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Página principal > Recomedaciones > Cine > Top 5 películas de deportes
12 mayo, 2015  |  Por: esQuisses En: Cine, Recomedaciones

Top 5 películas de deportes

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Alejandro García y Joe Fuentes

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Alejandro García

Este conteo es mi esfuerzo por retar al adeportivo Joe Fuentes, desde que se lo plantee él frunció el ceño, gimió con descontento y apretó un par de pedos, estoy casi seguro de eso último. No descarto, claro, que haya logrado una igual o hasta más chingona que la mía, pero quería ver si podía ponerlo en aprietos. También, mi gana de hacer esta lista es para darle un poco de mérito a The Replacements y hablar otra vez de 42.

5. Das wunder von Bern – Sönke Wortmann

¿Cuándo Alemania no ha sido una potencia del fútbol mundial? ¿Cuándo? Pues en los años cincuenta no lo era. Es justamente en esa época que mientras los teutones seguían reconstruyendo su país tras perder la guerra que Alemania es más vulnerable y es justo eso, esa desconocida vulnerabilidad la que me llamó la atención del filme. En el mundial de Suiza de 1954, los favoritos a ganarla eran los húngaros, que llevaban 4 años invictos y habían abatido a los alemanes 8 a 3 en la fase de grupos. En la final se vuelven a ver, Hungría toma ventaja de 2 a 0, para luego perder 3 a 2 con un gol Helmut Rahn, uno de los protagonistas de la historia. Además de la cronología en el mundial de Suiza, vemos a Matthias un niño de 11 años, amigo de Helmut, que acaba de conocer a su padre quien pasó la última década como prisionero de guerra por su afiliación Nazi. Ambos desarrollan una relación conflictiva y llena de desconfianza, especialmente por la afición de Matthias hacia el fútbol, pero su padre se redime al llevarlo hasta Suiza a ver la final del mundial. Un tanto cursi, pero no deja de ser tierna, redentora e inspiracional; a pesar de después saber el poderío teutón en el deporte, y además, una película con un interesante aporte histórico y cultural.

4. Foxcatcher – Bennet Miller

Bennet Miller, juro lealtad a su estilo catatónico y silencioso, pues, en Capote y Foxcatcher. Debo empezar diciendo que toda esta película fue una grata sorpresa. Nunca espere nunca ser intimidado por un Steve Carrell que es un gigante silencioso; nunca pensé que me impresionara un Chaning Tatum, y hasta un Mark Ruffalo, de quien confío abiertamente me sorprendió gustosamente. Mark y Dave Schultz (Chaning y Mark) son dos luchadores olímpicos, ganadores de medallas de oro que reciben el apoyo del millonario John E. Du Pont (Steve Carrell) quien les entrega una parte de su rancho para entrenar al nuevo equipo olímpico de lucha.

A pesar de las facilidades y harmonía en el grupo, la relación entre John y Mark, que una vez fue casi paternal, se quiebra, se daña, empiezan los conflictos, estallidos, insultos hasta dar lugar a silencios incómodos. Dave Schutlz (Ruffalo) es el puente entre su hermano y John, Dave es tranquilo, sereno, quizás un tanto condescendiente. Mark es introspectivo, silencioso, pero un silencio intranquilo, de esos que preocupan. Finalmente John es casi catatónico, sin expresión, es en ese su palpable mutis que resulta devastador, especialmente su rabieta final.

3. The Wrestler – Darren Aronosfky

“¿Sabés? The Wrestler es mi película favorita de Darren” le dije a Joe un día, me respondió con una mirada juzgona y desconfiada. Pero sí, es mi favorita de Darren, y la sigo defendiendo cada vez que pueda pues una de esas historias humanas, guión simple pero contundente y actuaciones devastadoras las que me llevaron a esta película. Mickey Rourke interpreta a Randy “The Ram” Robinson, una leyenda de la lucha libre que después de una pelea sufre un ataque al corazón y su doctor le ordena no volver a luchar otra vez. Por un tiempo Randy hace caso, consigue un trabajo en un supermercado, conquista momentáneamente a Marisa Tomei y busca recuperar la relación con su hija, quien lo odia. De soledad a redención a recaída y honor, The Wrestler presenta una de las actuaciones más sinceras y poderosas de Rourke, contrastando su rudeza y grosería con sensibilidad y fragilidad; una obra de arte en narrativa, en profundidad de personajes y artes escénicas.

