Exposición fotográfica de Daniel Hernández-Salazar
Miguel Flores Castellanos[1]
Los agujeros del olvido no existen (…)
un hombre siempre estará vivo para contar la historia.
Hannah Arendt
El fotógrafo Joan Foncuberta en su ensayo Ruidos de archivo, publicado en su premiado libro La cámara de Pandora, apunta que “…desde que el diputado y científico Francois Aragó hizo la presentación pública del daguerrotipo en un encendido discurso ante los miembros de la Academia de Ciencias y los de la Academia de Bellas Artes de París, reunidos en reunión conjunta el 19 de agosto de 1939, destacó desde el primer momento que el nuevo invento venia a incidir sobre dos dominios de la experiencia humana: la percepción y la memoria. Por un lado, la fotografía permitía aprehender aquello que escapa al ojo, rebasando los límites propios de nuestra receptibilidad de lo visible. Por el otro, permitía preservar aquello que escapa a la memoria, al retener aquella información visual que merecía ser guardada. La bifurcación de estas dos categorías inauguraba una dialéctica entre documentación y experimentación, pero también entre memoria y desmemoria”. (169)
Lo expresado por Aragó hace setenta y nueve años, es más que evidente en Revelación, la más reciente exposición de Daniel Hernández-Salazar, con motivo de Foto 30. Esta serie de imágenes hace percibir los horrores inimaginables que vivieron muchos guatemaltecos en un pasado no muy lejano. Todas estas vivencias familiares quedan como un acicate a la memoria de todos, en especial a las nuevas generaciones, para los cuales traerá más interrogantes.
En el montaje final de esta muestra ubicada en el Centro Cultural Metropolitano (Antiguo Palacio de Correos), Hernández-Salazar agrega textos, a la manera de pie de foto, brindan información que termina de completar la idea que quiere dejarnos en la mente, a diferencia de series anteriores como por ejemplo Eros & Tánatos donde se orientó más hacia lo estético, no sin olvidar lo simbólico. Revelaciónpresenta, además, aspectos narrativos, historias personales envueltas en desasosiego y dolor. En forma silenciosa, las imágenes las imágenes en blanco y negro, a través de estrategias como primeros planos, uso de lentes angulares, profundidad de campo y desenfoques intencionados, acercan al observador a las evidencias de una realidad que ha querido ser olvidada, es ahí en el hecho de la selección del tema en forma recurrente su compromiso con unos acontecimientos que le ha tocado vivir en carne propia, su tarea de registro de estas instantes se ha convertido en una misión.
Al contemplar Revelación viene a la mente lo que últimamente en filosofía se denomina la estética del disensoque problematiza las relaciones entre la estética, la ética y la política, Jacques Rancière, ve en este tipo de prácticas artísticas el despuntar de un llamado. Se “vuelve visible lo que es invisible, vuelve audible como habla lo que previamente era entendido solo como un ruido animal (35). Este régimen estético no es la ruptura, el contraste de lo nuevo con lo viejo, sino más bien un proceso reflexivo que implica una nueva relación con el pasado y la historia, la reinterpretación de lo que significa arte y de lo que hace el arte. Por lo que la obra de Hernández-Salazar son un desafío acaso mayor respecto de las polarizaciones clásicas de la “estetización de la política” o de la “politización del arte”, tanto para las instituciones de arte como para su mercado.
¿Qué papel juegan estas fotografías cuando el pensamiento circundante preconiza la amnesia de hechos ocurridos durante esa guerra denominada conflicto armado? Es una pregunta que nos debemos hacer todos y darnos una respuesta privada.
[1] Miguel Flores Castellanos, es profesor universitario y curador de fotografía. Posee una licenciatura en Letras y Filosofía por la Universidad Rafael Landívar de Guatemala y un doctorado en Artes y Letras en América Central por la Universidad Nacional de Costa Rica. Gestor cultural especializado en artes visuales desde 1980.
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