Entra un chavo delgado al cuarto, vestido con camiseta de mangas largas, jeans tallados (skinnies para el resto del mundo), pulsera de cuero sobre manga derecha, Converse grises en sus pies. Calcetas de vestir multicolores completan el atuendo, bóxer a discreción y creatividad del lector. Entra con pasos seguros, deja olores a falta de aseo al pasar, y una sonrisa devastadora. Busca algo, no sabes qué hasta ver algo en la mano del individuo, algo que no habías notado antes. Es un CD, Maxell, quemado, con letras escritas en Sharpie azul. Pareciera tener una pregunta mal planteada en la portada, escrita en letras poco legibles. El personaje sigue su búsqueda intranquila hasta encontrar el estéreo de nuestra imaginación colectiva. Ese aparato empolvado con cassetera, radio AM/FM y toca discos. Mete el CD. El estéreo hace un sonido de dolor, se traba. Saca el CD, lo sopla, lo limpia con su camisa, piensas “lo va a rayar más”. Parece no importarle. Lo mete, presiona play y, para tu asombro, empieza salir sonido del aparato.
Albert Hammond Jr. es tan 2008 que me arde. Hay algo muy personal en recomendar este álbum hoy, no lo diré, ni lo admitiré pero es tan mío que me regresa a ese año en la Landívar. En parte ¿Cómo Te Llama? era mi carta de presentación para ser cool. Al menos iba a serlo al conocer a alguien que hubiera oído The Strokes, cosa que no sucedió. Iba a ser mi entrada a una conversación sobre rockeros contemporáneos que tocan Stratocasters y Les Pauls.
Era joven, era iluso.
¿Como Te LLama? inicia con Bargain of the Century, un abateo de alas, un acelerón tremendo, con resolución a los 40 segundos. La canción te emociona y repentinamente te baja, es la mejor introducción a la banda semi-solista del guitarrista de The Strokes. Esa dualidad es quizá un buen indicio de que esperar del resto de la producción.
No voy a comentar In My Room porque no me gusta.
Lisa por otro lado me gusta mucho, esa batería sintética y respuesta de guitarras suaves y estridentes, me dan ganas de estar en un carro y bajar los vidrios, crusear por las avenidas llenas de árboles de zona 16.
GFC me recuerda más al video barato y sencillo de la canción que otra cosa. Ese sentimiento plástico… saben qué, véanlo mejor y me dicen qué piensan:
Barato, ¿no? Es genial, sobre todo ese alarido tan Hammond Jr. poco preparado, poco ensayado, y forzado, delicioso en su crudeza de pseudo rockstar pretencioso.
The Boss Americana es digna oír con de audífonos, al ver un paisaje, o al beber una cerveza entre amigos, un jueves, jugando cartas.
Admito que todo lo anterior fue relleno para llegar a este punto. Rocket, Victory in Monterey y You Won’t Be Fooled By This. Este trio lo tuve en repeat por varias horas en esos primeros años de Universidad. Las tres canciones son de lo más fuerte de esta producción musical. Hay muchas guitarras, baterías sólidas y mezclas de géneros entre punk-revival, indie-rock y algo del lejano, pero no tan lejano, pasado.
Rocket…oh my Rocket, oh. Es un estallido que me recuerda ahora a Hanni El Khatib. En su época, Rocket era una declaración de desinterés 20 añero. De inconformidad y snobismo.
Sin embargo nada te prepara para Victory in Monterey. Una especie de banda sonora para una película de terror tipo B. El tipo de canción que pondría con alguna de The Misfits o Dead Man’s Bones para un CD dedicado a Halloween. Ese bajo y guitarra me han perseguido por los últimos seis años y espero lo sigan haciendo 20 años en el futuro. Cuando sonará en mi reproductor futurista y mi hijo me dirá “que viejo suena eso”, yo contestaré con un voltear de ojos: “ahuevos que sí”.
You Won’t be Fooled by This la resalto más por mi amor absurdo por Buddy Holly. Esa simplicidad e inocencia musical, me llenan los ojos de lágrimas que no merezco, ni me he ganado. De igual manera esta canción es la cúspide de lyrics en este álbum (Hammond Jr. no es muy bueno para esto). Letras como:
“What’s left to say
I’m on my way
I don’t know what you have said
I’m not what has, all then was said
I know now that I can change
and now and then as I close my eyes
my foolish way goes, becomes my pride
you won’t be fooled by this.”
Me llevan a un lugar y tiempo, a una herida que nunca termino de sanar del todo.
Por suerte Spooky Couch, la canción instrumental de ¿Cómo Te Llama? es la que sigue. Es un buen punto de aterrizaje para la melancolía de todo lo relacionado a Buddy Holly. Spooky Couch es una taza de té de tilo para las agruras sentimentales, algún día haré una recopilación de canciones así e incluiré Silverline de M. Ward y seguro algo de Nujabes.
Me voy a saltear Borrow Time porque es demasiado reggae barato para mi gusto. Sí, tiene un cambio a media canción pero nunca me gustó. Igual que la siguiente canción, G Up. Mucho vergueo para disfrutar.
Miss Myrtle por otro lado me fascina. Esta canción debería ser el final de la producción, terminaría en una nota tan positiva, talentosa, juguetona y sonriente. Es coqueta, y seduce a nuestro amigo de camisa manga larga a bailar solo en su cuarto, a luces bajas y a puerta cerrada. El joven invitaría a bailar a una chica, pero no encontrado a alguien que comparta sus gustos introvertidos, aún.
En lugar de Miss Myrtle, al final tenemos Feed Me Jack Or: How I Learned to Stop Worrying and Love Peter Sellers. Es buena pero no para culminar un CD que representa varios años de mi vida. Demasiado chillona, alegona y codependiente.
No, Albert Hammond Jr. es más para gritar letras fáciles y sencillas al vacío y esperar que alguien las reconozca. Eso es, un intento de simpleza que culmina en pretencioso. Para alguien en sus primeros años de una carrera humanística, es el soundtrack de un martes cualquiera.
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