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Página principal > Galeria > Literatura > Lorena Flores Moscoso
12 mayo, 2015  |  Por: esQuisses En: Galeria, Literatura

Lorena Flores Moscoso

22774977

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Nació en Guatemala en 1974. . Aparece en las antologías Tiempo de narrar (Piedra Santa, 2007), Narrativa guatemalteca(Alfaguara, 2012) y Ni hermosa ni maldita (Alfaguara, 2012). Ha publicado los libros de ficción Retrato anónimo (Espanta Perros, 2002), La higuera (Nino; Galicia, 2003), Desnudo reposo (Letra Negra, 2004), Simplemente una invitada (Letra Negra, 2006); y el libro de poemas Sal (Catafixia editorial, 2011).

Formación Académica:  Licenciada en Ecoturismo UVG, Licenciada en Letras UVG, Maestrìa en Educaciòn Superior  UVG, Maestría en Administración de Empresas Turísticas Universidad Santiago de Compostela.  Acutalmente Maestría en Estudios Ambientales UVG (trabajo de graduación).

Mamá 24/7 de Pablo Anleu-Flores  🙂

Literatura Guatemalteca: http://www.literaturaguatemalteca.org/novisimos.html
Matilistuate Blogspot: http://matilisguate.blogspot.com/
Revista UVG;  http://www.uvg.edu.gt/publicaciones/revista/volumenes/Revista%2021.pdf

 

Simón Dice (microrrelato)

Simón dice:  media vuelta, paso al frente, al suelo, de rodillas
sin lamentos.
Simón dice: no se grita, no se llora, no se siente.
Simón dic: estas  muerto

Ronda Infantil en tiempos de conflicto  (microrrelato)

Y que nombre le pondremos, matatero lero la
Si es niña Magdalena Y Jesús si es varón.
Componte niña componte, que hay viene tu carnicero
Con ese lindo traje que parece patrullero
A llevarte hacia el altar/ o a una casa  particular donde se lava y se plancha como en las demás
Componte niña componte, que viene tu carnicero
Agachaté y vuélvete a agachar que las niñas bonitas se vuelven a agachar.

Malena 

Malena le la nombró su madre. Le gustó el nombre desde que lo vio en una enorme cartelera, una de las pocas veces que fue a la gran ciudad. Cuando lo vio tenía ocho meses de embarazo y esperaba que aquella pequeñita fuera la última de cinco niños. El cartel mostraba una bella mujer de cabellos negros y zapatos rojos. A penas alcanzó a leer en voz alta Ma-le-na. Nunca llegó a leer el subtítulo que decía: una mujer provocativa. Malena seguramente era algo así como el diminutivo de María Elena. Ella soñaba con una hija vivaz, inteligente y bella como la mujer que veía en el cartel del cartel.

Veinte años después María Elena, Malena, se marchaba de casa. Era de madrugada y dejaba atrás a dos niños una de cinco y uno de tres se marchó del pueblo. Como su madre ella fue mamá muy joven. Solo que para ella dos eran suficientes y el padre de los niños hacía dos años que no sabía nada de él. Se marchó después de acostarlos y dejarlos una y otra vez recomendados con su madre. Esa noche fue una cena especial, comieron tamal como en Navidad pero sin regalos. Marilyn cantaba Navidad, Navidad dulce Navidad mientras David aplaudía llevando el ritmo. A eso de las ocho estaban ya en la cama, con la barriguita llena y listos para dormir. Malena los besó hasta que se durmieron, tratando de contener las lágrimas. Levantó la mesa, lavó los platos, zurció algunas ropas de los niños, haciendo tiempo que diera la una. Su madre ya dormía cuando salió de casa sin hacer ruido. Cruzó el pueblo sin volver la vista atrás, en busca de una vida mejor como otras tantas mujeres. Ella era otro número engrosando las estadísticas.

