Comencé muy motivada a escribir esta recomendación pero a medio camino, mientras volvía a ver la película, me invadió un sentimiento de pánico, no podía moverme, estaba sumergida en una tristeza que yo misma me impuse pero ¿por qué? Si Cutie and The Boxer es todo menos una historia deprimente. Puede ser que simplemente me haya acorralado el miedo a un futuro posible, o el recuerdo de cómo la primera vez que la vi me cayó sobre la realidad como un balde de agua fría, pero sea lo que sea esta cinta la llevo colgada al cuello, como relicario de oro, como promesa de las cosas a las que estar atenta, en fin… aquí les va la recomendación que entre pausas de oscuridad terminé de escribir.
Pienso en Sonia y Robert Delaunay, Gabrielle Münter y Wassily Kandinsky, Frida Kahlo y Diego Rivera, Camille Claudel y Auguste Rodin. Nombro a mis favoritos; Helen Frankenthaler y Robert Motherwell, Lee Krasner y Jackson Pollock, Joan Mitchell y Jean-Paul Riopelle… podría extender estar lista mucho más pero ya saturé sus navegadores con todas las pestañas que abrieron para saber quiénes son los dueños de estos nombres. Sí, todas estas parejas no están agrupadas por casualidad, son artistas que revolucionaron en (y por) el amor el mundo del arte. Son creadores, soñadores, amantes y en contra de lo que se podría pensar sobre la “glamurosa vida de los artistas”, muchas de estas parejas sufrieron en algún momento las desolaciones del arte. Sin embargo, todos tienen algo más en común; entre ambos se influenciaron enormemente, su arte creció y se fortaleció con su unión, se amaron hasta el cansancio… pero en todos los casos este llegó muy temprano.
“El amor siempre estuvo allí”, como un verso tácito, una pintura muda, siempre fue la fuerza que empujaba un nuevo movimiento cromático en la innovación de sus pinturas, una danza distinta sobre el lienzo que enriqueció las paletas. Sin embargo, la mayoría de estas parejas se toparon de frente con algo más doloroso que un “canvas” en blanco en un día sin inspiración, chocaron con el otro, con el amor, algunos con el vicio, otros con los celos, en fin, todas estas “uniones mágicas y espectaculares” llevaron a algunos al tormento, al dolor y hasta a la locura. Pero si de algo no queda duda es que el amor siempre estuvo allí.
A este nebuloso mundo nos adentra el documental Cutie and The Boxer de Zachary Heinzerling. Un retrato al día a día de los artistas Ushio y Noriko Shinohara, artistas japoneses que radican en Nueva York y sostienen mucho más que un matrimonio de 40 años, una historia que contar, mil piezas por exponer y una lucha interna que se adentra cada vez más por las rendijas de las ventanas y las grietas de las puertas.
No estoy afirmando que todas las parejas de artistas están destinadas a este futuro, al menos eso es lo que más espero dada mis propias circunstancias. Pero, ¿qué es más bello que conocer a alguien que pueda comprender lo que se hace inexplicablemente? Alguien con quien compartir un espacio más allá del físico, una compañía por el mismo mundo, la misma pasión, el mismo lenguaje que no debe explicarse nunca, tal vez distintos sueños, tal vez distintos colores pero la misma vida… ¿será este el problema?
En una de mis partes favoritas del documental, le preguntan a Noriko si es difícil tener una relación donde ambos tienen la misma profesión y ella, dando una respuesta que se quedará conmigo por siempre, dice: “We are like two flowers in one pot. It’s difficult. Sometimes we don’t get enough nutrients for both of us, but when everything goes well, we become two beautiful flowers.”
Y es con estos pequeños detalles que la cinta se convierte en un objeto encantador, honesto, desgarrador, “heart-warming”, una tierna y sorpresiva historia donde el amor se encuentra con la realidad y… ah, prometí no llorar de nuevo.
PRIMERAS IMPRESIONES
Recuerdo que la primera vez que vi Cutie and The Boxer tuve un sin fin de emociones encontradas. Estaba perpleja, sorprendida, muda y en lágrimas la mayoría del tiempo. No porque el desenlace fuera triste sino porque es una cinta que permite acercarse con empatía a los personajes, odiarlos en algún punto, comprenderlos, admirarlos, pero sobre todo sentirlos, e identificarnos pues la historia se nos presenta honesta y muy real. No es un relato con guión ni actuación, es el testimonio visual y discursivo de los mismos involucrados, de los mismos protagonistas, de Cutie (Noriko) y The Boxer (Ushio).
