Con casi dos meses de estar en línea Esquisses continúa creciendo por el apoyo de amigos y por la sinvergüenza difusión de algunos, pero sobre todo, por los artistas. Siempre sobran las noches de desvelo, el correr con algunos textos, la incesante labor de mandar y mandar correos, pero hay siempre material. Hace unos días tratando de organizar temas para reportaje y colaboraciones y la única conclusión fue “hay muchísimo arte en Guatemala”, eso no solo nos da vida como medio cultural, sino además le da vida y color a esta ciudad.
Permanecemos aún como un medio independiente por lo que el tiempo nos limita, pero ganas hay de más. Poco a poco se han ido acercando autores de diferentes ramas pidiéndonos apoyo y una vez publicado nos agradecen a los cuatro vientos por la publicación, sin embargo, es gracias a esos locos creativos por lo que Esquisses continúa y continuará creciendo. La pregunta se mantiene – ¿por dónde empezar? – y sinceramente, el mejor inicio y orden es el azar, pues ese caos controlado nos ha llevado a lugares inexplorados, escenarios improbables y a historias inimaginables.
Gracias totales a todos los piratas abordo, todos aquellos que han pasado por nuestro sueño, por recibirnos con las puertas y los brazos abiertos en sus mundos, y gracias también a aquellos que aún faltan, pues vaya si faltan muchísimos. Este tan nuestro como tan suyo tierno desorden permanece anonadado por la cantidad y calidad de arte con el que nos hemos topado. Cual Bender en Midnight in Paris me hubiese encantado vivir durante la época de Fitzgerald y Coltrane, sin embargo, la magia y psicodelia del arte en Guatemala hoy es inigualable.
Voy a empezar por el principio
cerca del precipicio
donde siempre quise estar
Enrique Bunbury – Carmen Jones
Comentarios: 0