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Página principal > Recomedaciones > Literatura > Interpretación celeste – Manuel J. Jiménez
16 julio, 2013  |  Por: Alejandro García En: Literatura, Recomedaciones

Interpretación celeste – Manuel J. Jiménez

INTERPRETACIÓN CELESTE

INTERPRETACIÓN CELESTE

Hacen falta más fragatas como este encantador libro para escurrir las nubes, para perdernos con el sonido etéreo de sus hojas rozando con el consecuente oleaje del resto de páginas, para morir en la corriente virgen y finalmente anclar en la marea y disfrutar del resplandecer de sus versos. En el silencio posterior, en el lento respirar y el suave trino del viento una vez la tierra se despoje de sus habitantes quedará esa mística celeste que es traducible solo en letras, como las de Manuel J. Jiménez.

Con Interpretación celeste nos topamos con un lento letargo, un delicado devenir de las imágenes que se desgranan poco a poco. Intercalando la prosa con los versos poéticos y tiernos testimonios, la obra de Jiménez es una corriente del suspiro azul de Darío, de su sonrisa delicada, de ese estallido de colores y soles que se fragmentan en palabras, misma rutina que replica el autor mexicano con una delicadeza similar, aunque refugiado en la silenciosa agonía que es la poesía, que conviene el recordar.

El pequeño Aleph que se fractura en los versos de Jiménez nos lleva a través una pequeña trilogía dentro del mismo libro. Desvariando a partir de un génesis poético, de un deshojar las capas de un nuevo mundo, de sus ríos a sus pequeños frutos, un danzante paisaje que se poco a poco va afinando su trágica sinfonía.

No comprendí la hostilidad de las plantas, seguramente se habían desacostumbrado al sudor del hombre. P.33

Conforme iba avanzando, el clima reconocía algunos patrones, cierta bondad arbórea. La geometría construía helechos, tréboles, eucaliptos y pinos.P.54

En la huerta, donde puse cada semilla dorada, los brotes iniciaban una danza vigorosa.P.64

Por otro lado, tenemos la melancolía, una serie de cartas regresivas hacia los sueños del personaje principal, el único testigo de ese nuevo despertar. A través de esas alucinaciones el zumbido diáfano de su poesía, el sueño diacrónico de su narrativa echa raíz, cobra dualidad, no solo como un mesías que observa la nueva vida, sino como un peregrino de la vida anterior, de ese azul ahora celeste que busca volver a nacer. Son el único y quizás el último vestigio de civilización en ese horizonte mudo y tupido.

(23/04/2006) Sueño:

Escucho que un antepasado me hace una pregunta y no sé cómo contestarla.

Eusebio Jiménez, nacido en 1874, en Armilla, Granada. Trabajaba con las manos rojas en las azucareras de remolacha; su único descaro era la olla de San Antón que comía a principios de enero. Su padre, Clemente Jiménez, también era humo en los valles. El recuerdo más vivo, lo hacía escuchar la destrucción de la torre sur de la Alhambra por las tropas francesas. Su padre, Isidro Jiménez, fue un tipo de zancadas cortas pero suficientes para medir los costados de toda la Andalucía.P.36

Finalmente, complemento a su diario de viajero se acuñan las pequeñas viñetas poéticas de posibles dudas y argumentos existenciales que riñen entre las dos anteriores realidades, un intermediario o mediador para la el orden y el caos, para la melancolía y la esperanza de los otros dos rostros del autor durante el texto.

Imagen

delante tanta piscina conspicua
despilfarro de los pliegues bermejos
adentro entre los cascarones plexos
de convexas suplencias
los movimientos oculares rápidos
desembarazan luceros donceles
son las proporciones alumbradoras
e inexplicadas –no maduran focos–
pensamientos entrantes
decir un nombre abollado por tildes
sin sus matrices ni arcos
P.61

Como el espíritu itinerante sobre un valle vacío, los ojos de Interpretación celeste son apenas un testigo al nuevo orden, a la nueva sinfonía y el origen, sin embargo, debatiendo entre las alteraciones de lo que fue y de la única vida que queda, apenas una abstracción de la arquitectura biológica que se empieza a orquestar.

Del surrealismo a la tierna introspección del autor caminamos rítmicamente entre la terrible realidad y un vistazo la visión profética de los ayeres. Ese paisaje inerte que empieza a pulsar, esas escenas esotéricas que parten de un limbo post apocalíptico compensan una composición visual de lo contrario fría, por una cálida, amaneciente y con una tremenda riqueza en sus detalles para firmar la terrenal cosmovisión de un mundo sin riendas, que empieza a arrancar; aún virgen pero preñado, crédulo, inocente, apenas sacudido por la admiración y la agonía de estos versos.

Se acabó el mundo y nos quedó el azul de Darío en el cielo y la interpretación celeste de Jiménez, nos queda entonces que reinventar la tierra, invocar sus paisajes, no con los libros tangibles que podríamos tener, sino como la ausencia del idioma, como la poesía echa tierra, luz y agua, mitificada a través de los recuerdos que fueron sembrados generaciones atrás, que a pesar de la polución sobreviven en silencio.

Probé aguas minerales que oprimían mi mente para darle un juicio a las luces; probé las aguas aéreas que limpiaron mi esófago tóxico de muletillas; probé las aguas radiales que limpiaron los enunciados con suma dificultad (…)P.51

Portada: Paula Morales (www.moralespaula.com)

Lanzamiento: miércoles 17 de julio, 20:30 horas, El Gran Hotel. Presentación a cargo de Gabriel Wotke y Javier Payeras.

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Escrito por Alejandro García

Zurdo. Soy fiel creyente en la comunidad y colaboración. Inquieto noctámbulo. A veces leo, a veces viajo, a veces tomo fotos, a veces hago música, muchas (muchas) veces escribo, a veces no. Orgulloso piloto de un Subaru intergaláctico.
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