No es de extrañar que grandes artistas hayan comenzado a conocer sus aptitudes en pequeños rincones callejeros que les abrieron las puertas para mostrarse ante un mundo lleno de críticas y tabúes que simplemente reflejan una realidad irreal y una hipocresía sobre abundante. En Panajachel es posible observar a los artesanos vendiendo sus obras a bajos precios cuando en realidad en países como Costa Rica ese tipo de arte se aprecia en galerías y casas de cultura. En Antigua, vemos caminar a muchos hombres o mujeres vendiendo pulseras hechas a mano, bolsas típicas y demás. En oriente podemos ver a varios personajes deambular por las calles vendiendo aretes hechos con materiales naturales o en Izabal muchos venden trajes de baño con 3 o 4 colores, tejidos por señoras que se intentan ganar el pan de cada día, con los lenes ganados.

En realidad en Guatemala no existe una cultura que aprecie el talento de esa incontable cantidad de personas que se regocijan mientras elaboran materiales que a simple vista muchos no consideran arte. Arte no es solo un cuadro de Picasso o una pieza para Orquesta Sinfónica. Se desperdicia mucho talento en obras no-valoradas que pueden representar un crecimiento artístico como en muy pocos países en Centroamérica. Calidad es lo necesario. Muy pocos famosos pero con más talento que quieren llenan sus bolsillos de plata de quienes siguen sus pasos por tomar una fotografía simplemente bonita –sin menos preciar a quienes pueden hacerlo- o tocar la guitarra después de autoformarse en el ámbito musical observando videos de youtube.

Necesitamos enriquecernos de arte, llenar nuestros oídos de buena música, los ojos de buenas obras, las manos de grandes pinturas y poco a poco se logrará exaltar a quienes destilan talento sin ser reconocido. No es necesario que un artista llegue a Europa y reciba un premio mundial para poder resaltar a todos esos callejeros que sin duda nos llenarían de satisfacción por medio de sus obras, sean cuales sean.