En una entrevista realizada a los Shinohara por la revista nippon.com, Noriko cuenta que “aunque estuvimos cerca de cuatro años rodando, lo que se ha usado al final es casi exclusivamente lo rodado el último año. Al principio venía -el director- una o dos veces por semana y rodaba cosas como el suelo, el grifo, la cola del gato…” Este extenso proceso de grabación permitió capturar desde los ojos de los protagonistas, una carta de amor de hace cuarenta años que se lee ocasionalmente cuando es rescatada por el tiempo y salvada de una dura vida de celos, vicios, deudas y sobretodo “arte”, el demonio y gran salvador de la historia.
Desde la primera escena se nos adentra a un pequeño apartamento en Nueva York, lleno (repleto) de pinturas, lienzos, brochas o otras cien cosas de colores se pierden como si estuviéramos dentro de un cuadro de Ushio, quien desde los 60’s se ha formado un nombre en el mundo del arte contemporáneo pero que aún así no obtiene el éxito suficiente para vivir con los lujos que esperaría. A su lado está su esposa Noriko, más joven que él y con una personalidad dulce, encantadora pero sobre todo luchadora e intrépida pues a lo largo de la cinta conoceremos su evolución.
LOS PROTAGONISTAS
Ushio Shinohara nació en Tokio en 1932. En 1960 se vuelve parte del movimiento artístico conocido como “neo-dadaísmo”, un movimiento artístico, que continúa con algunos elementos “dadás” pero que hace especial énfasis en la importancia de la obra de arte que se produce más allá del concepto como generador de la obra. En el documental, desde el primer momento, se nos presenta el estilo único de Ushio, su reconocido “boxing-painting” y sus esculturas de extrema vanguardia creadas con lo que algunos llamarían basura. Pero para todo esto ninguna descripción podría explicarlo como él mismo con su propio lenguaje:
Noriko Shinohara nació en Toyama en 1953. A los 19 años se mudó a Nueva York para estudiar arte. Medio año después conoce a Ushio, se vuelve su aprendiz y contraen matrimonio un corto tiempo después, antes de dar a luz a su hijo. En 1981 presentó por primera vez su obra en una exposición de grupo, la Whitney Counterweight, y en 1986 realizó su primera exposición individual. Ha participado en otras exposiciones y después del estreno del documental su serie “Cutie”, basada en su propia vida, se dispara y es reconocida mundialmente.
LA HISTORIA
Cutie and The Boxer no es una ficción romántica, ni un “reality show” sobre una vida glamurosa, es en realidad el testimonio de dos artistas que deben luchar en un mundo hostil con ellos mismos, con el arte, con su propio mundo. Grabado en formato de documental, los Shinohara se muestran cómodos ante una cámara casi invisible, que ha estado a su alrededor por cuatros años. Zachary Heinzerling, premiado como “Mejor Director” en el Sundance Film Festival 2013, logra incluso la confianza para utilizar fotografías personales de años pasados y videos familiares para agregar al film ese valor personal y “hogareño” que una visita tan íntima pretendía lograr. Además la cinta alterna animaciones de los dibujos de Noriko inspirados en su propia vida. La serie de “Cutie” son dibujos en tinta de dos personajes: Cutie y Bullie. Cutie, 21 años más joven que Bullie, lo conoce cuando ella viaja de Japón a Nueva York para estudiar arte. Se enamora de su maestro, a quien le sirve de asistente, tienen un hijo, se casan, pero hay un problema; Bullie es alcohólico. Descuidando a su familia que se encuentra llena de deudas continua esculpiendo y pintando mientras Cutie sufre y sacrifica su propia creación por su familia.
Todo esto relatado mientras la selección más atinada de música acompaña el viaje a los sueños de Cutie. La mayoría de canciones son interpretadas por Yasuaki Shimizu & Saxophonettes, el proyecto fundado en 1983 por el saxofonista japonés Yasuaki Shimizu, comenzando como una “one man band” y actualmente un proyecto conjunto a 5 músicos, conservando el estilo de arreglos de orquesta y composiciones enfocadas en el saxofón. Pero en resume al hecho de que su disco Time and Again (1993) se haya convertido en uno de mis favoritos, es solamente una razón más para escribir esta casi-confesión. (Pop up: Idea para próxima recomendación). La banda sonora de esta película es el suspiro incandescente que se suelta cuando se quiere dejar el cuerpo y llorar, es ese sonido de triunfo que se alcanza a reconocer en los ojos del compañero el amor que aún, a pesar de todo, siempre está presente.
