Si uno se deja guiar simple y sencillamente por el afiche promocional de la película, es posible hacer un checklist de aquellos aspectos que por más de setenta películas, ha caracterizado al multifacético Woody Allen: un reparto cinematográfico meticulosamente elegido, una línea histórica tan absurda que se vislumbra en lo posible, y descripciones de los paisajes de ciudades ilustres acompañadas de musicalización instrumental capaz de conectar nuestras emociones y sentimientos con el clima de las imágenes.
Pero al indagar en las profundidades To Rome with Love, es latente que la célebre frase Todos los caminos conducen a Roma, a fue la fuente de inspiración para que Woody Allen escribiera ésta sínica y pseudo romántica entrega cinematográfica.
En esta oportunidad, Allen presenta cuatro historias, cuyos diálogos se desarrollan la mitad en español y la mitad en inglés, cuatro historias que se desarrollan paralelamente en las calles de en torno a una Piazza, en dónde se encuentra un oficial de tránsito quien es el encargado de guiar a la audiencia a través de este filme.
El relato inicia cuando la turista estadounidense Hayley (Alison Pil), quien es hija de un neoliberal acaudalado y poco comprendido director operístico, se enamora del abogado socialista Michelangelo (Flavio Parenti), y deciden casarse.
Mientras tanto una la pareja de italianos provincianos recién casados, deciden dejar a un lado la rusticidad de la vida rural, para mudarse a la glamorosa Roma; sin embargo no les toma más de un día caer en las tentaciones bacanales que ésta ciudad les proporciona.
Pero no solo ellos caen en las garras de la exitación, ya que Leopoldo (Roberto Benigni), quien es un hombre mundano, un hombre de familia, de la noche a la mañana abre los ojos y es transformado en una celebridad; y sin pensarlo dos veces cambia su vida familiar por la sexy y seductora Sefarina.
Finalmente John (Alec Baldwin), quien es un arquitecto sumamente reconocido en los Estados Unidos, al caminar por las calles de Roma, tiene la oportunidad de ayudar en un proceso profundo de introspección al joven Jack (Jesse Eisenberg), quien está a punto de serle infiel a su novia, la dulce Sally.
Definitivamente sí, todos los caminos conducen a Roma, en esta oportunidad todos los caminos que conducen a la locura, a la fiesta, a la exaltación, al desorden y al frenesí, provienen de Roma, cuna de Baco.
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