2.The Replacements – Howard Deutch

Es, sin duda, una de mis películas favoritas de todos los tiempos, sí, la nostalgia contribuye a estar tan alto en mi ranking personal. Es una película de comedia barata y predecible, pero vaya que me la disfruto y hablo de ella con cariño; esta película y Speed cimentaron a Keanu Reeves como uno de mis actores taquilleros favoritos. La trama va así: los jugadores titulares de los Sentinels van a huelga pidiendo un aumento de salario, pero la liga continúa, Jimmy McGinty (Gene Hackman) es asignado como el entrenado que tiene que sacar el equipo adelante, para ello, contrata a un grupo de desconocidos: guardias de seguridad, un policía local, un convicto, un veloz vendedor de supermercado, un futbolista galés, un sordo, un luchador de sumo y a Shane Falco (Reeves) un ex mariscal de campo que perdió la oportunidad de su vida años antes en el Sugar Bowl. McGinty y los Sentinels tienen un manojo de partidos para clasificar al equipo a los playoffs, pueden perder solo uno.

Típico romance futbolista-cheerleader, típica comedia física, típica historia de redención en película deportiva, pero repito, me la gozo. Esa última victoria del equipo es gloriosa y como dijo uno de los personajes de la película (no jugador) “ver a estos jugadores da gusto, porque son unos cualquieras como yo, no millonarios malcriados que quieren más dinero” es quizás, el aspecto más humano de la película, tipos cualquiera alcanzando gloria inesperada. ¡We can be heroes, just for one day!

1.42 – Brian Helgeland

Esta no es solo una historia de redención y victorias inesperadas, esta película es una joya histórica, un tributo bellísimo a uno de los mejores atletas de todos los tiempos y un recordatorio de uno de los triunfos socioculturales y raciales de la historia. Jackie Robinson es ese mítico primera base, el primer negro en jugar para la liga de blancos de baseball en Estados Unidos. Vemos cómo Jackie Robinson soporta (apenas en algunas ocasiones) el acoso de entrenadores, jugadores, compañeros de equipo y hasta hoteles que no quieren que un negro juegue con blancos. Chadwick Boseman (Robison) es eficaz, poderoso y sensible, no solo interpreta con seguridad y exactitud al guerrero que fue Robinson, sino demuestra gran dominio físico y del deporte. Contrario a la mayoría de filmes que presenté este, al final, nos da una refrescante victoria no deportiva, sino más bien moral y humana, no solo para Jackie, es una contundente victoria racial.

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Joe Fuentes

Odio las películas de deportes, no son lo mío, razón por la cual me siento como un farsante haciendo este conteo. Es como si Alejandro me hubiera pedido fingir ser judío por una noche y me forzara a usar un kippah, un yarmulke que me queda flojo y se cae sobre mis ojos a cada rato.

5. Searching for Bobby Fischer – Steve Zaillain

Esta película la incluyo porque:

  1. me sentiría mal si la dejo fuera de mi conteo, y,
  2. si la encontrara en la televisión la volvería ver, idealmente con mi papá y hermano grande.

La historia de Josh Waitzkin te abraza. Un niño introvertido cualquiera quien resulta ser un prodigio en ajedrez. A lo mejor es la simpleza de esta trama lo que la hace un clásico en el género. Esa lucha eterna por cultivar un talento latente en un infante sin que pierda su niñez, es quizás una de las historias más antiguas del escenario. Steve Zaillian hace un trabajo extraordinario desarrollando los personajes en cada toma, dando peso la actuación del elenco y sobre todo  al talento emergente que era Max Pomeranc.

Sin embargo la película salió en 1993 y se nota. Hay escenas de entrenamiento  que se asemejan un poco demasiado a la Karate Kid y la edición entrecortada de la versión final a veces afecta el interés por personajes secundarios (los cuales parecieran tener mucho que decir y aportar). A pesar de esto, Searching for Bobby Fischer es una película excelente para niños y padres con ansiedad de estatus. Le habla a las debilidades en cada uno de nosotros y a ese talento interno que siempre tuvimos miedo de dejar bailar a luz del escrutinio social.

