toda la cinta. Una vez alcanzamos Nevermind y In Utero claro, tenemos detalles de la fama y exposición, de las molestias que terminaron por acabar con la fragilidad emocional de Kurt, pero son esos primeros años los que más me interesan, como los viajes en motocicleta de un joven Ernesto Guevara que formaron al mítico Che; esos cuadernos pintarrajeados y videos borrosos son el origen del VOCALISTA DE NIRVANA.
Termino diciendo, no se ilusionen con el proceso de Bleech o cómo Butch Vig grabó Nevermind, o siquiera con historias de los MTV Awards, historias de gira, no; Montage of Heck es la radiografía más profunda a la estructura psicológica de Kurt, a sus ambiciones y aflicciones, a su proceso y creaciones, al niño Kurt Donald Cobain. Un viaje a su temor a la humillación y honestidad, mismas que terminaron por destruirlo.
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A todo esto, no puedo evitar pensar que, de alguna manera, se está prostituyendo demasiado la imagen del Kurt sufrido, que se está construyendo este mito y leyenda de un compositor depresivo y suicida más que un genio creativo, que la imagen del Kurt que tomó su propia vida con una escopeta es más grande que la imagen del Kurt con una guitarra en mano.
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