Por: Silvia Trujillo
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¿Por qué embarcarse en la tarea quijotesca de debatir acerca del periodismo cultural en Guatemala? es más ¿por qué abrir un espacio para la discusión sobre la cultura, la comunicación y el rol de los medios? Más allá de enfocarnos en la discusión acerca de si existe o no el periodismo cultural en Guatemala, o si lo que se denomina periodismo cultural en realidad podría definirse como tal, mis palabras apuntan a reflexionar sobre la propuesta de darle continuidad al debate sobre la cultura, la producción artística, la comunicación y la práctica periodística.
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Para quienes amamos los desafíos es un reto exquisito… y absolutamente necesario. En primer lugar, porque en un país donde el dialogo y el intercambio de ideas no es práctica cotidiana la posibilidad de hacerlo y de buscar excusas para remover la pereza intelectual significa una propuesta a contrapelo.
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Pero, además, porque el periodismo cultural se ocupa de la difusión de la cultura y si a ésta la entendemos de una manera muy amplia como la producción simbólica por medio de la cual una sociedad determinada se crea y recrea a sí misma, entonces, este nuevo espacio nos abre la posibilidad de repensarnos, tanto de manera colectiva como individual, nos induce a entrar en el sinuoso sendero de confrontarnos, deconstruirnos y – si nos animamos- poner en cuestión las distintas formas de dominación que, abierta o solapadamente, nos cercenan día a día la posibilidad de seguir siendo humanos.
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Sin embargo, ésta podría ser considerada una tarea inútil en un país donde las certezas han tratado de sembrarse a fuerza de garrote y fuego. Estoy segura que una propuesta que nos invita a desandar esas certezas y formularnos preguntas, no sólo es un ejercicio que vale la pena sino una necesidad extrema. Pero, incluso, pensar que esta tarea pueda llevarse a cabo en el terreno de los medios de comunicación suena más complicado aún ya que lamentablemente éstos han tendido cada vez más a la proliferación de un único discurso, encarnado, a veces, en muchas voces, pero con un mismo mensaje de fondo.
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El desafío, por tanto, es bastante grande, no sólo porque se está incursionando en un género poco discutido en Guatemala, sino porque para poder hacerlo bien, es necesario que lo que se produzca no replique lo conocido, es decir, no culmine siendo una nueva agenda cultural, o el espacio donde se van a encontrar novedades sobre los últimos libros o sobre las ultimas comedias que se desarrollan en los escenarios de la ciudad.
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Para que el espacio pueda aportar en el debate profundo sobre la cultura y la producción artística en Guatemala tiene que acercarse lo más certeramente posible a los problemas de fondo vinculados con dichas producciones, a las reivindicaciones sociales concretas que se soslayan, a las distintas interpretaciones que circulen y se expresan en las distintas manifestaciones artísticas, a los distintos actores vinculados como artistas, editores, productores, gestores, entre otros. De tal manera que esta es una actividad polifónica que deberá, además, recoger los distintos ecos y resonancia que se vayan generando.
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Por último, me gustaría señalar otro motivo por lo cual celebro que exista Esquisses. Porque sé que no es fortuito que exista. La propuesta es novedosa porque detrás de ella hay un grupo de gente joven que, cansada de lo mismo de siempre, se anima a crear en este país. A ellos y ellas les conocí en el espacio de las aulas universitarias, luego les vi trabajando en medios impresos y televisivos, he leído sus artículos y visto sus coberturas y hoy les veo apostándole a este proyecto, a partir de hacer lo que más les gusta, la comunicación y la cultura. Y celebro.
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Porque estoy firmemente convencida que hay que apostarle y trabajar duro por hacer realidad lo que soñamos, volver a pensar que es posible una forma más digna de vivir, retomar el optimismo. Porque si no, la violencia y el terror ganan la batalla y nos tronchan hasta los sueñ
Muy bien... felicitaciones!!