Llevaba una pequeña maleta, una estampita de la virgen del Rosario y los ahorros de su vida y los de la vida de su madre. Ambas apostaron en ella y en su decisión de cruzar la frontera para trabajar duro y enviarles un dinerito que les sirviera par algo más que para subsistir. Del pueblo iría a la Capital donde se quedaría con una prima que llevaba trabajando ya varios años en una casona. La patrona le había dicho que podía quedarse con ellos unos días siempre y cuando ayudara en el quehacer de la casa, no comiera mucho y no diera problemas. El viaje duró casi ocho horas. Dos le tomó salir del pueblo al autobús, era invierno, la lluvia había estropeado aún más el camino de terracería. Una vez tomaron la carretera fueron otras seis horas hasta la terminal con una pequeña parada para ir a los servicios y comer algo. Malena no pegó un ojo, iba observándolo todo con gran curiosidad como una niña. Su prima la esperaba en la terminal de buses. Cuánto tiempo sin verla, era una adolescente flaca y tímida cuando se marchó. . Ya no estaba tan delgada, usaba pantalones y sabía manejarse en la ciudad.

Caminaban de prisa su patrona las esperaba, solo le había dado una hora para irla a buscar. Apúrese le decía, agarre bien su bolso y no se descuide porque sino a usted se la roban. Tomaron un bus más que las dejaría a unas cuantas cuadras de la casona. En cuanto llegaron al a casa, la metió en su habitación, le dijo que se quedara ahí hasta que fuera por ella, se quitó la ropa de salir y se puso el uniforme. Malena se sentó en la cama y sin darse cuenta se quedó dormida. Soñó brevemente con sus pequeños cuando iba besarlos su prima la despertó.

Malena estaba agotada y hambrienta. Tendría que esperar hasta la cena el almuerzo la hora del almuerzo ya había pasado y la patrona quería conocerla. La patrona resultó siendo una mujer de larga cabellera rubia, maquillada y vestida con ropa ajustada, de vos chillona y risa escandalosa. Malena la escuchó atenta y agradecida. La dejaría estar una semana, no más, con la condición que cuidara a los niños al salir del colegio, la nana se había ido y no quería contratar a nadie sino a final de mes.

La semana se convirtió en un mes, los niños se encariñaron con ella y la patrona encantada de no tener que pagar una niñera e insistía que se quedara, que la frontera era peligrosa. La prima empezó a resentir su presencia, Malena era muy buena trabajadora y ponía en riesgo su propio trabajo. Empezó insistirle que debía marcharse, que pensara en sus niños, esperando a que les mandara un dinerito y finalmente que en esa casa no había espacio para las dos. Espero al fin de mes con la promesa de la patrona, le daría un platita por su ayuda. Tal como lo había dicho a final de mes empacó de nuevo y se marchó hacia la frontera. La platita resultó ser más de lo que pensaba y la envío completa a su madre, para los gastos de los niños.

De nuevo Malena se fue observando el camino, quería que se le grabara, no quería olvidar el camino de regreso a casa. Pasaron las horas y poco a poco el autobús se fue quedando más y más vacío. A la frontera llegaron otras cinco personas con ella. Se bajó desorientada sin saber a quién buscar o a dónde ir. Pero pronto alguien se acercó a ella y le dijo que si quería cruzar lo siguiera. Caminaron hasta llegar a un caserón y le dijo que era el momento que le diera la cuota, esa era la condición, Aceptaba o estaba por su cuenta. No tenía opción, o al menos eso le pareció en su momento así que le entregó lo que pedía. Al entrar vio a otros tantos más como ella, en busca de una vida mejor. En su mayoría mujeres jóvenes. Ella era la número trece, ojalá no nos des mala suerte le dijo una del grupo. Entre el grupo había una mujer, Flory, del Salvador con quien rápidamente hizo amistad. Pasaron encerrados por más de una semana, les permitían salir a estirar las piernas una hora en la noche y recibían dos pequeñas raciones de comida dos veces al día.

Al quinto día empezaron a desesperar, algunas mujeres lloraban, en general estaban de malo humor y peleaban entre ellos. Malena trataba de mantenerse al margen, solo deseaba pasar desapercibida, no quería problemas. Con la única que hablaba era con Flory, ella también tenía hijos pequeños, uno más que ella. Finalmente un sábado les anunciaron que los llevarían al día siguiente. Malena sintió gran emoción pero también miedo y tristeza, estaba a punto de cruzar la frontera y no sabía si realmente la esperaba una vida mejor.

