Hace algunos meses publiqué en el presente medio acerca de mi viaje en solitario al lago de Atitlán –Panajachel y San Pedro la Laguna específicamente-. En esta oportunidad les traigo una versión diferente de la historia, aprovechando el fin de semana largo.
Lejos de la algarabía y las siempre llenas de turistas calles de Panajachel, se encuentra San Antonio Palopó, un pueblo pequeño y acogedor que aunque no lo sepas, todo el tiempo ha estado esperando a que lo llegues a visitar. Sus casitas apiladas y empinadas calles son una perfecta invitación a recorrerlo, platicar con los pobladores locales y perderse. Los susurros del Xocomil hipnotizan con el vaivén de las aguas, todas las tardes el sol se despide de frente, las estrellas te cuidan en la noche.
A diferencia de mi viaje anterior, el paisaje característico de los volcanes Atitlán, Tolimán y San Pedro, custodiando celosamente al lago – paisaje que todos conocemos- esta vez sí se dejó ver. Cada pueblo asentado alrededor de Atitlán parece tener una personalidad diferente, hay para todos los gustos, San Antonio Palopó podría ser introspectivo, íntimo, cálido.
Esta vez no viajé solo, por eso agradezco mucho a mi novia Luisa y su familia por dejarme acompañarlos en este par de días geniales. Todo viaje es un mejor viaje cuando también estoy con Luisa.
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