Una nueva cara que comienza a concebir un futuro prometedor en el ámbito de la fotografía.
Rosario Orellana
-“Qué tráfico hay por tu culpa mano, por todo eso que hacen en Santo Domingo por las Rosarios” ríe Andrés mientras entra a la galería ubicada entre la 9 avenida y 9 calle zona 1.
Vargas es estudiante de Comunicación en “…no te voy a decir el nombre de la universidad mejor” -dice entre risas- y trabaja como fotógrafo cultural del diario Siglo21.
El excelente ojo de Andrés para la fotografía deviene de años de práctica. Empezó su pasión mientras realizaba talleres en la universidad que le exigían utilizar un cuarto oscuro para revelar de forma análoga. “Me gustó tanto que me regalaron una ampliadora y entonces empecé a revelar en mi casa y de ahí llevé un proceso natural, seguí investigando y hasta después conseguí el trabajo en el Siglo” afirma.
De pie a media galería Andrés observaba no solo las camionetas, carros, personas y perros que pasaban frente al vidrio. De fondo el sonido ensordecedor de bocinas que eran tocadas por personas sofocadas por el calor, atrapadas en el tránsito de sábado a medio día. También veía con ojos brillantes cada imagen expuesta en las cuatro paredes blancas, “fue un trabajo de dos años” suspira mientras da la vuelta y ve alrededor.
Autodidacta que, a pesar de haber recibido cursos en la universidad, Andrés ha aprendido sobre la fotografía leyendo por su cuenta y usando “la maravillosa herramienta que es Internet”, dice. “Otra cosa que me ha ayudado es la retroalimentación de mi amigo Byron Mármol, que también es fotógrafo” concluye. Mármol ha apoyado a Andrés en todo sentido, inclusive en aspectos de museografía. “Habían cosas de las que yo no tenía ni idea como cuánto tengo que cobrar por una pieza o cosas así” resalta Vargas.
Las fotografías de Andrés fueron tomadas en película de 120mm con formato medio, cámara análoga, pero impresas digitalmente, como muy pocos lo hacen ahora. “Después de muchas pruebas y de todo lo que he leído supe que debía usar ese formato para las fotos e imprimir con tinta mineral, así se logra apreciar mejor la imagen” asegura el artista.
La muestra de su talento expone además, una realidad desconocida, una dimensión perdida en Guatemala: “El Gallito”, un barrio estigmatizado por muchos que abre sus puertas para ser retratado por medio de la cámara de Vargas. Andrés se adentra al barrio con un fuerte lazo sentimental, amigos que viven en el sector. “Desde hace rato me mantenía con ellos en El Gallito, y me sorprendía la idea de que era un barrio muy estigmatizado pero a mí, cuando estaba ahí, nunca me pasó nada” asiente.
Andrés comenzó a tomar fotografías individuales, sin relación una con la otra, sin una historia. “Llevaba mi cámara de 35mm y no sé, mostró resultados la vibra del lugar. Recuerdo que tomé un par de retratos que me gustaron mucho y dije –debería hacer un trabajo de éste lugar pero más serio-“. Es ahí cuando cambia su 35mm por una cámara de 120mm y logra captar cada elemento del barrio.
Las 21 fotografías que permanecieron expuestas del 20 de septiembre hasta el pasado 12 de octubre fueron solamente una pequeña muestra de ese trabajo. Sin embargo, Andrés comenta que son una selección que se adaptó al espacio. El proceso de selección no fue fácil, “había rollos que no me gustaban, ni una” sonríe.
“Con Renato Osoy, curador de la exposición, elegimos 30 fotos. Luego medimos el espacio y seleccionamos 21. Cada foto tiene su historia, recuerdo bien cómo fue que tome cada una” asegura Andrés mientras señala algunas de ellas.
Por la ausencia de espacios destinados a la exposición de arte en Guatemala, Andrés no había tenido la oportunidad de mostrar su talento a críticos, conocedores, estudiantes y demás. “Cuando abrieron la convocatoria de Foto30, mande unas 8 o 10 imágenes. Cuando nos reunieron para decirnos quiénes habían entrado, escuche mi nombre y sorpresivamente me eligieron para hacer una exposición solo y no colectiva” añade. Anteriormente el joven fotógrafo participó en un par de exposiciones colectivas, de bajo perfil, en donde su nombre era solo uno más en la lista. Esta vez, Andrés deslumbró los ojos de muchos con su presentación fotográfica, que mostraba no solo una realidad poco conocida, un barrio poco visitado, sino además su visión de los estereotipos que la sociedad ha creado de un barrio de antaño.
“Al principio tomaba las fotos pero mis “broders” que viven ahí me acompañaban, es un barrio pequeño, en donde casi toda la gente se conoce. Tuve disque miedo de que pensarán – y éste qué hace aquí – pero aquellos me ayudaban para conseguir las tomas sin problema” añadió.