4. Raging Bull – Martin Scorsese

¿Qué viene antes, el talento o la miseria interna? ¿En qué repetición de una rutina física, por más brutal que sea, encontramos grandeza y en qué repetición perdemos la cordura, dónde yace esa línea fina, elusiva y translucida cual es? Estas interrogantes siempre han rondado por mi cabeza (sobre todo luego de ver Whiplash). Pocos temas en el séptimo arte fungen para ejemplificar estas inquietudes como los deportes y, esta obra de 1980 de Martin Scorsese, es la personificación misma de esas dudas. Jake La Motta es una bestia silenciosa quien transita buena parte de la película sin diálogos profundos y ocultando sus intenciones del público.

Es una fuerza en constante movimiento por las décadas de los 40s y 50s, adaptando y replicando esquemas del hombre “macho” en Nueva York. Detrás de esto hay un ser humano que nunca conocemos del todo, un joven con inseguridades latentes de una infancia rodeada de pobreza, a quien Martin Scorsese no busca retratar. El director en lugar nos ofrece un vistazo del ascenso y el declive de un gigante, iniciando con su punto más bajo: el stand-up comedy. Nos permite llenar los vacíos de la historia con suposiciones, intervenciones magníficas  de la primera actuación de Joe Pesci y una de las entregas fílmicas más emblemáticas de Robert de Niro. Un La Motta respirando profundo, con el ceño fruncido y una mirada al violento devenir.

Quizás por eso disfruto tanto de esta película. Más allá de la fotografía magnífica de la arena o la violencia glorificada de La Motta, es la fragilidad afectiva detrás de una vida en ruinas lo que me hace regresar a esta pieza. Retrata a un género masculino inspirado a cometer atrocidades, en busca de una elusiva “vida exitosa”. Claro, en respuesta a la época y localidad, este cometido implicaba transar con el crimen organizado y repartir palizas a quien se pusiera en su camino.

3. The Hurricane – Norman Jewison

Esta elección surge de un amor por Denzel Washington. No, no Denzel de Book of Eli o Man on Fire (que se joda ese Denzel). El actor al que yo me refiero es el que me llevó a lágrimas en Glory, me mantuvo atento a detalles en The Pelican Brief y humanizó a Malcolm X lo suficiente para que un joven guatemalteco de clase media alta se interesara en temas de segregación racial. Fue este Denzel el que me llevó a The Hurricane, una película que si soy franco, hubiera desvanecido entre los anaqueles la cinematografía moderna sin su aporte. No es que a la historia de Rubin Carter le falta trama, hay tanta tragedia y catarsis interior como para llenar un barco y volcarlo, dos veces. Mas, nos encontramos ante un filme con una cantidad considerable de venas abiertas, varias bajos control y con cauterización quirúrgica pero otras, sobre todo al finalizar la obra, que siguen salpicando sangre por doquier.

El tema de la captura y juicio de Carter se retrata bien y las escenas de boxeo son satisfactorias. Pero es en el retrato de la vida de un boxeador pasivo donde veo el mérito de The Hurricane. El encontrarse con algo mayor a uno mismo, dentro de uno mismo, tras pasar 19 años de estar enjaulado sin motivo. Si bien pudiera parecer que el deporte en esta recomendación, así como en Alí y obras similares, pasan a segundo plano frente a una realidad social ardua, yo argumentaría lo contrario. El boxeo juega un papel principal en la formación del personaje: el tener un llamado, un talento en este mundo, y poder expresarlo al extremo que uno disponga. Si esta búsqueda por grandeza te lesiona, pues no importa, si esto te lleva a la cárcel, pues bienvenida sea la soledad. Fuera de la carga social fuerte que muchos críticos argumentan, The Hurricane nos recuerda que hay pasiones que no nos podemos negar, fuerzas internas que nos corroen al mismo tiempo que nos llaman a sobrellevar cualquier cosa.

2. Goon – Michael Dowse

La comedia deportiva es uno de esos géneros que pocos cinéfilos admitirían disfrutar. Es un gusto culposo, si alguna vez lo hubo uno (a manera de ejemplo, admito un amor profundo por Dodgeball, filmé que cito en cada oportunidad que tengo). Michael Dowse se hace valer de este hecho para presentar Goon, una película que, si la experiencia de ir una tienda de videos con tu novia aún fuera una posibilidad, pasarías de largo en los anaqueles pero tomarías mental para regresar por ella cuando tu chica esté de viaje.