Pasaron la frontera en medio de un cargamento de fardos de telas y tintes. Les habían advertido que no debían moverse ni hablar. Aquel encierro duró casi diez horas. Cuando por fin pudieron bajar las piernas apenas las sostenían y más de alguna no había aguantado y apestaba a su propia orina. Las llevaron a una habitación similar a la que habían estado les dieron agua, comida, un baño y un catare. Tenían que quedarse dos días ahí hasta que uno de ellos fuera por ellas y las acercara al poblado más cercano.

Tal como les habían dicho, al segundo día llegó un enorme barbudo de pocas palabras por ellos. Condujo por una hora más o menos y las dejó en la plaza de un pequeño poblado que más tarde sabría se llamaba San Miguel. Bajaron lentamente del auto sin separarse una de la otro. Estas semanas juntas los había hermanado, Flory y Malena siempre juntas. Poco a poco fueron dispersándose, ellas se fueron directamente a la Iglesia darían gracias y se encomendarían. Habían logrado cruzar la frontera sanas y salvas. Malena buscó desesperadamente un teléfono. Como pudo logró comunicarse, llamó a Don Pedro él le avisaría a su madre. Brevemente le contó que estaban bien. Ella no tenía casi dinero y lo que le quedaba tenía que alcanzarle para sobrevivir mientras conseguían trabajo.

Esa noche durmieron en la calle, esperaban que fuera la primera y única vez. Por la mañana Malena y Flory buscaron un lugar modesto para comer, afortunadamente ahí mismo necesitaban a alguien que lavara los platos, ahí mismo también se enteraron que en el restaurante chino necesitaban a una mesera, le duraban poco. Flory se quedó de lavaplatos y Malena fue a buscar trabajo al restaurante chino. La plaza aún estaba libre le dijo el cajero pero el jefe no estaba. Tenía que esperar o regresar, él era el único que contrataba. Malena optó por quedarse no quería que alguien más llegara y quedarse sin trabajo.

El señor Lee regresó una hora después, cargado con bolsas de mercado, vociferando en un mal español lo caro que estaba todo. Había llegado a aquel pueblito mexicano hacía ocho años y aún no dominaba el idioma. Malena se levantó rápidamente a ayudarlo. Forcejaron para ver quién se quedaba con las bolsas. El señor Lee estaba desconcertado ante aquella extraña de grandes ojos café. Al ver su sorpresa le dijo soy Malena y vengo por la plaza de mesera. El resto de personal los veía esperando la reacción del Señor Lee que rara vez cruzaba palabra con alguno de sus empelados a menos que fuera para darles indicaciones o regaños.

Malena se quedó con el trabajo. La paga era poca pero suficiente para enviar algo a casa. Compartirían con Flory una habitación y los gastos de la comida, así se harían compañía y ahorrarían un poco de dinero. Empezó a trabajar al día siguiente, fue la primera en llegar y la última en marcharse. Poco a poco empezó a conocer a los clientes frecuentes, los buenos, los malos y a lidiar con los que querían propasarse. Las propinas llegaban de cuando en nunca y eran sagradas. Estaba dedicadas exclusivamente al fondo para celebrar los quince años de Marilyn. Su hija tendría una hermosa fiesta.

Malena trabajaba cuantos turnos le diera el Señor Lee, los días pasaban rápidamente. En el pueblo las cosas seguían su curso, su madre haciéndose vieja, cuidando de los niños lo mejor posible, esperando con ansias el final de mes para recibir la platita que Malena enviaba. Al principio era tan poco que apenas valía el viaje de irlo a traer, pero poco a poco fue aumentando. Las cartas sin embargo siempre fueron extensas. Don Pedro se las leía, siempre finalizaba con besos a los niños. El dinero generalmente era principalmente para los gastos de los niños lo que sobraba para mejoras de la casa. Fue así como cambiaron la lámina, repararon el depósito y compraron camas nuevas. Hubo uno que otro mes apretado por los achaques de su madre, las medicinas más que una necesidad eran un lujo. El primer año fue el más duro para todos. Mucha nostalgia, poco dinero, pocas llamada, mucho llanto. El segundo fue más fácil, para el quinto ya todo era una rutina. Los niños nunca llegaron a comprender plenamente porque su mamá no estaba pero si sabían que los quería mucho. Para las Navidades regalos, para los cumpleaños una carta y más regalos esa era la forma en que podía hacerse sentir cerca. Marylin tenía ya diez y Davidcito ocho. Su nena estaba cada vez más cerca de ser una señorita y si todo seguía como ella lo tenía planeado cuando tuviera quince ella regresaría y le haría una gran fiesta. Su madre se quejaba estaba en una edad difícil. Los niños ya andaban atrás de ella y estaba rebelde y contestona. Cuando Malena trataba de hacerla entrar en razón siempre le decía venga y dígamelo o usted no está acá, no crea todo lo que le dicen. Eso le rompía el corazón y enmudecía.