Puertas por abrir
Después de esta primera experiencia tan enriquecedora, de este primer salto que para muchos artistas es el más difícil de alcanzar, Andrés plantea nuevos retos. “He hablado con unos broders del festival GuatePhoto. Me pidieron que produzca contenido nuevo para exponerlo” comenta orgulloso de haber sido invitado a participar en la actividad de gran renombre.
“Quiero producir contenidos nuevos. Sería bueno construir una nueva serie sólida y grande como ésta pero no tan larga. He pensado en trabajar lo del Festival con Byron porque hemos tenido la espina de hacer algo juntos y hasta el momento es solo una idea pero creo que será de guardias de seguridad privada” comenta “No quiero quedarme estancado. No me veo exponiendo solo en blanco y negro porque no me gusta, pero si haciendo cosas nuevas, diferentes” aclara.
Un concepto desde ojos ajenos
Durante el largo proceso de creación de esta exposición, Andrés contó con colaboraciones de diferentes artistas, críticos, conocedores del arte y amigos. Vargas comenta entre risas que recibió felicitaciones y consejos para seguir el camino al éxito por su gran calidad artística.
Miguel Flores curador de arte, a quien conoció durante las cátedras de Semiótica y Arte Contemporáneo en la universidad también fue clave en el comienzo del artista. -“No sé si deba decir esto. Mejor no” dice Andrés; entre risas le respondo “Ahora decilo”. Flores permitió que Vargas trabajara su portafolio en la clase de Arte Contemporánea luego de conocer una fotografía creada por el estudiante, que quedó grabada en su mente.
“Me mostró una fotografía tomada desde arriba de un edificio que enfocaba a una persona que estaba tirada en la acera” explica el experto “Andrés no es un estudiante que lea y el curso requiere mucha lectura, por eso decidí proponerle hacer el examen final práctico y no teórico como al resto. Me mostró un portafolio, le critiqué las imágenes y ahí comenzó el proceso de producción” concluye.
Miguel se considera antes que nada un profesor, y como tal también un investigador, asegura que esto le permite criticar y curar obras junto a quienes buscan su apoyo. “Yo dejo mucha libertad al artista. Solo oriento al inicio porque muchas veces los autores no saben qué quieren cuando comienzan, especialmente cuando se trata del propósito de la obra” añadió. El experto aparte de guiar los primeros pasos de Andrés, es quien elaboró el texto curatorial de la exposición, “es un texto que ilustra y orienta al lector. Se hace en base a la lectura de las imágenes, si hay que contextualizar el espacio porque fue muy particular y sabía sobre la creación del mismo –haciendo referencia al barrio- busco fuentes, pero también me baso en las imágenes, que al final es el trabajo” resalta.
“La producción de Andrés es altamente simbólica, las imágenes son muy buenas, como curador y crítico me encantan y como coleccionista compraría más de alguna” agrega.
Por su parte Byron Mármol, quién también aprendió por sus propios medios sobre la fotografía, es un artista más que engrandece el trabajo de Andrés. Mármol conocía el proceso por el cual emprende Andrés a pasos agigantados, considera que fue “orgánico”, le ayudó a proponer un trabajo más específico. “Andrés tiene un ojo crítico muy bueno” asevera constantemente durante los primeros 10 minutos de la llamada.
Para Andrés y Byron, ésta no es una serie cerrada que terminó definitivamente. “Es un trabajo de años, un estudio antropológico visual y creo que tiene mucho potencial” añade Mármol. Según el experto, quien coincide con Miguel Flores, Andrés es un joven muy talentoso, tiene muy buena calidad en el trabajo de composición y técnicas. “Ante la popularidad de lo digital, Andrés usa la película y eso le adhiere cualidades técnicas grandes a su trabajo” puntualiza.
Después de platicar con ambos expertos y escuchar las apreciaciones que tienen a cerca del trabajo de Andrés, es de considerarse que el joven estudiante y fotoperiodista tiene un camino largo que recorrer que lo inició con un buen par de tennis y un excelente paso.
Durante una visita a la galería se pudo conocer la percepción de tres estudiantes de Letras de la USAC que visitaron la exposición. “Tuvimos la oportunidad de leer en facebook que se abriría una exposición de El Gallito y nos interesó mucho” asegura Dalila Campos. “Es un gran artista que si sigue así va a llegar a representarnos en todo el mundo haciendo un trabajo de calidad” señala Joaquín Cordón. “He visitado varias exposiciones de estas de Foto 30 y de las que más me gustaron estaba la de Andrés Vargas; definitivamente tiene mucho que recorrer pero empezó con el pie derecho, muy buenas fotos” concluye Tere Izaguirre.
Invasivo, mas no impertinente, el lente de Andrés logró adentrarse en una realidad ajena, una dimensión desconocida para muchos, un sector inconcebible al cual entrar, sin embargo, a pesar de mostrar la fragilidad del lugar, capturó además lo íntimo y cotidiano de un lugar que popularmente es acuñado al peligro y la inseguridad, no obstante, es más bien, tan urbano y cotidiano como cualquier otro sector de la urbe capitalina.
Galería
Fotografías: Victoria Castañeda
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