La caja de DVD/Blueray tendría a Seann William Scott (sí, Stifler), dando la espalda, en la portada. El actor, ahora barbado para denotar madurez, viste un traje de hockey mientras voltea a ver a la cámara ligeramente con menosprecio. La imagen es tan 90s que te preguntarías el porqué no la habías visto antes y si en lugar de gastar en alquiler a lo mejor aún la pasan en cable nacional, quizás un martes cualquiera en Universal Movies. La realidad es que estarías ante un hito extraño de la cinematografía contemporánea.

Adaptada de un libro deportivo por Evan Goldberg (mente detrás de Pineapple Express, Superbad, The Interview y This is the End) y el Jay Baruschel (el flacucho de Mécanica Popular para niños), Goon es una muestra de lo que pasa cuando se recurre a un actor físico y se le presenta un guión con suficiente ligereza y solidez para explotar al máximo su limitado estilo de actuación. La película le queda como anillo a Seann William Scott, es mi punto. Un bouncer que se convierte en jugador de hockey y si le pasa golpeando contrincantes toda la obra, sufriendo consecuencias reales en el camino.

Con una duración de 92 minutos, con todo y créditos, Goon se adapta rápidamente y te atrapa. La trama evoluciona cuidadosamente y cuando te das cuenta, te estás riendo en voz alta. Hay absurdo y hay violencia al punto de brutalidad, es una excelente película para ver un fin de semana lluvioso, con amigos y cervezas.

1. Moneyball – Bennett Miller

Admitiré algo a este punto de la recomendación. Odio ver deportes. O, más bien, odio ver deportes a través de la televisión. Con excepción de UFC, me parece ridículo pasar horas frente a una televisión, gritando por un equipo que no le podría importar menos tu opinión y solo exigen dinero, ya sea en forma de camisetas conmemorativas o Pay per View. Y, ningún deporte me da más pereza que el baseball. No, no es que no lo haya intentado antes. Con mi papá y hermano grande seguíamos con cierta devoción a los Yankees y  a los Red Sox, pero simplemente nunca fue lo mío.

Como podrán asumir, hago la anterior acotación porque Moneyball es la número uno en mi lista. Una película sobre baseball. Una película americana de baseball. Una película tan americana que instaura a Brad Pitt como el nuevo Robert Redford, el galán avejentado y atractivo que debe superar adversidades de altos mandos. Sip. Contradicciones.

La película atiende una flaqueza que siempre noté de obras como Rocky y Mighty Ducks, ¿por qué no usar la tecnificación a tu favor? ¿Por qué depender exclusivamente del talento? Honestamente, piensen en todas las películas de deportes que han visto en su vida (yo sé que son muchas, lector cinéfilo, amante de The Sandlot). ¿Ya? Está bien, cuántas de esas obras de consiguen un resolución a favor del protagonista gracias a “pasión” o un deux ex machina que jode con todas la predicciones y certezas de los contrincantes tecnificados.

La respuesta es: la mayoría.

Moneyball, a mi parecer, ofrece una contrapropuesta, la historia de un underdog que se encuentra con un hoyo en el sistema y se aprovecha de él. Sí, es la movida usual de un villano y eso es lo que me gusta. En la vida real a veces se debe recurrir a algo más que la “pasión” para conseguir resultados, se debe innovar y tratar alternativas, sobre todo ante un deporte tan supersticioso como el baseball. Aunque esto implique recurrir al gordo nerd con estadísticas, arquetipo usual del secuaz del antagonista de la obra. Sin embargo, el dúo de Brad Pitt y Jonah Hill sobresale. Consiguen fusionar estos dos extremos de géneros y encontrar un término medio altamente funcional, entre cómico y dramático, entre cínico y conmovedor. Bennett Miller complementa esto con una fotografía impecable, iluminación guiada por luz artificial o natural de ambiente y un ritmo de escenas preciso y calculado. Por otro lado, disfruté encontrar una película que se dedicara a escupir tanto en la cara de un sistema arcaico, que Clint Eastwood tuvo que sacar una contraparte mediocre. Es genial. El resultado es una película de deporte que me tuvo tarareando por meses: you’re such a loser dad, you’re such a loser dad, just enjoy the show!

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