Detrás de toda esta fachada de sociedad, cultura y civilización, hay un reptil. Un sistema puesto e impuesto por millones de años de prueba y error, una vibración que consigue consolidar organismos funcionales, vivos, sensoriales y emotivos. Lo compartimos entre todas las especies que habitamos el planeta, compartimos moléculas similares, composiciones de proteínas parecidas, pero a la vez tan distintas que dudamos venir de la misma nada.
En nuestro interior hay un reptil que, a toda costa, quiere vivir.
Upstream Color es la segunda película de Shane Carruth, la segunda obra cinematográfica del director, escritor y actor de Carolina del Sur. Es compleja, difícil de seguir, una pastilla que baja con varios vasos de agua pero con efectos secundarios demasiados geniales como para dejar de tomar.
Hay días en los que me despierto, miro pasar gente por el vidrio de mi carro viejo, siento el calor del sol joven en mi rostro y mi mente divaga a escenas de la película. Más bien, divaga a las escenas entre las escenas. Si vamos de lo más diminuto a lo más grande, constructo esencial para empezar a hacerle sentido a esta película, son esas tomas de relleno – tomas rápidas y sin mayor explicación, cortes de secuencias perfectos por parte de Carruth- que consiguen permanecer en nuestro flujo neurológico.
La película tiene algo irresistible, más allá de los encuadres increíbles y la dirección majestuosa. Hay algo contagioso que, si has sido cínico por tanto tiempo como yo lo he sido, te da paz e introspección sana. Los protagonistas, Kris y Jeff, hacen un excelente trabajo en retratar personas normales, con reservas normales, secretos normales, vidas normales, pero a quienes les pasa un incidente que nunca los dejará a vivir una vida corriente.
Sin indagar mucho en los temas, la obra trata sobre el control mental, relaciones fallidas, secuestros, bioquímica, metafísica, agricultura y un consciente colectivo. Es esta mezcla de temas fragmentados lo que hace que esta obra funcione. La verosimilitud de la pieza radica justo en esto, ofrecer algo que pone en el lugar de los protagonistas, una realidad dura, fría, con chispazos de sobrenatural.
Bueno, no, no debería decir eso. Al igual que la primera obra de Carruth, Primer, Upstream Color trata con temas fueras de lo común pero con bases científicas, con leyes físicas y químicas similares a las que nos afrontamos cada día, pero ligeramente perturbadas. No es tanto “sobrenatural” la trama, sino hipernatural. Una versión acelerada y sintetizada de un mundo demasiado conocido para ignorar.
(Leve spoiler alert) He leído críticas fuertes sobre “la moraleja ambientalista” de la historia y yo discrepo diametralmente con esta noción. Upstream Color, si algo, es un ataque a nuestra naturaleza ambiciosa. A nuestra inhabilidad de reconocer y encontrar un lugar en este mundo, sin sentir la necesidad de destruirlo con nuestro ego consumidor. No es un estudio clínico de la condición humana pero sí describe aquellas orillas irregulares que raspan nuestras mejores intenciones.
No intentaré explicar u ofrecer una explicación de lo que en mi parecer pasa en la película, creo que cada quien puede extrapolar algo distinto e igual de válido (aunque recomiendo que si de verdad no entienden, vean la película con la entrada de Wikipedia a la mano). Me limitaré a decir lo siguiente:
El ser humano ha pasado toda su existencia, en ese inconsciente reptil quizás, buscando regresar a una unidad, a una mente de colmena comunal, que le dé sentido a nuestra breve y extraña existencia, librándonos del pesar de ilusiones de libre albedrío y sus consecuencias . Esta película es respuesta directa ese deseo.
Es como si Carruth intentara decirnos algo con sus películas. Su voz sobresale detrás de su dirección, actuación y escritura. Es como si proclamara algo distinto con cada pieza que ha sacado, cada vez perfeccionando el arte de declamación cinematográfica. En lo personal, no me molesta su oferta real, vulnerable y arriesgada. Lo ha convertido uno de los creativos del séptimo arte que más admiro y una de esas personas que le estrecharía la mano, sin importar esperar horas bajo la lluvia para hacerlo.
Comentarios: 0