Sí, gracias a Victoria mi cantidad y diversidad de películas vistas ha ido en aumento. Cada vez que llega con un link acompañado con un “¿ya viste?” supongo que será un tráiler de una película de misterio o drama, tragedia incluso; mientras si se aproxima con un “¡Mirá!” seguro se trata de animación y/o alguna otra lindura semejante. The Boxtrolls no fue la excepción.
Como una de las cintas nominadas a Mejor Película Animada, presea que perdió ante el amado por todos Big Hero 6, creo que es mi deber el pregonar con sombrero victoriano y campana en la mano a los simpáticos boxtrolls, sí, pregonar, como Homero lo hizo en aquel capitulo de los Simp… perdón, divago. Y sí, después de ver la película, no me queda duda alguna de su tremenda calidad, mi Óscar sí va para Annable y Stacchi, pero es que cuesta mucho ganarle al favoritismo americano y de Disney en animación, en fin.
The Boxtrolls, está situado en la encantadora y colorida ciudad de Cheesebridge (o Quesavilla, por su nombre en español), donde, un día, un niño desaparece misteriosamente de la ciudad, se presume que es obra de los desagradables boxtrolls (caja-box + trolls = troles de caja). Nuestro villano, el exterminador Archibald Snatcher promete destruir a estas viles creaturas, liberar a Quesavilla de su hedor y así, hacerse acreedor del envidiado sombrero blanco, algo así como la orden del Quetzal en Cheesebridge, más o menos.
Está de más recordarles que todas las personas de la villa odian a los trolls. Sin embargo, no nos toma demasiado en encariñarnos con estas curiosas creaturitas. Es más, pronto sabemos que el niño supuestamente robado por los boxtrolls, fue, de hecho, rescatado del malvado Archibald Snatcher, y además ha crecido hasta ser uno de ellos, con caja y todo. Sin embargo, esto no evita que Archibal sea el cazador oficial de boxtrolls, y uno muy bueno y efectivo, por cierto.
Sí señores, esta película fue realizada cuadro por cuadro, stop-motion, y la obra de Annable y Stacchi ha sido una de las demostraciones del stop-motion más fluidas y exquisitas que he visto. La riqueza de la ciudad y escenarios solo me hace dudar (y a Victoria también) de la veracidad de esta cinta, duda, de buena manera, claro. Lo que mi generación se sorprendió con Chiken Run, vio perfeccionado con Wallace and Gromit, aumenta en complejidad y en la calidad del resultado final en The Boxtrolls. La ciudad subterránea donde viven los boxtrolls es una de las mejores demostraciones de escenografía y animación cuadro por cuadro que haya visto, y toda la Cheesebridge es una obra de arte viva, de las edificaciones steampunk mejor elaboradas.
Además, el guión presenta una serie de personajes únicos: doble moral, madurez, picardía, profundidad, detalles, nobleza, corrupción, envidia que rara vez vemos en Disney o Pixar, o al menos no tan desarrollada. Pocas veces una obra animada me ha atrapado con tanta madurez como lo hizo esta película.
Ya sea para alimentar a su niño interno o para darle un banquete visual a su geek y wannabe animador, todos deberían ir a Cheesebridge y disfrutar de esta belleza de película. Es tanto una delicia visual como creativa, auditiva y narrativa.
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Anatomía del boxtroll
Es común acuñar una película infantil a personajes lindos, con quienes nos encariñamos fácilmente. Toy Story tiene a los extraterrestres, Despicable Me tiene a los minions y hasta el mismo Big Hero tiene a Baymax; los mismos boxtrolls son un claro ejemplo de este recurso literario. Sin embargo, encuentro en ellos una profundidad, diversidad y personalidad que ninguno de los otros ejemplos puede igualar.
Contrario a la reproducción en serie de los minions, similar a los Oompa Loompa’s, cada boxtroll es único, empezando por la caja que los viste, cada uno de estos pequeños obtiene su nombre por el objeto que la caja solía guardar o al menos lo inscrito en ellas: Eggs, Fish, Wheels, Shoe, hay incluso un Fragile.
Estas maravillosas creaturas, son, además, inventores, mecánicos, relojeros, músicos incluso; no les basta caerse, golpearse y pronunciar onomatopeyas para ganar nuestra simpatía. Son los pequeños detalles de estos pequeños personajes los que hacen crecer su valor, por ejemplo, cuando están felices, golpean sus cajas y se sienten desnudos cuando no portan su característica caja, esta, fácilmente puede ser tomada como una extensión de su personalidad.
Curiosos, envidiosos, miedosos, ingeniosos, los boxtrolls no dejan de ser el recurso “lindo” en una película para niños, sin embargo, uno de los compinches más elaborados y ricos en detalle en este género. Golpeo mi barriga en falta de caja para ellos.
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