Flory, su única amiga se había ido hacía un año y se sentía más sola que nunca. No aguantó estar más tiempo lejos de casa. Su hijo mayor andaba en malos pasos y sus hijas crecían rápidamente. Le había escritor brevemente que había llegado bien y que vivía de nuevo con el papá de los niños. Estaba arrepentida lo único que hacía era gastarse el poco dinero que había llevado. De ahí no supo más de ella.

Malena seguía devota al trabajo, se había convertido en la empelada favorita del Señor Lee. Durante los años ella era la única permanente ante el desfile de empleados que había pasado por el restaurante. Incluso hacía un año había sido ascendida a cajera/administradora. Con ella como cajera las cosas empezaron a prosperar aún más para el Señor Lee. Las cuentas por fin cuadraron y con sus mejoras al menú y la compra de sillas más cómodas el restaurante tomó un segundo aire.

Marilyn había entrado a la temida adolescencia, únicamente hablaba con su madre cuando quería algo y había aprendido a mentir con gran facilidad. Le reclamaba constantemente le decía que en las fotos se le veía muy contenta no tan triste como ella decía. No iba bien en la escuela pero a empujones de la abuela pronto pasaría a la secundaria, la primera en la familia. Malena se sentía muy orgullosa de ella pero ese quedaba muy triste después de escucharla llena de enojo y resentimiento. Davidcito era otra cosa, seguía siendo un niño tierno y cariñoso. El Señor Lee pronto empezó a notar la tristeza de Malena después de hablar por teléfono y trataba inútilmente de alegrarla. En estos años, le había tomado mucho cariño. Incluso más de alguno había sugerido que estaba enamorado. Malena ignoraba los comentarios, el Señor Lee siempre la había tratado con mucho respeto y era un hombre muy serio, solo le tenía aprecio.

Malena estaba cada vez más bella pero más triste, habían pasado ocho años de estar del otro lado, ocho años de trabajar día y noche, ocho años de añorar abrazar a sus hijos. Un aniversario más y como todos los años iba a misa, daba gracias, encomendaba a sus hijos y pedía por fuerzas. Ese día era el único que se arreglaba, usaba un vestido bonito, dejaba su cabello suelto y se maquillaba los labios. Ese día también lo pedía libre pero este año el Señor Lee insistió en que volviera directamente después de misa necesitaba verla. Malena no protestó, se sentía especialmente sola y era mejor si se ponía a trabajar, así el día pasaba más rápidamente.

A esa hora el restaurante estaba casi vació y el Señor Lee la esperaba en la oficina.  Malena se sentó frente a él, estaba muy serio con voz pausada le dijo. Malena eres una buena trabajadora, una buena mujer, una buena madre; yo estoy solo tu estas sola, acepta ser mi esposa. Nada te faltará.

Malena aceptó, ella no esperaba el amor, solo una vida tranquila y segura. Respetaba al Señor Lee era un buen hombre, seguro sería un buen esposo, mucho mejor que cualquiera del pueblo, o cualquiera de los que en todos estos años se le habían insinuado. Se casaron discretamente por la ley y por la iglesia por insistencia del Señor Lee.

Marylin lo tomó mal, el resentimiento hacia su madre se hizo más fuerte. Se negaba a hablar con ella por teléfono y no respondía a sus cartas. A Malena la esperanza de verla pronto la ayudaba a pasar los días. Seguramente cuando estuviera frente a ella todo cambiaría, la abrazaría y llorarían juntas de felicidad. Más adelante celebrarían la tan ansiada fiesta de quince.