En este momento, solamente recuerdo esas escenas de la película en las que llegué a enamorarme completamente de Cutie, de Noriko. A sentir su sufrimiento, su esperanza, su amor. A través de sus dibujos, que funcionan como diario personal, como la ventana íntima a su pasado y su biografía conocemos la verdadera historia de lo que sucede dentro del mundo de los Shinohara y que a pesar de todo se mantienen unidos como las flores en la misma maceta.
“Cutie loves Bullie, but sometimes she wishes she was stronger”
Ushio, desde la primera parte del documental mantiene constantemente esta postura dominante ante Noriko, a quién aún ve como asistente y encajando vemos a Noriko inicialmente en el rol de madre, de esposa, absorta en esta misma imposición de aprendiz y preocupada siempre por el dinero para pagar las cuentas y sacrificando su arte por el bien de su familia. Sus dibujos también nos revelan esto, un sufrimiento interno y una ira pasiva ante un “opresor” del que está enamorada.
Pero a medida que el largometraje (82min) avanza, Cutie encuentra su voz y se levanta. Cobra el protagonismo de una artista libre que lucha por sobrevivir pero que encuentra refugio en su pintura, que retoma ya que su hijo ha crecido. En esta parte encontramos a un Ushio vulnerable, desnudo ante la incertidumbre del artista, víctima del mundo que a veces no tiene ojos para él, frustrado de lo duro de las ventas y celoso del éxito ascendente que tiene Noriko.
Cutie and The Boxer es un documental sobre la creatividad, el esfuerzo por seguir adelante y la promesa de un amor que a pesar de los sacrificios, nunca muere, además estuvo nominada como “Mejor Documental” a los Premios de la Academia del 2013. Solamente otra razón más por la cual es imperativo verla.
LA LUCHA
Si tuviera que resumir toda la cinta a una sola palabra esta sería: una lucha (bueno son dos palabras, mátenme). Una lucha constante con el destino que no paga las cuentas en una gran ciudad donde se pretende vivir solo del arte. Una lucha constante con un matrimonio desequilibrado azotado por vicios y celos que siempre desemboca en lazos más fuertes que cualquier problema. Una lucha con la creación en sí, con la inspiración que a veces no llega o que no alcanza para comer. Una eterna entre ambos que al final del documental da un giro inesperado, cuando Noriko consigue su propio espacio dentro de la exposición compartida con Ushio y muestra su serie “Cutie” diciendo que al final Cutie es una vencedora, una luchadora y que aún le falta mucho por “domar” pero que todo esto fue necesario para su arte.
Relatar la vida de un artista caería en el pecado de una estereotipada y fantástica exageración de capítulos de En Plena Bohemia de Gómez Carrillo o de escenas de La Bohème de Puccini que es mucho más que una intertextualidad de las páginas de Murger. Retratar la vida de un artista contemporáneo llevaría al espectador o al lector a un mundo fantástico pero lúgubre, lleno de color pero solitario, y cuando es en pareja que se da esta vida los resultados pueden ser tanto enriquecedoramente creativos como devastadores aunque creo que toda devastación da cabida a la creatividad.
¿Acaso no todos los artistas luchan con ellos mismos? Pelean con esa llama que quema dentro y que solo sana al crear, al dejarse libre, al volverse luz y mundo pero cuando esta creación es el sustento para conseguir el pan y el alquiler, ¿continúa siendo sobre la creación o pasa a ser sobre la responsabilidad? Noriko nos enseña que es primero, sobre todo, el amor hacia lo que se hace y con quién se hace y para mí esta fue mi salvación.
“Life is wonderful. Life should be positive. When it’s blown to pieces, that’s when it becomes art. Art is messy and dirty when it pours out of you. The New York Times once said «Shinohara is amazing.» Listen… Brother… Why do I… It makes me cry. I believe in my career goddamn it. Why do I have to? I want to cry. I’ve got nothing. Listen to me! This is so hard… And it’s so fantastic… Now I’ve got nothing. You see… We are the ones suffering the most from art…” –USHIO SHINOHARA
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