Sucede cuando sucede. Hay personas que aún no han visto esta película. Seres humanos, privados de quizás una de las obras más emblemáticas del director mejicano a quien nadie le cae mal. Hay quienes no han pasado por el ardor y vaho existencial de esta magnífica pieza cinematográfica de 2006 y no saben lo que se pierden.
Este recomendación esta dirigida a esa audiencia. A ese joven solitario clamado las maravillas de Y tu mamá también y Gravity, sin conocer o haber oído de la disutopia de Alfonso Cuarón. A todo cinéfilo que le gusta acción, drama inteligente, diálogos magníficos, actuaciones memorables y secuencias visuales deslumbrantes. A todo ser humano que recién cumplió 19 años. Edad cuando se empieza a bloquear la importancia de la mortalidad, cuando tomamos por sentado nuestro mundo gordo y cómodo, cuando estamos seguros que las cosas no podrían ser peor.
Si algo, esta película, y el libro de P.D. James del que está basado, es un alarido, un grito al vacío que le contesta a la audiencia con una manada en el rostro. Es un reclamo al tiempo, a la vejez, a nuestra fragilidad y lo poco que la reconocemos. Nos da un abrazo en la oscuridad, con el único fin de susurrar un insulto al oído.
En una Inglaterra de 2027, la humanidad está al borde de la extinción. Luego de 18 años de infertilidad global, los vestigios de una sociedad juvenil y esperanzadora se disipan con cada año que pasa. El Reino Unido es una de las pocas naciones estables que quedan el mundo, en gran medida gracias a la militarización del estado, ahora corrupto y totalitario. Quizás “estable” no sería el mejor adjetivo. La humanidad como colectivo se vuelto oscura, sucia, libre de moral y recubierta de remordimientos. Aquí, frente al abismo, Theo Faron , un burócrata cínico, se le encarga el cuidado y transporte de la mayor esperanza de la humanidad, la primera mujer embarazada en casi dos décadas.
Lo interesante de Children of Men es la ausencia de un enemigo definido. Como tal, no hay un antagonista que persigue al “héroe”, retratado en por un Clive Owen en la cúspide de su carrera actoral. En lugar, Theo se enfrenta a una sociedad rota, depravada, carcomida por el óxido del descuido y el desinterés. A medida que el protagonista avanza en su travesía, exploramos este futuro tétrico, lleno de bandas anarquistas, políticos corruptos y adultos nómadas, buscando algún semblante de vida en los últimos días del hombre.
Cuarón consigue plasmar exitosamente lo fácil que esta farsa de sociedad, se vendría abajo con un mal simple, generalizado e igualador. El director expone una mirada refrescante al género, basada en los atributos defectuosos de nuestra naturaleza y las intenciones viciadas que tenemos cuando nos sentimos amenazados.
Sin embargo, en una película que pudiera parecer de puras sombras, hay luces. Destellos en personajes que nos hacen sonreír, compadecer e incluso relacionarnos con personas ficticias. Theo salta en situación en situación, en busca de esos destellos en las personas, en busca de una “humanidad” en personas que han perdido una razón para seguir existiendo.
Esta es una de esas películas que podría ver cientos de veces y nunca me cansaría. Tiene todo lo que uno puede pedir de una película de acción, drama y ciencia ficción. Desde escenarios crudos, sangrientos y cuestionamientos existenciales desgarradores, hasta Michael Caine retratando uno de los hippies más geniales jamás sometidos al séptimo arte. Mi hermano identificó a este Caine como un John Lennon a la disutopía y me gusta con esa descripción.
Si mi habladera de futuros tétricos no los ha desalentado y deciden ver la obra, les recomiendo muchísimo que presten atención especial a las tomas continuas de la película. Tiene secuencias largas, de varios minutos, sin cortes de cámara, que parecieran más coreografías teatrales perfectamente ejecutadas que otra cosa.
No temo en decir que esta es mi obra favorita de Cuarón, más que Great Expectations (y eso es decir bastante). Hay algo en Children of Men que me hace regresar, no es masoquismo, aunque lo pareciera, y no es depresión, aunque lo pareciera. Es más como si la película dijera algo, algo sobre la condición humana, sobre no olvidar la simplicidad detrás de una risa infantil, sobre tratar de mantener nuestra mejor naturaleza, para que un día no caiga en el olvido.
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