El Señor Lee estaba igual de emocionado que Malena, pronto conocería a la familia. Ella se marcharía primero y él la alcanzaría una semana después. Era la primera vez que cerraría el restaurante en casi 20 años. Ella se marcharía de primero para suavizar el terreno y pasar tiempo a solas con su familia. Él estaba un poco preocupado, Malena seguía sin papeles así que tendría que ir por tierra y cruzar de nuevo la frontera. Tenía amigos ahí y la tratarían bien pero no dejaba de ser peligroso para una mujer sola.

Malena partió a medio día, había recibido una carta de Marylin y eso la alegraba. Tal vez ya empezaba a perdonarla.

Mamá ahora que viene quería pedirle que me traiga algunas cosas que ayudarían a que me sienta mejor. En la escuela me han estado molestando ahora que salga de tercero hay un acto y me preguntan si mi mamá estará. Todos los años es lo mismo para las festividades, la peor es el día de la madre. Al principio llegaba la abuela pero en cuarto le dije que ya no, que ella no era mi mamá.

Si usted está trabajando para que tengamos mejores cosas quisiera que me trajera un ipad sería la única en el pueblo con una y así todas se moriría de envidia. También quisiera que me traiga vestidos bonitos que ya viene la feria. No de niña sino de señorita que ya casi tengo quince y lo que usted me manda es para niñitas.

No sé cómo está usted por allá pero acá en el pueblo la vida es fea, no hay casi nada que hacer, la abuela me regaña mucho y yo quiero salir, ver otras cosas. Había una ida a la capital y no me dejó porque era muy peligroso. El año que viene ni le pregunto, lo bueno es que ya estaré estudiando para maestra, yo si terminaré no como usted que se puso a tener hijos. Yo no quiero casarme para tener un mal hombre y después dejar a mis hijos. Yo me iré igual que usted pero sin dejar a nadie.

Davidcito sigue inventándose cosas de usted, dice que es linda y buena, lo dirá por las fotos porque no creo que se recuerde de usted, yo casi no lo hago. Le habla a sus amiguitos y les dice que usted volverá pronto. Usted dice que sí pero realmente no sé si sea cierto, sino viene aunque sea mande las cosas. A él también lo hacen llorar, bueno a mi ya no yo pongo en su lugar a quien me diga algo. Así es mamá no ha sido fácil estar sin usted.

Ese señor con el que se casó espero que no se meta conmigo, es su marido no mi papá. Dígale que ni se le ocurra. Pudo conseguirse alguien mejor, más joven y que no fuera chino, espero que por lo menos tenga dinero y la trate bien.

Bueno mamá la dejo que saldré con mis amigas, como le digo sino viene por lo menos mande las cosas.

Marilyn

Esta carta sirvió para reconocer el cuerpo de Malena y contactar a sus familiares. La llevaba en el bolsillo de su vestido junto a la estampita de la virgen del Rosario. Su rostro estaba golpeado aún así se adivinaba que había sido una mujer guapa.

Malena llegó a la frontera, ahí la esperaba el amigo del Señor Lee, un hombre sudoroso y repulsivo que le dijo que esperara hasta que fuera de noche mientras se limpiaba los bigotes de restos de comida. Malena esperó y esperó, pero el hombre no volvía. El policía de turno empezó a cuestionarla así que decidió pasar, estaba tan cerca, cada vez más cerca de abrazar a sus hijos. Pasó sin ningún problema no sabía porque había esperado tanto. Era ya de noche y los taxis escaseaban, el último bus ya había partido. Malena vio un escarabajo amarillo alejado de las luces, se acercó y le preguntó por cuánto la llevaría hasta el pueblo más cercano, ahí pasaría la noche. Doscientos cincuenta le dijo y por adelantado. Malena aceptó no tenía muchas opciones y la frontera era peligrosa.

Cuidadosamente sacó el dinero del bolso, le pagó y se subió al coche. Cruzaron el puente y se dirigieron al sur. El poblado más cercano estaba del lado contrario. Malena nunca llegó a cruzar el puente. Sus regalos sin embargo llegaron tal como lo había prometido.

