El adjetivo “extraordinario” quedaría corto al resultado del segundo disco de la multitalentosa Kaki King. Como una de las principales referentes del virtuosismo en la música contemporánea, los dedos de la guitarrista se pasean inquietos por los trastes (casi inexistentes) de su guitarra. Legs to make us longer es una viaje a mundos inertes, profundos abismos emocionales y una odisea por la nostalgia a través del mutis de su música, exclusivamente instrumental de la multipolaridad humana a través de la música.
Errante y jovial, triste y despechada, hasta coqueta e impulsiva, los cortes a base de guitarra y uno que otro arreglo extra componen la minimalista pero vasta sinfonía de Kaki. Muchas veces siendo su propia percusionista, golpeando el lomo de su guitarra, rasgueando las cuerdas enmudecidas y demás sonidos “muertos” que le permite a su instrumento demostrar su desbordante versatilidad musical. Su agilidad la coloca como uno de los nuevos héroes de la guitarra acústica, como lo fue Robert Johnson o Eric Clapton en su tiempo.
Canciones como Ingots o Doing the wrong thing son el mejor rastro de sus complejas composiciones a base de un lienzo armónico ligero por sus variaciones, pero cargado por sus detalles. Como una temeraria exploradora no solo del ritmo y melodía, sino también de la emocionalidad, del vacío en Neanderthal a bailes tribales en Solipsist, al misterio de Lies, el viaje frenético y trepidante de Magazine, la madrugada y amanecer de My inscect life a la moribunda agonía de Can the Gwot save us? la estructura músico/narrativa de Kaki nos lleva por un viaje Dantesco, por los 11 círculos del mundo de la autora.
Legs to make us longer, el segundo disco de Kaki King la confirma como una brillante compositora, intérprete y hasta narradora. Sus canciones son pequeños relatos breves, la estructura musical de una aventura literaria, no solo por el hecho de ser instrumental que evitaría que choquen con alguna escena, sino más bien por su atmósfera y versatilidad.
Hemos visto antes este virtuosismo en el jazz o blues de antaño, mientras que el folk se mantenía como un género apegado a acordes y rasgueo, de vez en cuando recibíamos a algún maestro del picking que sobresalía, pues quién mejor que los dedos de Kaki para demostrarlo. El folk alternativo con trazos progresivos de la nativa de Atlanta se posiciona no como revolucionaria del género, pues no ha inspirado un movimiento (todavía), se mantiene más bien como una innovadora oveja negra del rock acústico, una hija descarriada que cual hereje, rechazó todo lo establecido para tejer con agilidad canciones bellas, elegantes y frenéticas, cargadas con detalles que la presentan como una impresionante guitarrista y compositora.
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