Me cuesta confiar en las biografías en el cine, en especial de figuras públicas o de “famosos”. Recuerdo las quejas Ray Manzarek de The Doors de Oliver Stone y cómo éste “adaptó” a su amigo Jim Morrison. Y cuando me enteré, por allá en el 2007 que estaban empezando una biopic de Dylan temí, desconfié, pregunté cómo carajos van a condensar más de cincuenta años de vida y carrera pero Todd supo hacerlo de la mejor manera, basándose en su historia, mas no respetándola. No vemos una biografía de Bob Dylan, es una adaptación de él, basado en él, un tributo, jamás quiso aparentar ser una biografía, en palabras de Eddie Vedder –no dejes que la verdad se interponga entre tú y una buena historia -.
La cinta de Haynes nos presenta a Dylan a través de 6 actores, bueno, 5 y 1 actriz, cada uno representando una época diferentes en la vida de Bob, ellos son Cate Blanchett, Marcus Carl Frankklin, Richard Gere, Heath Ledger, Ben Whishaw y Christian Bale, este último, el único que representa dos épocas. Disonante e impredecible como lo fue Dylan – y aún es – creo que esta era la única forma de personificarlo, hubiese sido poco creíble entregarle a un solo actor semejante tarea.
Marcus representa el niño y joven vagabundo que fue Dylan, saltando trenes y haciendo dedo por las autopistas, incluso vemos una bella escena que representa la muerte de su héroe Woody Guthrie; un niño obligado a madurar antes de tiempo. Ben Whishaw el egocéntrico y ambiguo intelectual que responde con más preguntas que respuestas. Heath Ledger toma figura del romántico fallido Dylan durante su relación con Sara Lowlands. Christian Bale personifica al cantante de protesta, profeta proclamado por la gente y más adelante dándole vida al Dylan rescatado por la religión y el catolicismo. Una brillante Cate Blanchett ubicada en la época que Dylan se volvió eléctrico, arrogante, respondón y rechaza cualquier etiqueta, que se niega a responder a la prensa; él ya no es un cantante de folk, ni de protesta, ni mucho menos un mesías. Y, finalmente, Richard Gere representa al Dylan recluso, introvertido, viejo cansado de la vida.
Cada época con su propio actor, musicalizada (sí con canciones de Dylan) acorde a la época y situación, incluso con una meticulosa paleta de colores dan vida con elocuencia la vida de Dylan o, al menos, a seis tipos algo dylanescos. La honestidad de Marcus lo hacen un niño jocoso, lleno de vida. Christian es introvertido pero retador. Cate es hipnótica, violenta, abusiva incluso. Richard es callado y sutil. Heath es arrogante, patán, dulce y romántico. Ben es contradictorio, torpe, errático. Todas esos adjetivos se acuñan fácilmente al tal Bob Dylan, un Bob polifacético, que buscaba reinventarse, reciclarse, un Dylan instintivo pero también inexperto, que ni siquiera él mismo en ocasiones sabía quién era.
La cinta aprovecha como línea narrativa la vida de Dylan de forma anacrónica, de sus años de vagabundo, su peregrinaje izquierdista entre protestas, el cortejo y deceso de su relación con su esposa, el fiasco cuando tocó su primer concierto eléctrico, su accidente de moto, su relación con la prensa, incluso, y si ponen atención, verán cuando Bob le introdujo a los Beatles la marihuana, todo sazonada con su música, diálogos que toman frases de sus canciones y claro, los gestos y hasta la vocalización del mismo Dylan, ese su timbre tan característico.
He platicado con algunas otras personas que han visto la película pero desconocen de la historia de Bob y lo fácil que es perderse durante la cinta, mi única recomendación es no tomar a la película como una película, sino como un libro de cuentos cortos, tomar cada personaje como un capítulo independiente, y después de una búsqueda e investigación exhaustiva podrán verlo como una novela, como un filme. Si quieren conocer a Dylan, su historia, se recomiendo mejor No Direction Home de Scorcese, pero para conocer el mito, el personaje I’m Not There es la obra perfecta, se vale ser ambiguos y exagerados, incluso distantes. Podemos conocer retazos de la vida, carrera y obra de Dylan, los hechos más significativos como su relación con Ginsberg, el amor-desamor-amor y reconquista entre Bob y Sara, e incluso ver perfectamente puesta en escena Ballad of a thin man.
Como una de las adaptaciones más fieles y honestas que he visto por cuán lejana e impersonal que es, no lleva la inevitable pretensión de querer cumplir con cabalidad con lo que realmente pasó, Todd confió en la vida real pero confió aún más en la libertad creativa, en poder darle vuelta al a vida real con pequeños dardos de ficción y magia poética, logró, de alguna forma, poder condesar el calor y encanto de Dylan y su obra.
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