Guatemala parece un país pequeño para la infinidad de historias que contiene. Mohammad Rashid es un palestino refugiado en Jordania que vino a Guatemala en el 2002 en busca de trabajo. La historia de cualquier inmigrante es importante escucharla, sin embargo, la de Mohammad presenta algo inesperado. Mohammad desde pequeño se encariñó con las aves, su hermano mayor entonces, le enseñaría la milenaria actividad de criar y entrenar palomas mensajeras. Rashid lleva en su sangre la esencia y tradición del Oriente Medio.
Mohammad empezó su colección gracias a otro aficionado de las palomas mensajeras que radicaba también en la capital. Con el paso de los años ha continuado con el criadero hasta ser el amo de cientos de palomas que viven en el patio de su casa. Con un fantástico sentido de orientación, estas especies difieren de las palomas comunes que podemos encontrar en toda la ciudad, esta raza posee un agudo sentido de la ubicación.
El entrenamiento inicia a pocas semanas de haber nacido, “primero logro que se acostumbren a mí, que mi hogar sea su hogar. Ellas tienen libertad de volar a dónde quieran pero siempre regresan a casa”. Mohammad ha soltado algunas de ellas a distancias mayores de 100 kilómetros, desde las playas del pacífico de Guatemala y todas regresaron a su nido en la zona 15 capitalina.
Con una figura más limpia y esbelta que la paloma común, las mensajeras fueron parte importante en la comunicación humana durante siglos, se conoce incluso de aves condecoradas durante guerras que al entregar el mensaje a la base – o su casa – los soldados que las habían soltado podían ser auxiliados, hasta ser rescatados. Mohammad Rashid es uno de esos intrépidos que mantiene viva la belleza de esta tradición.
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