Hoy no tengo ganas de escribir recomendación. Por esa razón regresaré a una de las sugerencias cinematográficas que hice en Dosis Necesaria hace algunos años.
León de Luc Besson está entre ese Top 10 elusivo. No digo Top 10 de acción, no digo Top 10 de Drama, ni digo Top 10 de asesinos a sueldo. Es tan buena que ocupa uno de esos altos peldaños de toda la historia fílmica que ha pasado por mis ojos.
La película representa algo muy personal. Era el tipo de obras que mi hermano grande me hacía ver cuando no tenía edad para ver ese tipo de obras. Crudeza, depresión, abuso y violencia. Es una alquimia hipnótica, hecho con el fin de trastornar la mente de cualquier joven de 12 años, lo suficiente imprudente para verla sin supervisión adulta. Me fascinó.
León fue un tipo de droga, quizás era Natalie Portman en sus inicios, quizás era un Jean Reno un cuarto figura paterna (compuesto por: un cuarto asesino a sueldo, un cuarto alma amable, un cuarto pedófilo y un cuarto desquiciado), o quizás fue Gary Oldman gritando “EVERYONE!!”. Luc Besson escribió y dirigió esta película para que raspara, pero que raspara rico.
Que dieran ganas de regresar a esa yaga, pasar la lengua sobre el diente faltante, y sonreír en el morbo de nuestra necesidad enfermiza. Es una mezcla de sonidos, encuadres y sueños delirantes, un tipo de realidad alterna, demacrada con pobreza, ausencia de moral y corrupción generalizada en autoridad. O sea, aja, un estado latinoamericano.
Besson retrataba una América del Norte diametralmente distinta a la versión idealizada que acostumbraba a ver en caricaturas. Un antihéroe depresivo, Lenny; un jefe de policía destilando drogas, retratado majestuosamente por Oldman; una relación extraña entre una niña, Natalie Portman, y una familia disfuncional basada en violencia, que termina con violencia, y, un gentilmente desquiciado adulto, en busca de sentido.
Conforme crezco y regreso a la obra me doy cuenta lo maldito que fue Besson. Esta película la hizo mientras The Fifth Element se retrasaba, solicitando ayuda a los involucrados en la mega producción. Su equipo ayudó en la creación de esta pieza corta, casi independiente, sin mucho más que hacer con sus días. No sabían que esta pieza que crecería ha ser una de las películas de culto más relevantes de los 90s.
Hay algo soviético en los escenarios, el color y la crudeza de la realidad retratada. Es extraño que incluso 20 años después siga con esa percepción de la película. Sé que habla sobre la pérdida de inocencia de la protagonista, sé que habla sobre como tener una hija ablanda el corazón de cualquier hombre.
Pero no. León, es más que eso. Quiero pensar que es más que el típico melodrama de Hollywood. Solo con el soundtrack, con Bjork, guiando el ambiente de la obra, se nota que no es una película cualquiera. Hay escenas surrealistas, incómodas, jugando con dualidades poco funcionales, que un mundo tan trastornado, se convierten en la única forma de sobrevivir.
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