Claudia Navas Dangel cnavasdangel@yahoo.es
Es difícil decir adiós y a la vez es absurdo decir que no es sencillo despedirse, cuando quien parte es una persona a lo que no veía a menudo y a la que ni siquiera le hable de mi ausencia de Guatemala por todo este tiempo. Pero no es fácil. Porque aún y cuando las prisas, la cotidianidad y en mi caso la distancia nos pierdan de vista, sabemos que las personas están ahí, que quizás de pronto las veremos, que seguramente en la presentación de un libro o cuando sea la feria del libro nos saludaremos.
Ahora sé que ese encuentro no se dará. Que Don Óscar, así con D mayúscula por lo respetable y grande que era se ha ido. Lo conocí hace muchos años, tantos que no recuerdo la fecha. El auspiciaba los talleres de poesía que dirigía Marco Antonio “El Bolo”Flores, en el Paraninfo Universitario. Por lo tanto él es a quien junto con El Bolo podemos agradecer ese reverdecer de la poesía en Guatemala. Ahí en ese espacio demasiado oscuro para mi gusto, estaba él teniendo fe en un montón de soñadores, en un grupo de personas erupcionando sentimientos a través de las palabras. Ahí estaba él, siendo testigo del nacimiento artístico de Maya Cú, Alfonso Porres, Juan Carlos Lemus, Eduardo Villalobos, Patricia Cortez y Godo de Medeiros, entre otros.
Sí, era él quien apostaba por un Foro de Poetas Indeseables Atrapados en la Risa del Aire, haciendo Tayer. Fue él, junto con El Bolo, los que publicaron ese libro de los Novisimos y una colección de libros de poesía que otros pensando en el dinero jamás habrían publicado.
Era él el que apoyaba la revista La Ermita, era él en las lecturas de poesía, primero sin público el que brindaba un café. Sí, era él. Ese enorme señor –y digo enorme por su generosidad, su fe y la simpatía que irradiaba-, el que de cierta forma me ayudó a ser una mejor lectora, no digo mejor poeta porque es una palabra que me queda grande.
Es triste saber que se van personas así, es triste pensar que ese escritor, ese editor, ese Señor, no seguirá impulsando la palabra. Es difícil decir adiós, pero sé, porque yo también sueño y creo, que ahora estará en otro espacio moviendo algo, sonriéndole a otros y lleno de palabras. Don Óscar de León Castillo, gracias.
Claudia Navas Dangel
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