 

Pablo (inédito)

Close your eyes
Have no fear
The monster’s gone
He’s on the run and your daddy’s here
J. Lennon

La frágil cometa se elevaba perdiéndose entre los rayos del sol. Cerré los ojos y sonreí recordando…

Su ternura fue infinita al igual que el mundo de mi infancia. Dicen, que ciertos recuerdos pueden transmitirse, yo recuerdo los suyos al verme, al pensarme, al sentirme. Así como recuerdo el brillo de sus bellos ojos verdes al imaginarme.

 

Cerré los ojos, sentí como llegaban el miedo y el gozo. No era la primera vez que ambos me invadían pero si la más intensa. Antes de saberte en ella, palpé su vientre. Sentí mi corazón a distancia perpetuándose en el tuyo al igual que la música en el viento. Naciste en el invierno y rompiste el hechizo del hielo. Partiste las aguas y cambiaste la dirección del viento mi bello niño. Cerré los ojos y susurré una plegaria noche tras noche hasta que el murmullo se llevó el miedo.

Llegaste a ser lo que soñé. Me convertiste en padre. Fuiste emoción continua desde el primer latido. Exististe en mí, en el día, en la vigilia y en el eco de mis sueños Estuviste ahí, en mi corazón y en mi mente. Cerré los ojos y una y otra vez te volví a ver mi niño bello.

Llegué a ser lo que soñó papá al cerrar sus bellos ojos verdes y palpar su vientre. Desde el primer latido fui su propio corazón. Al principio en la distancia y luego cada vez más cerca hasta que su corazón se perpetuó en mis latidos.

De pequeño me alimentaba de sus miradas, de sus caricias, de su amor. Crecí y seguí viviendo en la infancia, seguí sintiendo su tibieza, su placidez. No había miedo, solo gozo. Cuando era niño simplemente me divertía. Cuando era niño aún con los ojos apretados lo encontraba, me encontraba. No importaba aunque fuera la más densa noche. En mi niñez no hubo monstruos grandes o pequeños, con uno o dos ojos que intentaran ahuyentar mis sueños o enfriar mis calientitos pies. Nunca temí, su mano siempre estuvo cerca y su corazón atento, latiendo como música en cuatro tiempos.

Al escuchar su risa comprendí que era así como los niños se albergaban en el alma. Cerré los ojos y reviví su infancia, su tibieza y su ternura. Yo solo era a menos que lo sintiera en el corazón. Mi vida se despertaba cuando él abría los ojos. Amé su infancia. Amé su primer llanto, su primera sonrisa y su apacible sueño.

Fui creado para soñarlo, para verlo, para amarlo. Ayer y hoy vive conmigo. Lo acompañaré siempre. Con él siempre hace un día hermoso, cuando ríe, cuando limpia su nariz y vuelve a verme fugazmente. Su sonrisa es como una pompa de jabón redondita y traslúcida. Con sus ojos sentí la novedad del mundo, de su mundo. Lo mejor del mío siempre fuiste tú, mi bello niño.

Cerré lo ojos y cogí su mano, sin ella no podía sentir el olor transitorio del sueño. La entrelace con la mía y uno a la par del otro observamos la noche con ojos palpitantes y atentos. A su lado sabiéndome su niño me adormecí con el suave canto de su corazón.

Lo sentí antes de nacer, lo imaginé, lo intuí al cerrar los ojos. Me invadió el miedo y el gozo. Respiré, el miedo fue diluyéndose en mi sueño. Abrí los ojos y estaba ahí entre mis brazos. Lo acaricié, jugué con él, lo consolé, sonreí y tomé su mano siempre al cruzar la calle. Mi corazón tomó su ritmo. Cerré los ojos con él no había límites.

Vi sus ojos abrirse, saberme su sueño hecho realidad. El amor no me echó a perder. Jamás nadie me vio con ojos más dulces, sonrió o acarició mi cabeza revolviendo mi cabello con tanto amor. Mis grandes ojos color café siempre se reflejaron en sus verdes pupilas y cada noche al cerrar los ojos lo veía una y otra vez.

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